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Renacer una y otra vez, el ciclo eterno que da origen a la vida y hace de la resistencia la cualidad de los más fuertes.

La prueba de la maratón es el estandarte de la resiliencia humana, pero ha sido el coronavirus el que reconfiguró el significado de resistir.

Porque a final de cuentas, todos somos Filípides (490 aC) en una pandemia tan adversa como la Batalla de Maratón.

El 25 de agosto de 2019 nadie habría imaginado que tendrían que pasar 826 días para que volviera a celebrarse el Maratón de la Ciudad de México.

Pero después de que el virus puso al mundo de cabeza y lo que parecía imposible se convirtió en un thriller de la vida real, la edición de 2020 de esta competencia tuvo que ser cancelada hasta nuevo aviso.

Y así, la mañana de este 28 de noviembre la capital mexicana vivió un nuevo renacer.

El alba iluminó la profunda oscuridad que había atrapado a la carrera que apenas presumía su etiqueta élite avalada por la IAAF.

Tan pronto se dio el banderazo de salida, la mexicanidad apareció como ave fénix de entre las cenizas causadas por la COVID y tuvo en Darío Castro y Eloy Sánchez una muestra de su enraizado coraje.

Ambos salieron disparados como un par de balas gemelas desde el inicio para ponerse al frente del pelotón de 14,000 participantes y recorrieron las calles de la capital mexicana de la mano, como salen los novios en un paseo dominical.

Si uno atacaba el otro respondía y viceversa. Infinitamente.

A 50 metros de la meta el respeto mutuo era tal que se tomaron la mano para honrar al enemigo y pactar una entrada simultánea al Olimpo.

El listón acarició el torso de ambos como hacen los olivos en la cabeza de los campeones, pero fue la tecnología y su ingrata perfección la que determinó que Castro había pisado antes el tapete electrónico de la meta.

El mexicano de 32 años se erigió como nuevo rey del Maratón de la Ciudad de México en su versión XXXVIII.

Un logro para nada menor, al tratarse del primer azteca en ganar la prueba desde que en 2009 lo hiciera Edilberto Méndez.

Castro se sobrepuso a la adversidad al lidiar con un tirón que lo mermó en el tramo final de la carrera, en pleno kilómetro 35.

Pese a ello, fue quien mejor se adaptó a las condiciones propiciadas por los 2,240 metros de altura de la CDMX y detuvo el crono en 2:14.51 horas para terminar con el dominio de dos años establecido por Kenia.

"Son muchos años de trabajo y el resultado se dio", dijo agitado el triunfador minutos después de su gesta.

"Fue mi debut aquí en Ciudad de México y en el kilómetro 35 sufrí un tirón que de la nada se me presentó, pero seguí avanzando y poco a poco me fue dejando y seguí hasta llegar a la meta".

Kenia dominó la rama femenil del Maratón de la Ciudad de México

Precisamente de esa nación provino la campeona de la rama femenil, toda vez que Lucy Cheruiyot dominó durante cada uno de los 42.195 kilómetros la competencia.

Poco importaron las bajas temperaturas a los aficionados mexicanos, que se dieron cita en los rincones de la folclórica sede para brindar gritos de aliento para los competidores.

“¡Sí se puede, sí se puede!”, exclamaban algunos.

“¡Vamos, México!”, dijo con ahínco un menor de edad en el último tramo dentro del Centro Histórico de la capital azteca.

Banderas de México, cornetas y carteles.

Corredores disfrazados de Chapulín Colorado, luchadores y hasta cubiertos por decenas de peluches, hicieron de la carrera una oda a la cultura local.

En los costados, la gente no paraba de gritar, ya fuera a través de la mascarilla o con mensajes alusivos a alguna batalla contra la COVID.

Pero desde la trinchera que fuese, la maratón fue una catarsis que drenó una marejada de sentimientos atorados.

Y ni qué decir de una ruta que atravesó desde el epicentro intelectual del país —en Ciudad Universitaria con el pebetero encendido— hasta el corazón de un Valle.

Justo donde alguna vez se edificó un imperio sobre un lago.

Fue un nuevo amanecer para el deporte en la CDMX, una luz de esperanza en plena amenaza del COVID con la variante ómicron.

Pero a final de cuentas, todos somos Filípides (490 aC) en una pandemia tan adversa como la Batalla de Maratón.

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