Ha pasado un año desde que José Canaca Bonilla, un trabajador hondureño de 26 años, falleció en un proyecto de construcción en un edificio en el centro de Charlotte, cuando se derrumbó el andamio en el cual se encontraba junto a otros trabajadores. Aquel día sigue en la memoria de Iris Bonilla, su madre, quien aún busca ordenar sus recuerdos para entender cómo en menos de 48 horas le deseó un "Feliz año" a su hijo y luego le dio el último adiós.
“Es la primera Navidad y el primer Año Nuevo sin él y es muy triste la verdad. Hoy temprano le comenté a mi esposo que el 31 de diciembre del 2022 hablamos dos horas y media de todos los proyectos que él tenía para el 2023, de las metas que él tenía y sin saber que dos días después, yo iba a recibir la lamentablemente noticia que marcó mi vida para siempre. Y es bien duro no tener ese abrazo de ese ser que uno ama en estas épocas”, relató Iris Bonilla a La Noticia.
Un año sin José Canaca Bonilla
José Canaca Bonilla tenía cuatro años trabajando en distintos proyectos de construcción en Charlotte. El 2 de enero del 2023, cerca de las 9:00 a.m., estaba en un andamio a 70 pies de altura, cuando este colapsó. José falleció junto a Gilberto Mónico Fernández, de 54 años, y Jesús "Chuy" Arévalo Olivares, de 43 años, ambos originarios de México.
“Yo iba rumbo a mi trabajo cuando me llamó mi hermano y me dijo que pasó un accidente en donde trabajaba Josecito. Le pregunté si estaba bien y mi hermano hizo una pausa. En ese momento pensé ‘Esto no es bueno’. El silencio de mi hermano me hizo entender que le pasó algo a Josecito. Luego me dijo que Josecito fue uno de ellos. Creemos que él falleció. Fue uno de ellos”, mencionó Jorge Bonilla, tío de José a La Noticia, durante su sepelio el 9 de enero en el cementerio Sunset Memory Gardens de Charlotte.
De esos días, su madre Iris aún recuerda que José estaba entusiasmado por los planes que tenía para ese 2023. Lo recuerda como un hombre joven, haciéndose su propio camino a través del trabajo para un día convertirse en chef o empresario, pero que en el fondo aún era ese “niño” que se trajo en brazos desde Honduras en 1999.
“Él salió a trabajar y ya no regresó y a todos nos cambió la vida”, contó Iris, quien añadió que desde entonces su esposo, quien trabaja en la construcción y sus hermanos, que cuentan con compañías de remodelación, han cambiado la forma en la cual hacen su trabajo para contar con mayor seguridad y que una pérdida como la de José no se repita más nunca en la familia.

Continúa la búsqueda de justicia
Iris no se imagina aún la vida sin su hijo. Sin embargo, asegura que aferrarse a su fe y volver a su trabajo como housekeeping le ha ayudado a distraerse de una realidad que aún no se explica. Aunque durante el primer mes de partida de su hijo estuvo en casa, asegura que trabajar es una distracción, “estar allí ayuda a que mi mente pueda divagar”. Su hija Amy, en cambio, se refugió en sus estudios de enfermería.
Las autoridades y entidades involucradas le han dicho tantas cosas y tan poco al mismo tiempo sobre lo sucedido, que delegó las conversaciones con los abogados y representantes legales a su cuñada. Para la madre, lo único cierto es que hubo un accidente y su hijo fue una de las víctimas.
“Ahorita, están trabajando en eso, porque son varios abogados, están también los de las otras familias, me dice mi cuñada que eso va a llevar un buen tiempo… Y lo que yo tengo entendido es que hubo muchas cosas que encontraron malas, que hubo negligencia de la compañía por no haber mandado a un inspector y que si hubiesen mandado a un inspector se hubieran evitado tres pérdidas, más los que quedaron heridos”, contó.

“Es triste y lamentable que los más afectados somos los latinos”
El Departamento de Trabajo de Carolina del Norte notó la oxidación extensa del acero del andamio que colapsó provocando las tres muertes, además de provocar heridas a otros dos trabajadores. En junio se emitieron unos $130,000 en multas por nueve denuncias de violaciones laborales graves en contra de Old North State Masonry y Friends Masonry Construction. Ese dinero se pagó al estado, no a las familias.
Con la pérdida de su hijo, Iris aún sigue esperando justicia, pero más que ello que las compañías de construcción cambien sus políticas para proteger a sus trabajadores, su mensaje a ellas es: “Pongan más atención, enfóquense en la seguridad y no solo en ganar dinero, porque es triste y lamentable que los más afectados somos los latinos y son padres e hijos los que después sufren, como yo, que aún lo estoy sufriendo”.
Exactamente, un año después del fallecimiento de José, (2 de enero de este 2024), Iris Bonilla junto a su esposo Osmán Reyes e hija Amy fueron a visitar su tumba. Aunque toda la familia lo extraña, Iris dice: “él siempre vive en nuestros corazones”.


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