Se suspendió el proceso de deportación de la primera mujer latina en refugiarse en una iglesia de Carolina del Norte, para evitar ser expulsada del país, en un proceso de santuario que duró varios años, según anunciaron el 20 de abril las autoridades migratorias.
Tras cuatro años en la Iglesia Episcopal St. Barnabas en Greensboro, Juana Tobar Ortega recibió una suspensión de deportación por parte del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y regresó a su hogar en Asheboro.
Ella era la última persona que permanecía en santuario en Carolina el Norte en estos cuatro años.
Cuatro años en santuario
El 31 de mayo del 2017 la iglesia de Greensboro se convirtió en santuario de Juana, originaria de Guatemala, quien es madre de cuatro hijos, y esposa de un ciudadano estadounidense.
“Fue la última opción que le dejaron a mi madre para poder estar cerca de su familia”, comentó a La Noticia Lesvi Molina, hija mayor de Juana.
Mientras estaba en el santuario, su hija mayor, Lesvi, dio a luz a un niño. Casi un año y medio después, Juana finalmente podrá visitar a su nieto en casa.
Proceso de deportación
Juana, de 48 años, quien reside en Asheboro y vive en el país desde hace 29 años, consiguió asilo en 1992 tras huir de Guatemala que libraba una guerra civil, dejando allí a sus dos hijas.
En 1999 su hija Lesvi enfermó de gravedad y decidió regresar para cuidarla.
Al regresar con sus dos hijas, las autoridades migratorias le tomaron sus huellas y le revocaron el asilo, y en el 2004 le notificaron que debía irse del país, pero ignoró la orden.
En 2011 agentes del ICE fueron por ella a su trabajo y la arrestaron; pero una semana después la dejaron libre con la condición de que se presente periódicamente ante las autoridades migratorias.
En el 2017 las autoridades le dijeron que debía abandonar Estados Unidos el 31 de mayo de ese año.
De regreso a casa
Al escuchar la noticia de que su solicitud de suspensión de la deportación fue aprobada; Juana dijo: “Quiero agradecer a Dios y a todas las personas que nos han ayudado. Deseo bendiciones a todos los que me han apoyado a mí y a mi familia y a mi. Estoy muy contenta de poder regresar a casa”.
Lesvi, la hija mayor de Juana y beneficiaria de DACA, agregó: “Dios ha sido bueno con nosotros y finalmente llegó el día que estábamos esperando. Estamos muy agradecidos de poder regresar a una vida normal como familia”.
“Juana ha sido un faro de valentía para las mujeres inmigrantes en todo el país durante los últimos cuatro años"; agregó Kelly Morales, directora ejecutiva de Siembra NC.
"(Juana) ha trabajado incansablemente todo este tiempo para apoyar la organización de los derechos de los inmigrantes locales y nacionales; al mismo tiempo que ella continuaba practicando su oficio como costurera para ayudar a mantener a su familia”; concluyó Morales.