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Está despegando la campaña presidencial para el 2024 y con ella la tradicional verborrea antiinmigrante de los candidatos republicanos. Ansiosos de poder y alejados del sentido común, todos llaman a deportaciones masivas, incluso algunos hablan de enmendar la constitución para eliminar la posibilidad de la ciudadanía por nacimiento. Este discurso demagógico y cargado de prejuicio no le hace bien al país. Veamos algunas razones.

Republicanos, ya estuvieron en el poder y no lo hicieron

Durante su mandato, el presidente Trump declaró una guerra en contra de los indocumentados, desde su campaña (cuando los caracterizó como criminales) hasta con la promoción de una política que buscaba activamente separar a niños inmigrantes de sus familias.

En una de sus primeras acciones ejecutivas, Trump decretó cortar los fondos a las ciudades que protegen a los indocumentados (llamadas santuario). Además, hizo una generalización irracional de las categorías de prioridad para deportación, en donde prácticamente todos los indocumentados serían prioridad, además de la implementación de operativos de arresto de trabajadores indocumentados. Igualmente, intentó, sin motivo legal alguno, eliminar DACA.

Al final, Trump engañó a muchos incautos antiinmigrantes, pues sus políticas fueron rechazadas por las cortes, al ser ilegales. Y qué decir de su fallida promesa de construir un muro por toda la frontera sur y que México lo pagaría.

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No se deje engañar, las deportaciones masivas no son posibles

La semana pasada, el candidato Trump aseguró (al igual que en el 2016) que quiere deportar a 10 millones de indocumentados. Algún republicano tendría la amabilidad de explicarnos de manera sustentada (con cifras), ¿de qué manera el deportar a un trabajador, padre de familia de un ciudadano americano, hace más seguro y más próspero a este país, en medio de una escasez de mano de obra?

De acuerdo a un completo análisis elaborado por Ben Gitis, director de política de mercado laboral para el instituto conservador American Action Forum, si Estados Unidos deporta cerca de 6.8 millones de trabajadores indocumentados, no habría suficientes estadounidenses o inmigrantes legales para ocupar todos esos puestos. Quedarían al menos cuatro millones de vacantes. Bajo este escenario, sin trabajadores suficientes, los empleadores se verían obligados a reducir el tamaño de sus negocios.

Sacar a los inmigrantes adicionalmente generaría un enorme costo para el país. El American Action Forum calcula que el gobierno tendría que gastar entre $400,000 y $600,000 millones para deportar a todos los trabajadores indocumentados y reforzar parte de la frontera.

Los prejuicios pueden destruir la economía

Si sumamos la tendencia populista de los candidatos presidenciales, con su abierto desprecio por los hechos, nos encontraremos con los ingredientes ideales para desatar una crisis económica si llegan al poder. Esperamos que esto no ocurra, aún tenemos fe en el sistema, pues deportar a los trabajadores indocumentados no solo sería un acto de suicidio económico, sino que además sería una cobarde traición a los principios sobre los cuales se fundó esta nación de inmigrantes.

Estimados políticos republicanos, los inmigrantes no son el enemigo, no son números para inflar en campañas electorales, son personas reales, padres y madres de familia, son jóvenes con sueños, son profesionales que aportan al crecimiento del país. Por favor no utilicen a los inmigrantes como una muletilla para generar miedo entre sus votantes. Los inmigrantes no son el enemigo, los prejuicios y la ignorancia sí lo son.

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Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com