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Cuando Ricardo Guido supo que tenía una metástasis por un cáncer gastrointestinal, los doctores le dieron una mínima esperanza de vida

Le dijeron que solo uno de 1,000 pacientes con esa enfermedad lograban curarse, por lo que no pretendían mentirle diciendo que todo estaría bien.

De inmediato, la mente de Ricardo se trasladó con su familia, pues el temor de dejarlos desamparados se apoderó de él cual fantasma que aterroriza en una pesadilla.

“Mi reacción, lo primero que pensé, fue en mis hijos y mi esposa”, cuenta el latino de origen mexicano a La Noticia.

Fue así que no tuvo más remedio que mirar de frente a los suyos para pedirles fe.

“Lo primero que les dije a ellos fue ‘si ustedes son fuertes yo también seré fuerte’”, recuerda. 

“‘No quiero que derramen ni una lágrima frente a mí’”.

“Se mantuvieron así, pero yo solo pensaba en el futuro de mis hijos, no quería dejarlos desamparados”.

Su esposa, un pilar en el proceso de recuperación

Así, el 15 de noviembre de 2019 fue hospitalizado en el Atrium Hospital de Charlotte.

Pero nunca estuvo solo.

Fue lo máximo, ella (esposa) fue quien estuvo al pendiente de mí, cuidándome”, presume. 

"Porque fue un momento en que la enfermedad era tan grave que no podía ni caminar”.

Por eso Ricardo tenía que usar una silla de ruedas para poder moverse, pues el dolor era insoportable.

No podía bañarme, ella me bañaba, me trataba como un niño; claro que fue vital el apoyo de mi esposa”, confirma.

Estuvo conmigo todo el tiempo, llevándome al doctor, fue prácticamente mi doctora”.

Y es que de no ser por la fortaleza de su familia, Ricardo no habría podido librar esa ingrata batalla, no cuando su esperanza de vida era mínima.

“El doctor al momento quiso ser un poquito humano pero no quería mentirme, ni darme falsas esperanzas”, recuerda.

“Él a mí me dijo cuando le pregunté que cuánto duraría el tratamiento, respondió que no sabía, le dije, ‘¿cómo?’, respondió: ‘depende hasta donde aguanten tus órganos’”.

“Pueden ser tres meses, seis meses o nueve meses”.

Así, el panorama se tornó más complicado cuando la hermana de Guido llegó desde California para verlo y se llevó un duro revés debido a la franqueza con que el médico le contó el estatus de Ricardo.

“Mi hermana vino a visitarnos, estábamos mi esposa, mi hermana y yo y el doctor dijo que la enfermedad que tenía era incurable, que no había hombre en la Tierra que se pudiese curar”, remembra el latino.

Su hermana se resquebrajó en un mar de lágrimas y salió del consultorio para evitar que Ricardo la viera derrumbada.

“El doctor le pidió que lo disculpara pero no quería darnos falsas esperanzas, pues de 1,000 casos tal vez uno podría sobrevivir a esa enfermedad”, dice Guido.

La gente apoyó en todo momento

Pero en el océano de adversidad, Ricardo luchó con más fuerza gracias al sostén de su familia, pero también al de su comunidad.

Vecinos y amigos organizaron rifas y vendieron comida para apoyarlo con los gastos, pues, imposibilitado de trabajar, no había ingresos familiares en esos ya de por sí álgidos momentos

“Tuvimos un año sin trabajar, sin entradas de dinero y salimos adelante por la ayuda de la gente”, comenta. 

“No fue ayuda de gobierno ni organizaciones, fue la gente que nos ayudaron y gracias a ellos por un año estuvimos bien económicamente”.

El oriundo de Uruapan, Michoacán, una localidad en el occidente de México, trabajaba en el Circle K.

Había aplicado anteriormente para el seguro médico pero no había sido aceptado, hasta que en un golpe de suerte ocurrió justo cuando más lo necesitaba.

“Hasta eso es curioso, me habían negado el seguro y ya por equis razón el año pasado en el tercer año volví a aplicar y lo aceptaron, entonces el seguro empezó a cubrir desde enero de 2020”, dice aliviado.

“Yo soy inmigrante y todavía soy indocumentado”.

Al cabo de 12 quimioterapias de fluido y 10 quimioterapias de radiación, el michoacano de 43 años logró recuperarse pese a los sinsabores.

“La verdad es un milagro, porque según la ciencia y los pronósticos de ellos yo no tenía salvación; ellos no esperaban que me mantuviera más de nueve meses”,asegura.

“Pero poco a poco fue desapareciendo el cáncer, ellos (médicos) a la fecha están sorprendidos, no tienen explicación, tanto el cirujano como el oncólogo y la doctora también oncóloga”.

La fe lo ayudó a vencer el cáncer

Para Ricardo, lo que médicamente parece no tener explicación, él lo traduce en una consecuencia de sus oraciones.

Pues mientras pasó buena parte de su tiempo en el Atrium Hospital, encontró un luz en la oscuridad que le ayudó a seguir en el camino de la recuperación.

Y es que el Atrium Health Levine Cancer Institute hay un programa llamado Grupo de Sobrevivientes Renacer.

Dicha iniciativa está enfocada en ayudar anímicamente a los pacientes, sobre todo, a través de las oraciones.

Esa iniciativa es administrada por la Coordinadora de Alcance Comunitario del Atrium Health/Levine Cancer Institute, Magbis N. Love.

Magbis estuvo hablando con mi esposa cuando estuvimos en ese proceso, por eso nos conocimos”, recuerda Guido. 

“Nosotros creemos mucho en Dios, hacemos oraciones todos los días en la noche con mi familia, mi hijo, mi hija, mi esposa y mi suegra”.

El Grupo de Sobrevivientes Renacer está enfocado en apoyar el proceso de la comunidad latina que enfermó de cáncer.

Ofrece talleres de literatura, de fe y de actividades físicas como zumba, mindfulness y alimentación saludable.

Dinámicas que en su mayoría están enfocadas para las mujeres, pero cuyas reuniones y testimonios son tanto para ellas como para hombres.

“Es un grupo de sobrevivientes de Levine, nos estamos expandiendo y este mes comenzamos algo que llamamos Renacer a través de la fe”, cuenta Magbis a La Noticia.

“Tiene que ver con reuniones con líderes de fe y salud”.

“Invitamos a un líder que va a orar por las peticiones de los sobrevivientes, ellos con tiempo envían sus motivos y se los hago llegar al líder de fe”.

“Tenemos un reunión por Zoom y es una cadena de oración bien bonita; uno de ellos cuenta cómo Dios ha obrado en la vida y el testimonio de sanidad que han tenido”.

Ricardo Guido tiene cinco meses que volvió a trabajar.

Realiza su vida prácticamente con la normalidad de antes de que enfermara, pero no olvida a la gente que lo ayudó a salir adelante.

Y ahora, cuenta su historia para animar a otros sobrevivientes.

Magbis me invitó para que diera mi testimonio y fue así que llegué”, dice.

Me sentí muy bien y sobre todo es dar y compartir con las personas”.

“A veces el ver que alguien pasa por una experiencia difícil así te fortalece y da ánimos”.

“Te ayudan a salir adelante y también para las personas que estaban ahí y tal vez no han pasado por eso, les sirve para salir adelante”.