Texto: José Cordero
Edición de video: Omar Ramírez Luckie
Cuidar a dos padres ancianos durante la pandemia de COVID-19 es todo un reto para la puertorriqueña Mireya Pérez del Río: su padre de 98 años padece de problemas respiratorios y su madre, de 90 años, tiene Alzheimer.
Mireya vive en Puerto Rico y sabe que las personas ancianas o con ciertas condiciones médicas, como las afecciones respiratorias, son más vulnerables al COVID-19.
Lavarse las manos, usar desinfectante y limpiar los zapatos al salir o entrar se han vuelto rutinas para Mireya durante la pandemia.
El distanciamiento social permanece incluso al dormir en la habitación de su madre, quien ya no descansa con el padre de Mireya por los efectos de un avanzado estado de Alzheimer.
"Tengo las camas bastante separadas, le paso el spray todas las mañanas, limpiamos el cuarto y las sábanas
", cuenta Mireya a La Noticia.
Mireya es parte de los ocho millones de latinos que son cuidadores en Estados Unidos, según cifras de las organizaciones AARP y National Alliance for Caregiving.
"Yo no tuve corazón de poner a mis padres en un hogar para ancianos
", indica Mireya, quien tomó la decisión de jubilarse en de la compañía telefónica PRT/CLARO en su país para atender a su padre, Agustín Pérez y a su madre, Carmen del Río.
De acuerdo con un estudio de AARP y National Alliance for Caregiving, el 61 % de los cuidadores dicen que cuidar a un familiar le da sentido de propósito a sus vidas, una percepción que es mayor en los latinos.
Además indican que el 89 % de los cuidadores en el país vela por un familiar, el 63 % atiende a un adulto mayor con problemas físicos a largo plazo y el 26 % se encarga de un anciano con Alzheimer, como Mireya quien ahora también lidia con la pandemia.

Retos económicos
Mireya es abogado y no quiere ejercer en Puerto Rico una profesión con riesgos que pueden afectar su tarea de cuidar a sus progenitores. Las fuentes de ingreso de la familia son:
- La pensión de su padre.
- El Seguro Social de su madre, que para recibirlo exige la entrega de informes recurrentes a las autoridades.
- El alquiler de un bien inmueble, propiedad de Mireya.
"Cuatro de cada 10 cuidadores han sentido por lo menos un impacto económico debido a los cuidados que proporcionan
", afirman AARP y National Alliance for Caregiving.
Mireya tiene que pagar medicinas, alimentos e incluso un préstamo que contrajo para suplir cuidadoras que tenía para atender a su madre cuando trabajaba y estaba casada.
"Ahora no puedo salir con un grupo de amistades o un enamorado
", explica Mireya a La Noticia. Tampoco puede ir a cenar, al cine o viajar con sus amigas.
"Me gusta ir a la iglesia y ya dejé de ir
", apunta. Para salir "tengo que coordinar, buscar un cuidador y ver si puedo pagarlo
", añade Mireya.
"Toda salida para tomar un respiro conlleva una coordinación con un cuidador suplente y el costo correspondiente por ese servicio adicional. Ahora con la situación de virus es más difícil aún
", confiesa la cuidadora de sus progenitores.
El reto de cuidarse
Actualmente, Mireya logra pagar una cuidadora y un enfermero que le ayudan por horas en momentos del día en los que hay que comprar comida o medicinas.
Mireya usa ese tiempo para ejercitarse caminando en la playa o haciendo "aeróbicos en piscina porque tengo 60 años y es más recomendable para el impacto en mis articulaciones
".
"El cuidador no solo tiene que conocer la condición de la persona que cuida, en mi caso es Alzheimer, pero también tiene que cuidarse
", explica a La Noticia.
AARP y National Alliance for Caregiving indica que la situación de salud de los cuidadores parece desmejorar con los años:
- 35 % de los cuidadores latinos dicen que su estado de salud es excelente o muy bueno (un número menor del 51 % de ).
- 21 % dice que su salud es regular o mala (más que el 17 % de ).
- A 1 de cada 4 le resulta difícil atender su propia salud y dice que prestar cuidados ha empeorado su propia salud (23).
"Los cuidadores que no atienden su propia salud podrían no estar disponibles para cuidar a los demás. Igualmente, los cuidadores tienen sus propias necesidades económicas, de salud y de bienestar. Por eso surge la pregunta:
", señalan las organizaciones.¿Quién cuidará a los cuidadores?