La casa de subastas Mander Auctioneers vendió dos esfinges egipcias, las cuales pertenecían a una familia británica, quienes descubrieron su valor 15 años después de conseguirlas.
Los integrantes de la familia llamaron a la entidad para examinar varios objetos que tenían en su casa, pues estaban a punto de cambiar de vivienda.
El subastador estimó que las esculturas eran "modelos para jardín del siglo XIX" y les puso precio de $408 y $680. Sin embargo, durante la subasta descubrió que no eran réplicas, si no que eran realmente provenientes del Antiguo Egipto.
Otra casa de subastas se percató de esto y compró el par de piezas en $265,400, un precio 500 veces mayor al que se había anunciado inicialmente.
Las esfinges estaban en mal estado y habían sido reparadas con hormigón. La familia compró las estatuas en Anglia Oriental, buscando decorar su jardín, sin saber que realmente tenían esfinges auténticas.