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El periodismo está asociado con cierto nivel de riesgo para quienes ejercemos esta profesión, y estar en situaciones peligrosas, ir detrás de personajes que pueden resultar violentos, confrontar grupos de poder son algunos de los desafíos que enfrentan los comunicadores.

Hace pocos días tuvimos un trágico recordatorio de estos riesgos en Carolina del Norte.

La estación de televisión de Charlotte WBTV sufrió dos pérdidas irreparables el 22 de noviembre, cuando su helicóptero Sky3, utilizado para coberturas periodísticas y reportes de clima y del tráfico, se estrelló cerca de la I-77. En el incidente murieron el comunicador y meteorólogo Jason Myers, junto con el piloto Chip Tayag.

Nadie imaginó que lo que parecía un día de trabajo rutinario terminaría en tragedia.

Según Johnny Jennings, jefe del Departamento de Policía de Charlotte Mecklenburg (CMPD), ante la falla del helicóptero, Chip hizo una maniobra para asegurarse que la nave no aterrizara en la interestatal sino a un lado del camino, y evitó lo que seguramente hubiese sido un desastre mayor.

La esposa de Jason y sus cuatro hijos, junto con la esposa de Chip, así como sus compañeros en WBTV ahora enfrentan una nueva y dolorosa realidad.

Una profesión de riesgo

A nivel mundial el periodismo se considera como un oficio peligroso. Algunos asocian ese riesgo con la cobertura de guerras o zonas de conflicto armado pero la realidad es otra.

Según datos de la organización Committee to Protect Journalists, durante el 2022 la muerte 37 de estos profesionales no ocurrió en lugares como Afganistán o Iraq, sino en países como México, Brasil, Colombia, Chile, incluso Estados Unidos. Y tristemente el panorama no parece ser alentador para el próximo año.

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Amenazas y riesgos en Estados Unidos

La Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos consagra a la libertad de prensa como un elemento esencial para una democracia funcional.

Pero el ascenso al poder de líderes populistas, como fue el caso de Donald Trump y varios de sus seguidores, liberaron una serie de ataques indiscriminados en contra de la prensa, haciendo nuestra profesión aún más riesgosa.

Hoy no es raro leer en la sección de comentarios de los medios y en las redes sociales, cómo personas llenas de prejuicio y carentes de evidencia despotrican de manera violenta en contra del trabajo de los periodistas.

Conservo en las oficinas de La Noticia una caja llena de cartas de odio compiladas en estos últimos 15 años, provenientes de personas afines a las ideas de la supremacía blanca. Hemos recibido amenazas de pandillas, e insultos de personas que creen (sin pruebas) que apoyamos alguna tendencia política en particular.

No es queja, es la realidad

Todo lo antes mencionado no debe interpretarse como una queja, sino como una ventana a la realidad de los periodistas y que muchas veces es ignorada por el público.

Quienes tenemos la vocación de servir a la comunidad mediante la comunicación social entendemos los riesgos de esta profesión y de estar expuestos a situaciones peligrosas. Pese a eso, sentimos que nuestro deber es hacer todo lo que esté en nuestras manos para mantener a nuestra comunidad bien informada.

No se deje llevar por los prejuicios infundados, piense que la labor de los periodistas profesionales es un servicio que busca transparentar los diferentes elementos que componen nuestra sociedad.

Estamos totalmente abiertos a conversar con nuestras audiencias, a escuchar sus inquietudes y es por ello que seguiremos siendo baluartes de nuestra democracia, a pesar de los riesgos.

Nuestra solidaridad para las familias de Jason Myers, de Chip Tayag, y para nuestros colegas de WBTV.

Para leer este artículo en inglés da click aquí.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com