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La primera lección que obtenemos del fracaso es llamarnos la atención a los fallos que existen en nuestras vidas. El fracaso es un gran maestro aunque algunos no nos gusta tomar la clase con él.

Creo que muchas veces aprendemos más de los errores que del éxito.  Cuando ganamos siempre, lo único que podemos aprender es a sentirnos orgullosos de nuestros triunfos.  El fracaso es como una gran flecha que nos señala: “Pon atención a esto”.

Aunque Dios nunca ha estado interesado en traernos dolor innecesario, Él puede usar el fracaso para señalarnos áreas en las que debemos mejorar para crecer como seres humanos.

En consejería pastoral encuentro normalmente a dos grandes grupos de personas:  las que fracasan, aprenden del fracaso y crecen. El otro grupo comprende las personas que no aprenden del fracaso y cometen una y otra vez los mismos errores que los llevan a fracasar.

Un ejemplo de la vida real

Una mujer comenzó una relación con un hombre. Él es una persona que la controla, además de ser abusador. Ella encuentra que él frecuenta otras mujeres. Frustrada, termina la relación mucho después de lo que debía terminarla y cambia su estatus en Facebook a “extremadamente complicada”. Después de un tiempo, dada la soledad que sentía, vuelve con la misma persona.

Tropezar con la misma piedra

Por múltiples razones, muchas personas caen en un ciclo disfuncional y destructivo, donde se vuelve, se rompe y se repite el mismo patrón. A veces va más lejos: se relaciona con otras personas, pero con el mismo resultado. 

Aunque es importante no echarle la culpa a la víctima de abuso, no tiene sentido tener tres o cuatro relaciones que obtengan el mismo resultado. Sería bueno que esta persona se hiciera las siguientes preguntas:

¿Por qué me siento atraída hacia hombres que no son los ideales?

¿Qué cosa tengo yo que atraigo a ese tipo de personas a mi vida?

¿Qué cambios en mi carácter tengo que hacer para tener mejores relaciones interpersonales con personas del sexo opuesto?

No asumir la responsabilidad

Un hombre consiguió un trabajo. No es el trabajo ideal, pero con él paga las cuentas. Un tiempo después, no le gusta el estilo de trabajo de su jefe y comienza a poner menos empeño en las tareas. Con el tiempo, los gerentes se dan cuenta de que no trabaja en equipo provocando dificultades a la compañía. Le dan una advertencia escrita, pero la ignora. Varias semanas después es despedido.

Cuando se le pregunta en qué trabaja dice: “estoy entre empleos” y comienza a hablar de lo mala que está la economía y lo difícil que es conseguir un buen empleo. Antes de llenar su siguiente aplicación debe hacerse las siguientes preguntas:

¿Por qué me han despedido varias veces de mi empleo?

¿Qué medidas debo tomar para que esto no ocurra otra vez?

¿Qué entrenamiento debo recibir, que material debo leer para mejorar la efectividad en mi empleo?

En cualquier momento en que el fracaso aparezca sobre nuestro horizonte nos debemos preguntar: ¿por qué he fracasado? Y la respuesta a esta pregunta será la gran maestra que nos llevará a la victoria.

Roger Hernández. Mdiv
Consejero familiar y motivacional
Para preguntas o comentarios escriba al correo electrónico: rhvidaministries@gmail.com 

Consejero familiar y motivacional, autor de 14 libros sobre la familia. Para preguntas o comentarios escriba a: rhvidaministries@gmail.com