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El apego es una necesidad instintiva que tiene el ser humano y muchos animales, de desarrollar un vínculo emocional con la figura cuidadora principal, que en muchos casos es la madre. Sin embargo, no podemos pasar por alto que los padres también pueden y deben jugar un papel importante en este vínculo emocional y saber cómo manejar el dolor del desapego.

A través de esta relación de apego desarrollamos el sentido de confianza de que hay un otro, lo suficientemente bueno, que nos cuida, nos alimenta y nos protege. Es por eso que la consistencia en esta relación es de suma importancia para promover el sentido de seguridad y confianza hacia otras personas.

Esta relación de apego primaria crea los fundamentos para las futuras relaciones afectivas que se estarán dando a lo largo de la vida de cada persona. Si hemos desarrollado una relación de apego saludable, vamos a poder vivir las separaciones (desapegos) de forma satisfactoria.

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¿Qué ocurre cuando no hemos tenido una relación de apego saludable? 

  • Nos aferramos a personas significativas y desarrollamos cierto nivel de dependencia emocional.
  • Nos aferramos a cosas o creencias para que nos den un sentido de seguridad, pudiendo llegar al extremo de esclavizarnos a esas cosas o creencias.
  • Nos da miedo y angustia las separaciones de nuestras personas queridas.
  • Nuestro sentido de felicidad depende de si tenemos a nuestro lado esa persona u objeto al que nos hemos aferrado.
  • Nos da mucho sufrimiento la distancia y las separaciones de nuestras personas queridas. 

La importancia de un desapego saludable

Cuando no podemos tramitar los desapegos de forma saludable, nos pone en una posición muy vulnerable y de mucho dolor. También, nos impide disfrutar de las relaciones del momento presente, porque vivimos añorando y sufriendo las pérdidas de las relaciones del pasado o las que ya no están físicamente presentes.

Las buenas relaciones transcienden el plano físico porque están basadas en la conexión emocional, la cual perdura y va más allá de la presencia o ausencia física. Son esos encuentros que cuando se dan, no importando el tiempo ni la distancia, no han destruido ni disminuido la conexión emocional que se da en las buenas relaciones.

Cada experiencia de separación nos brinda la oportunidad de vivir las relaciones con libertad y con desprendimiento, aceptando que en esta vida nada es permanente.

Demos gracias por las relaciones que llegan a nuestra vida y por las que se van, porque cada una de ellas nos permite conocernos y valorarnos por quiénes somos y no por lo que tenemos o no tenemos.

Recuerden que esta información no sustituye una consulta con un profesional de la salud emocional. Para mayor información pueden llamar al 984-974-3795.

Mae Lynn Reyes-Rodríguez, Ph.D. Psicóloga Clínica e Investigadora Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill Departamento de Psiquiatría