Conforme avanzan las investigaciones sobre el intento del gobierno ruso de influir en las elecciones presidenciales estadounidenses del 2016, van apareciendo nuevos elementos que permiten dimensionar la magnitud de esta intervención, entre ellos, la revelación del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de que agentes rusos compraron miles de anuncios en Facebook dirigidos hacia la comunidad latina, los cuales tenían la intención de intensificar las tensiones raciales existentes en el país.
Tristemente el intervencionismo electoral extranjero no es nuevo. Estados Unidos tiene un largo historial de intentos de influir en elecciones presidenciales de otros países, lo hizo 81 veces entre 1946 y el año 2000, de acuerdo con una investigación del científico político Dov Levin, de la Universidad Carnegie Mellon.
Según el experto, este número no incluye los golpes de estado, ni los esfuerzos por cambiar gobiernos tras la elección de candidatos que no comulgaban con los intereses estadounidenses, como fue el caso de Irán, Guatemala y Chile, en las décadas de 1970 y 1980.
Por su parte Rusia intentó influir en 36 elecciones extranjeras desde el final de la Segunda Guerra Mundial, según Levin. Esto quiere decir que desde mediados del siglo XX hasta la llegada del nuevo milenio, las dos potencias intervinieron en alguna elección presidencial en aproximadamente uno de cada nueve países del mundo.
Se podría pensar que este intervencionismo estuvo limitado a la Guerra Fría (1947 – 1991) en donde capitalistas y comunistas buscaban adherir gobiernos aliados, pero la historia nos recuerda algo distinto.
Antes de la existencia de la Unión Soviética, a principios del Siglo XX ocurrieron las ampliamente documentadas “guerras bananeras”, una serie de ocupaciones militares, acciones políticas e intervenciones económicas de Estados Unidos en Centroamérica y el Caribe, para tener gobiernos que favorecieran los intereses comerciales estadounidenses. Entre 1903 y 1937 ocurrieron bochornosos incidentes de intervencionismo orquestados por Estados Unidos, desde la separación de Panamá de Colombia, hasta el golpe de estado en Honduras a pedido de la bananera United Fruit Company, para que la empresa se ahorrase impuestos con un gobierno más “amigable”.
En su libro “Decisiones Difíciles”, la excandidata presidencial y exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, admitió que su oficina influyó en la política hondureña para que el candidato electo, Manuel Zelaya, no regresara a la presidencia luego del golpe militar del 2009, lo que generó inestabilidad institucional y dio paso a una era de represión y anarquía.
En el 2016 fueron los rusos quienes buscaron explotar los prejuicios y el divisionismo reinante en Estados Unidos para alterar el panorama político. Según un análisis de USA Today, los agentes rusos elaboraron y compraron cerca de 3,500 anuncios en Facebook relacionados con inmigración.
Estos avisos estuvieron dirigidos a dos grupos: usuarios que habían mostrado interés en la cultura latina con mensajes a favor de la inmigración. El segundo grupo fue de usuarios que apoyaban las políticas antiinmigrantes de Donald Trump. La mayoría de los anuncios se publicaron después de las elecciones, y se mostraron millones de veces.
La mejor manera de evitar ser un peón en medio de este ajedrez de obscuros intereses políticos, es estar bien informado. Una persona con pensamiento crítico y que esté al tanto de lo que ocurre en su comunidad y en el mundo, será menos susceptible de caer en la trampa de los manipuladores.