Luego de una semana de intensas críticas, tras la indignación de todas las personas con un mínimo de sensatez y humanidad ante la macabra política del presidente Donald Trump de separar niños de sus familias en la frontera, el primer mandatario se vio obligado a dar marcha atrás por primera vez. Ahora, herido en su orgullo, Trump arremetió contra los inmigrantes y de paso propuso que se viole la Constitución.
El unánime rechazo de las políticas desalmadas de Trump le dejó sin respaldo político, las únicas personas que la semana pasada se dedicaron a defender la cruel separación de familias en la frontera, fueron un minúsculo grupo de desalmados odiadores, para quienes los principios históricos por sobre los cuales se ha levantado Estados Unidos quedan en segundo plano, ante los caprichos de su líder supremo. Trump no tuvo más remedio que tragarse su orgullo y retroceder.
En aras de volver a ganar el pedestal del culto a su personalidad, Trump quiso complacer los oídos de grupos ultraconservadores, quienes solo entienden el lenguaje de la intolerancia, lanzando la vieja cantaleta de que los inmigrantes están “invadiendo” Estados Unidos.
“No podemos permitir que esta gente invada nuestro país. Cuando alguien entra, debemos inmediatamente, sin jueces o casos judiciales, enviarlos de vuelta por donde vinieron”, escribió Trump el 24 de junio en Twitter.
“Nuestro sistema es una burla a la buena política de inmigración y a la ley y el orden. La mayoría de los niños vienen sin padres… ¡Nuestra política de inmigración, de la que se ríe todo el mundo, es muy injusta para todas aquellas personas que han llegado por el sistema legal y llevan años esperando en fila!”, agregó.
Este vergonzoso despliegue de ignorancia del primer mandatario merece algunas lecturas, siendo la más importante el rechazo a la Constitución, al sugerir que no se tome en cuenta el debido proceso.
En toda la Constitución solo aparece un mandato repetido en dos enmiendas, y este mandato es justamente el debido proceso, es decir, el derecho de una persona, sin importar su condición a tener un juicio justo.
La Quinta Enmienda le dice al gobierno federal que nadie será “privado de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal”. Adicionalmente la Decimocuarta Enmienda, ratificada en 1868, usa las mismas palabras, llamada la Cláusula del Debido Proceso, para describir una obligación legal de todos los estados de garantizar que en todos los niveles del gobierno se debe operar dentro de la ley y proporcionar procedimientos justos.
Es evidente que Trump no ha leído la Constitución.
El presidente no se limita a desplegar a todas luces su falta de preparación, también quiere hacer creer a más de un incauto que las familias que huyen de la miseria y la violencia en Centroamérica, y llegan a Estados Unidos con la esperanza de pedir un asilo, tienen un boleto “express” a la ciudadanía, en detrimento de otros inmigrantes que deben esperar “en la fila” por años. Nada más lejos de la realidad.
Un proceso de asilo es extremadamente complejo, largo y desgastante. Una familia que busca este recurso es porque realmente está desesperada. Es evidente que Trump no tiene idea como funciona el sistema migratorio que tristemente está bajo su mando.
Creemos en la importancia de resguardar la frontera, en la necesidad de implementar leyes humanas en pos de los ideales en los que se fundó Estados Unidos, y de la misma manera creemos que es una dolorosa vergüenza ver a un presidente, quien fue electo para defender la Constitución, que se dedique a pisotearla.