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El expresidente Donald Trump aseguró que los inmigrantes que llegan a Estados Unidos están “envenenando la sangre de nuestro país”, un comentario que hace eco con el discurso de otras figuras totalitarias a lo largo de la historia. Pero, ¿realmente esto es lo que piensan los estadounidenses de los inmigrantes?

En busca mantener la "sangre pura"

“Dejaron... creo que la cifra real es 15 o 16 millones de personas en nuestro país. Cuando hagan eso, tendremos mucho trabajo por hacer. Están envenenando la sangre de nuestro país”, dijo Trump a una multitud que estalló en aplausos en Durham, New Hampshire, el sábado 16 de diciembre.

Ese mismo día, y para que no quedara duda de que no se trató de un error, Trump escribió en su red social Truth Social, en mayúsculas, que “la inmigración ilegal está envenenando la sangre de nuestra nación. Vienen de prisiones, de instituciones mentales, de todo el mundo”. Por supuesto, sin ofrecer ninguna evidencia.

Este discurso no es nuevo, ha sido usado a lo largo de la historia para justificar la superioridad étnica de un grupo por sobre otro. Por ejemplo, fue el propio Adolf Hitler quien en su manifiesto Mein Kampf menciona la expresión “intoxicación de la sangre” en alusión a la presencia de inmigrantes y la mezcla de razas.

“Todas las grandes culturas del pasado perecieron solo porque la raza originalmente creativa se extinguió por envenenamiento de la sangre”, escribió Hitler.

¿Los americanos creen lo mismo que Trump?

Por fortuna, no todos comparten las ideas de supremacía blanca del expresidente. Por ejemplo, Chris Christie, uno de los rivales de Trump para la nominación presidencial republicana, calificó estos comentarios como “repugnantes”.

Alrededor de dos tercios de los estadounidenses (66 %) creen que los inmigrantes fortalecen al país “debido a su arduo trabajo y talentos”, en contraste, solo una cuarta parte (24 %) dice que los inmigrantes suponen una carga para el país, según una encuesta del Pew Research Center.

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¿Tienen los inmigrantes “veneno” en la sangre?

Si hay algo que ha caracterizado a Estados Unidos a lo largo de su historia, es justamente que es una nación de inmigrantes. De hecho, Trump es hijo y nieto de inmigrantes: alemanes por parte de padre y escoceses por parte de madre. Ninguno de sus abuelos, y solo uno de sus padres, nació en Estados Unidos.

Hoy, la mayoría de inmigrantes (77 %) están en el país legalmente, según estimaciones del Pew. Para el 2017, alrededor de 29 millones de inmigrantes trabajaban en Estados Unidos, lo que representaba alrededor del 17 % de la fuerza laboral total. Los inmigrantes legales constituían la mayoría de la fuerza laboral inmigrante, con 21.2 millones. Unos 7.6 millones de trabajadores inmigrantes eran indocumentados.

¿Son los indocumentados una carga?

Existe amplia literatura académica que desmiente esto. Por ejemplo, un estudio publicado el año pasado por el George W. Bush Presidential Center, asegura que las ciudades que tienen una “gran afluencia repentina de trabajadores inmigrantes no suelen registrar caídas de los salarios de los nativos menos cualificados”.

Por el contrario: las ciudades que ponen trabas y experimentan un descenso desproporcionado de inmigrantes no muestran mejoras en los salarios de los nacidos en Estados Unidos.

Los inmigrantes hemos derramado sangre, sudor y lágrimas para engrandecer a esta nación. Nuestra sangre no contamina, por el contrario, enriquece la cultura, fortalece el crecimiento demográfico y consolida nuestra economía.

Este discurso de Trump es una apología a la ignorancia, al prejuicio. Busca normalizar la xenofobia y va en contra de los valores históricos de este país. Póngase la mano en el corazón y pregúntese ¿pueden los descendientes de inmigrantes votar por un candidato que los demoniza injustificadamente?

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Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com