Seis de cada diez estadounidenses rechazan las políticas migratorias del presidente Donald Trump, según una encuesta realizada por la cadena CNN publicada el 17 de marzo. Esto señala claramente que lo que el pueblo estadounidense pide ya no es un candidato en perpetua campaña, sino un estadista que vele por los intereses del país.
Trump lleva ocho semanas en el poder y en este tiempo ha sido consistente con dos cosas: viajar para jugar golf (lo ha hecho once veces) y emitir órdenes ejecutivas migratorias (lo ha hecho cinco veces). Esta persistencia en combatir a la inmigración indocumentada carece de fundamento técnico, carece de valor práctico y ahora carece de apoyo popular.
Según el sondeo, el 60 % de los estadounidenses prefieren que la prioridad en el tema migratorio sea el desarrollar un plan que permita a los indocumentados que forman parte de la fuerza laboral, convertirse en residentes legales. Solo un 13 % cree que las deportaciones deben ser la prioridad.
Trump dijo en su primera intervención ante el Congreso que está abierto a la idea de una reforma migratoria, siempre y cuando se tome en cuenta “primero el bienestar de los estadounidenses”. Frente a esto, el presidente debería estar atento a lo que piensa la abrumadora mayoría de estadounidenses en relación a la reforma migratoria. La encuesta de CNN reveló que el 90 % de la población apoya ofrecer un camino a la ciudadanía para los indocumentados que trabajen, hablen inglés y además paguen impuestos.
Finalmente la encuesta subraya que los estadounidenses están más preocupados por el impacto de las deportaciones en el país (58 %), que por la criminalidad de los inmigrantes (40 %). Esto último no es una mera percepción de los encuestados, cuenta con el respaldo de múltiples análisis académicos.
Recientemente The Sentencing Project (TSP), organización que aboga por cambios en el sistema de justicia criminal, presentó una compilación de múltiples estudios sobre el tema carcelario, los cuales ofrecen varias conclusiones que vale la pena destacar.
TSP examinó datos de más de 40,000 inmigrantes mayores de edad que viven por todo el país y confirmó que este grupo étnico comete crímenes en menor proporción que los nacidos en Estados Unidos.
El endurecimiento de las medidas migratorias lejos de contribuir a resolver el problema del crimen en el país, lo profundiza. Una encuesta efectuada en el sur de California por Lake Research Partners arrojó un alarmante resultado: un 44% de los latinos de esa área dijeron que es menos probable que reporten crímenes a la policía, si tienen miedo a que se les pregunte por su estatus migratorio.
Gastar en un ridículo, costoso e inútil muro, contratar agentes migratorios a diestra y siniestra, o expandir el temor entre la comunidad inmigrante mediante el endurecimiento de controles migratorios en las ciudades, no beneficia al país y tampoco le beneficia a la imagen de Trump. Según una encuesta de Gallup, el porcentaje de personas que desaprueban la gestión de Trump pasó de 44 % durante su primera semana de gobierno al 58 % tras ocho semanas en el poder.