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La comunidad latina de Winston-Salem sufrió una dolorosa tragedia el pasado fin de semana. Lo que para tres adolescentes latinos comenzó como un peligroso juego, terminó en el fatídico asesinato de un niño latino de 5 años de edad.

La tarde del sábado Oscar Méndez Rodríguez, de 17 años de edad, junto con un joven de 15 años y otro de 14 años, consiguieron una pistola calibre .38, se montaron en un auto, y por alguna inexplicable razón pensaron que era una buena idea aterrorizar un conjunto de apartamentos, así que comenzaron a disparar contra varias viviendas alrededor de las 5:20 p.m.

Testigos aseguraron que se vio a los adolescentes disparar varias veces mientras conducían. Las balas comenzaron a volar en medio de una zona altamente poblada por latinos, hasta que uno de los proyectiles alcanzó la habitación de un niño pequeño: Alberto Ríos Navarrette.

El niño cayó al piso con una herida de bala en la cabeza, en medio del horror de sus padres y su hermana de 3 años quienes estaban dentro del apartamento cuando ocurrieron los disparos. El niño fue llevado a un hospital, donde se sometió a una cirugía de emergencia, pero los esfuerzos médicos fueron en vano, y cerca de las 8:00 p.m. el pequeño falleció.

Los padres del niño, Alberto Ríos y Alma Navarrete no sufrieron heridas durante el incidente, pero quedaron devastados por la muerte de su pequeño hijo.

¿Qué motivó semejante acto de crueldad? Según un informe preliminar del Departamento de Policía de Winston-Salem, no había pruebas de que el apartamento de la víctima fuera un objetivo intencional, es decir, las autoridades piensan que esta tragedia es un acto aleatorio de violencia.

Los tres adolescentes acusados de haber perpetrado este crimen sin sentido, fueron arrestados pocas horas después.
No podemos ni imaginar el enorme sufrimiento que está pasando la familia de este inocente niño de cinco años de edad. No podemos entender qué motivó a los tres adolescentes a convertirse en homicidas.

Hasta el cierre de la edición la policía continuaba recabando información sobre esta tragedia, pues aún quedan muchas preguntas por responder. ¿Se trataba de un acto de pandillas o fue simplemente un despliegue irresponsable de bravuconería? ¿De dónde obtuvieron el arma? ¿Dónde estaban sus padres o tutores?

Tristemente existe toda una cultura de violencia en la que, quizás por moda, se ven inmersos nuestros adolescentes. Muchos medios de comunicación locales subliman a criminales como héroes. Todavía se escuchan narcocorridos en algunas radios en español de Carolina del Norte, igualmente es evidente el abundante repertorio de series de televisión y películas que endiosan a delincuentes.

Esta cultura de violencia llega con lamentables consecuencias. Muchas ciudades de Carolina del Norte como Charlotte, Greensboro, Durham, y Winston-Salem, han experimentado una tendencia preocupante: a mitad del año en curso se ha alcanzado la misma cifra de homicidios registrados en todo el año . Este será uno de los más sangrientos en la historia de estas ciudades.

El problema de la violencia no es responsabilidad exclusiva de las autoridades, y si bien es cierto que existen factores socioeconómicos que permiten la proliferación de la violencia, también es cierto el vital rol de las familias, la enorme necesidad de educar a nuestros niños y jóvenes en valores, está la urgente necesidad de que los padres pasen tiempo con sus hijos y que puedan aprender de su ejemplo.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com