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La adrenalina se disparó por el cuerpo de Jericho Reyna y su instinto de supervivencia de desató al punto de cerrar desesperadamente las dos puertas del salón donde impartía clases. Atrincherar a sus alumnos fue lo primero que se le ocurrió cuando el terror lo invadió tras enterarse de la noticia sobre el tiroteo en la escuela primaria Robb en Uvalde, a unas 290 millas (unos 466 kilómetros) de distancia de su lugar de trabajo.

Nada volverá a ser lo mismo en Texas. No desde esa mañana del 23 de mayo cuando un tiroteo dejó una herida profunda en la comunidad de ese estado y en cada uno de sus habitantes. Dos profesoras y 19 niños entre 8 y 10 años, además de la abuela del agresor, fallecieron fulminados por las balas de Salvador Ramos, un latino de tan solo 18 años que con su acto desnudó las falencias estructurales de la sociedad estadounidense.

Jericho se encontraba con los estudiantes de séptimo grado de la Ortiz Middle School, de Houston, a quienes impartía la clase de Ciencia. De pronto, otra profesora se asomó con el rostro desencajado y el celular en la mano.

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"Mis estudiantes estaban terminando su tarea. Una maestra de al lado, tocó mi puerta y me enseñó su teléfono y leí lo que pasó. Cuando eso pasó, yo cerré las puertas —ya que hay dos por las que puedes entrar al salón—. Entonces sí me dio bastante miedo. No sabes si puede pasar hoy, mañana, la semana que viene. No sabemos qué va a pasar”, describe el profesor de 41 años en entrevista con La Noticia.

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Reyna trató de contener la calma a pesar de la demoledora noticia que le arrancó el aliento, y trató de transmitir a sus alumnos —quienes apenas rondan entre los 12 y 13 años de edad— la información con serenidad para evitar que se saliera de control la situación en el aula.

“Sí, yo hablé con muchos de los estudiantes y les dije que no, les dije que no iba a pasar o que nunca iba a pasar, aunque yo realmente no lo sé. Pero les dije que íbamos a cambiar unas cuantas cosas, las dos puertas van a estar cerradas, nadie puede abrirla. Si alguien trata de entrar yo iré a la puerta para ver si va a entrar. Ya no va a pasar eso y que ellos puedan entrar”, dice.

La tragedia que tiene a Texas en estado de shock

Salvador Ramos concretó su cruento plan luego de comprar dos rifles de asalto el mismo día que cumplió 18 años. Y no conforme, advirtió de sus violentos planes por redes sociales, primero a una desconocida en Instagram y después en su cuenta personal de Facebook

Según informó el gobernador de Texas, Greg Abbott, en una rueda de prensa, antes de dirigirse al colegio y abrir fuego con una pistola y un rifle, el joven latino disparó a su abuela en la cara y lo presumió igualmente en las redes. Después, avisó que iría a la escuela primaria de Robb, donde cometió la masacre.

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“Se siente muy feo y como maestro me siento frustrado y como que las cosas, los tiroteos, aumentan más cada año. Como maestro hoy en las clases muchos de los niños me preguntaban si sabían qué pasó, otros tenían miedo, preguntaban si íbamos a contratar más policías. Si realmente podía pasar en esta escuela. Entonces, la gente latina, los estudiantes que tengo, tienen miedo. Vieron las noticias y supieron que muchos de los niños que fallecieron eran latinos. La comunidad, los niños, los padres y los maestros estamos, como que las cosas están empeorando”, comenta Reyna.

Regulación de armas, la eterna discusión

Y es que en lo que va de año, se han producido más de 200 tiroteos masivos en diversos rincones de Estados Unidos, siendo el último el ocurrido en la localidad de Uvalde, donde radican unos 16,000 habitantes —en su mayoría latinos— a 80 millas (130 kilómetros) de San Antonio. No obstante, el gobernador republicano de Texas descartó que se requiera una regulación de armas para apaciguar los tiroteos masivos y puso los reflectores sobre el alarmante crecimiento de problemas mentales en la sociedad.

Empero, el debate sobre la posesión armamentística en la Unión Americana se desbordó masivamente.

“Yo estoy en contra. Yo no tengo pistola en mi casa, sé que hay derechos humanos que muchos piensan que deberían tenerla y está bien. Pero creo que las cosas deberían cambiar. Cada año estamos teniendo más y más tiroteos en las escuelas”, afirma Jericho. 

“Nuestro gobernador, él aunque a lo mejor no lo hizo formal, pero hace un año cambió las leyes y es más fácil tener una pistola, ya sin permiso. Con eso, muchos cuando vas a la tienda, ves a gente con pistola como si fuera normal. Pienso que eso no está bien. Si no lo cambian, las escuelas se verán como cárceles. Van a tener muchos policías y los niños van a tener miedo. Algo tiene que cambiar, tomará tiempo y solo lo saben ellos”.

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Más medidas tras tiroteo fatal en Texas

Después de la tragedia ocurrida en la localidad de Uvalde, el estado de Texas extremó las medidas preventivas en las escuelas de su territorio. Aunque el miedo sigue allí presente, latiendo aceleradamente.

“Sí, hay más policías en el frente de la escuela. Si eres un papá te dejan entrar, pero si es un desconocido no podrá entrar. Sí han cambiado unas cuantas cosas, nunca sabremos si es alguien que quiere hacer daño a los estudiantes o a cualquier persona. Se revisan unas cuantas (mochilas), pero lo que pasa es que los niños tienen que tener la mochila que puedes ver casi todo lo que está adentro. Es la medida de este año”, dice el profesor.

Y aunque en la mayoría de los tiroteos los artífices habían sido personas ajenas a la comunidad latina, el hecho de que esta vez el acusado fuera un joven latino, el estigma podría quedar presente causando secuelas aún difíciles de dimensionar.

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“Sí cambia la percepción (de los latinos). Realmente pensamos que eran solamente ciertas personas las que podían hacerlo. Creo que como es tan fácil comprar una pistola, es más fácil que comprar alcohol, él tenía 18 y lo compró e hizo lo que tenía planeado. Mató a su propia familia, como es tan fácil puede ser cualquier persona que esté enojada, teniendo problemas mentales”, lamenta Reyna.

Padre de tres hijos, Jericho recién el fin de semana vivió uno de los mejores momentos de su vida durante la graduación de su hija, a quien ha cuidado y aconsejado desde siempre, sabedor de las problemáticas sociales —como la recién ocurrida a unas 4 horas de distancia de su residencia— en este país.

“Yo he hablado con mi hija, porque está en la escuela conmigo. Le dije que si algo pasa tiene que esconderse, si no se puede esconder, debe comportarse como si estuviera muerta. No sé qué más decirle, no lo hemos vivido, pero no sabemos si va a pasar. Tiene que tratar de esconderse o estar en el piso como si estuviera muerta. Mis hijos de 19 y 18 años me mandan mensajes de texto, que tengo que tener mucho cuidado”, puntualiza.