El desabasto y las interrupciones en las cadenas de suministros que el país está sufriendo se debe a que, sin importar el impacto de la pandemia, la población sigue con un consumo acelerado.
A pesar de que la pandemia de COVID-19 continúa azotando el territorio nacional, los ciudadanos ven un alza en los mercados y muchos tienen sus cheques de desempleo.
Es por eso que la gente sigue gastando y comprando cosas.
Y es esa demanda del consumidor la que impulsa gran parte de la economía del país y que está causando una gran escasez de productos.
Además, las empresas están pidiendo y almacenando más productos de los que necesitan para no quedar desabastecidas.
Esto es a todas luces un círculo vicioso: la demanda interminable provoca la escasez de los productos.
Fue a raíz de que se levantaron las restricciones de contacto y movilidad que la población aumento la demanda de cosas.

Las compañías y centros de abastecimiento fueron sorprendidos por ese alto nivel de la demanda que no han podido equilibrarse.
A pesar de que una gran mayoría de ciudadanos siguen encerrados en casa, no han parado de comprar productos electrónicos, muebles, electrodomésticos y artículos deportivos.
La alta demanda de esos productos disparó la inflación en el país a niveles que no se veían desde 1990.
En cambio, la venta de servicios, como hoteles, restaurantes, cines y teatros, siguen sin recuperarse.
La tendencia a seguir comprando podría seguir hasta mediados del 2022, a no ser que haya un aumento en los gastos de servicios.
Si esto no sucede, la cadena de suministros del país, y hasta global, no se recuperará al 100% hasta el 2023.