En una iniciativa por renovar su programa de ejecución de la pena de muerte, el estado de Arizona renovó su cámara de gas y adquirió los ingredientes para producir gas cianuro, conocido como “Zyklon B”, el mismo químico que utilizó la Alemania nazi en la Segunda Guerra mundial en los campos de exterminio Auschwitz, Birkenau, Majdanek, entre otros. El programa había sido cancelado por terribles fallas en las ejecuciones.
Los planes del estado de Arizona fueron revelados por el periódico inglés, The Guardian, que obtuvo la información de solicitudes de registros públicos.
Según los documentos, el gobierno de Arizona gastó cerca de 2,000 dólares en un bloque sólido de cianuro de potasio, gránulos de hidróxido de sodio y ácido sulfúrico en diciembre de 2020. Los químicos son los empleados para generar el gas letal.
Durante los últimos meses, el gobierno de Arizona, encabezado por republicanos, se ha movilizado para reanudar y mejorar su programa de ejecuciones, el cual ha presentado notables fallas.
Terribles fallas en cámara de gas de Arizona
Los documentos también revelan que Arizona “restauró” la cámara de gas del estado, construida en 1949 y suspendida hace 22 años debido a la ejecución fallida del prisionero Walter LaGrand, quien tardó 18 minutos en morir en medio de asfixia y náuseas.
De esta forma, los presos condenados a la pena de muerte tendrán un método más para elegir cómo morir. La pena de muerte más común utilizada en la mayoría de los estados es la inyección letal.
Sin embargo, la última vez que el estado de Arizona utilizó la inyección letal tampoco obtuvo los mejores resultados. Joseph Wood demoró casi dos horas en morir, luego de recibir 15 dosis de una mezcla de drogas inyectables letales.
Ya hay candidatos
Actualmente, Arizona ha seleccionado a dos presos como posibles candidatos para ser ejecutados en su intento de reanudar las penas de muerte. El estado cuenta con una población de 115 personas en el corredor de la muerte.
Se trata de Frank Atwood, de 65 años, condenado a muerte por el asesinato de la niña de ocho años, Vicki Lynne Hoskinson, en 1984, y Clarence Dixon, de 65 años, sentenciado por el homicidio de la estudiante universitaria, Deana Bowdoin, en 1978.