Winston-Salem - Dolores Basaldúa, conocida por todos como “Lolita”, es una madre y abuela mexicana, quien luchó para cumplir su sueño de ser empresaria panadera y hoy después de 16 años de estar en el país, es dueña de la Pastelería Lolita’s Bakery, en Winston-Salem, donde trabaja con su esposo y sus seis hijos.
Basaldúa, de 51 años, es originaria de Tacamboro (Michoacán), lugar que dejó en 1998 cuando decidió cruzar la frontera junto a su hijito de 6 años, con la idea de llegar a Carolina del Norte para seguir con su profesión de panadera.
“Mis dos hermanas ya estaban aquí y me decían que solo había una panadería en la ciudad. Pensé que era una buena oportunidad para mi”, contó Basaldúa a La Noticia.
Ella recuerda que al segundo día de haber llegado empezó a hacer pan en la casa, que su hermana vendía en el vecindario. Poco después entró a trabajar a una fábrica, y allí el gerente le permitió llevar su pan para venderlo.
“Trabajaba de 5:00 a.m. a 5:00 p.m. y empezaba a las 6:00 p.m. a hacer el pan. Dormía entre 3 y 4 horas durante la semana, y los fines de semana mi hermana vendía en el vecindario”, dijo.
Para entonces ya había llegado el resto de su familia, su esposo Rey Hurtado, su otro hijo Rey y sus cuatro hijas: Gaby, Elena, Brenda y Lolita.
“Empezamos a trabajar todos y así estuvimos unos ocho meses hasta que conseguí el permiso para abrir una panadería”, contó la empresaria.
Abre su primer negocio
Era mayo de 2002 cuando abrió la panadería a la que le puso el nombre de La Espiga, la cual estuvo ubicada en University Road durante 10 años, hasta que el complejo comercial fue vendido y tuvieron que cerrar.
Así Lolita tuvo que volver a producir sus panes, pasteles y postres en casa. Esto hicieron por dos años hasta que reunieron dinero para arreglar una pastelería que había sido cerrada y entonces se dio de nuevo la oportunidad de abrir su negocio, esta ubicado en 420 de Jonestown Road donde ya lleva un año.
“Muchos ya nos conocían, por nuestro producto que es muy casero, y con los mejores ingredientes, sin químicos, y sobre todo sin colores artificiales”, afirmó con orgullo la empresaria.
Se enorgullece de sus logros
Basaldúa dice que siempre trata de actualizarse asistiendo a convenciones donde ha conocido personajes de la repostería, y aprendido nuevas técnicas y sabores para innovar en sus productos.
“Amo hacer pasteles, y me quedan muy ricos. Desde niña decoraba pasteles de arena, de atún, de lo que fuera. Y siempre quise casarme con un panadero y se me concedió”, cuenta la mexicana.

Luego de 35 años en esta labor, Lolita se siente orgullosa de lo logrado como una inmigrante que cruzó la frontera sin nada en las manos, solo con un sueño. “Me siento feliz y realizada como una empresaria que ama lo que hace y con toda mi familia unida trabajando”, expresó.
Lolita espera poder enseñar a otros lo que sabe, así como a sus dos hermanas que hoy también tienen su propio negocio, y espera que por lo menos uno de sus 17 nietos siga con esa profesión.