Para muchas comunidades, especialmente para los latinos, las iglesias son mucho más que lugares de adoración. Algunas se han convertido en centros comunitarios, en la oportunidad de crear nuevas amistades, o de mantener viva su cultura. Con la llegada del COVID-19 cambió de cierta forma la dinámica entre los feligreses y las iglesias. ¿Es riesgoso asistir a la iglesia? La verdad no debería serlo.
Durante el 2020 muchas iglesias se adaptaron a los cambios impuestos para combatir la pandemia e implementaron ciertas innovaciones. Otras decidieron hacer caso omiso a las recomendaciones médicas y se convirtieron en centros de propagación del COVID-19.
Tal fue el caso de la United House of Prayer for All en Charlotte. Pese a las advertencias de las autoridades realizaron un evento de dos días, que trajo a personas de todo el país en octubre del año pasado. ¿El resultado? Más de 200 contagiados y 12 muertos por COVID-19.
Hoy, con la llegada de las vacunas y la eliminación de ciertas restricciones, las iglesias reabrieron sus puertas; pero nuevamente enfrentamos un problema de salud pública con la proliferación de la variante Delta del coronavirus y, la reticencia de algunas personas a vacunarse.
Frente a esto, en lugares como el condado de Mecklenburg en Carolina del Norte, se están emitiendo órdenes para que se use mascarillas en eventos religiosos celebrados en espacios cerrados.
Varias iglesias ya mantenían esta política, y esta ordenanza no cambió en nada sus actividades, pero otras le han declarado la “guerra a las mascarillas” y, públicamente han manifestado que no acatarán tales disposiciones.
Cuando la iglesia y la política se mezclan
Tristemente, desde hace algunos años la polarización política en la que está sumergida el país también ha permeado a ciertas iglesias, haciendo que en muchos casos, el discurso partidario esté por encima del sentido común o incluso del propio Evangelio.
Por ejemplo, y según las escrituras, si hubo alguien que acogió a los despreciados de su comunidad, que dio la bienvenida a los inmigrantes, y que ofreció una mano a los menesterosos, fue Jesús.
Pese a esto, cuando hace unos años se radicalizaron las posturas políticas en contra de los inmigrantes, básicamente con fines electorales, muchas iglesias adoptaron creencias antiinmigrantes; ignorando el hecho de que el propio Jesucristo fue inmigrante y refugiado cuando estuvo en Egipto.
En el pasado cuando he dialogado con estas personas, me han dicho que más importante que la compasión es la obediencia a las autoridades. Paradójicamente son estos mismos líderes religiosos quienes ahora promulgan la idea de que no se obedezcan las ordenanzas de las autoridades, como el uso de las mascarillas.
¿Cuál es el problema de usar mascarillas en las iglesias?
No existen razones teológicas que impidan que una persona utilice una mascarilla en un templo o en una iglesia, de hecho en la Biblia es visto favorablemente el consultar a médicos y usar tratamientos medicinales.
Hay muchos versículos que hablan de utilizar “tratamientos médicos” como: la aplicación de vendajes (Isaías 1:6), aceite y vino (Lucas 10:34), hojas (Ezequiel 47:12), tomar algo de vino (1 Timoteo 5:23), y ungüentos; particularmente el “bálsamo de Galaad” (Jeremías 8:22). Así mismo, Lucas, el autor de los Hechos y el Evangelio de Lucas, es mencionado por Pablo como “el médico amado” (Colosenses 4:14).
Al parecer quienes se oponen a las mascarillas no lo hacen por razones bíblicas, sino eminentemente políticas. Si ese es el caso, hacemos un llamado a los líderes para que sean frontales y no confundan a su feligresía.
Por otro lado, aplaudimos a las iglesias que se esfuerzan por proteger a sus feligreses, implementando medidas de seguridad, practicando la compasión y el amor.
“No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”. Filipenses 2:4
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