Las estadísticas muestran que las personas no blancas tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones de salud por COVID-19, debido a factores sistémicos y sociales subyacentes. Existe una disparidad similar con respecto a las finanzas familiares, claramente visible dondequiera que las personas busquen ayuda.
Tomemos como ejemplo la zona oeste de Charlotte, con una gran población afroamericana, en donde un día la semana pasada, una gran cola de carros esperaba en un banco de comida con acceso desde el auto, organizado por Loaves & Fishes. Alisa Lockhart, residente de la zona oeste, vino a recoger una de las cajas gratuitas llenas de verduras, carne, y pan.
“Estoy aquí recogiendo comida para mi familia”, dijo Lockhart. “Mantengo a mi padre, quien está mayor. Con los productos frescos, la comida, las cosas que recojo aquí, me puedo ayudar a servirle y asegurarme de que tenga lo que necesita”, Lockhart agregó.

Su padre no es el único necesitado. Lockhart dijo que tiene suerte de que todavía tenga un trabajo de oficina en una empresa de servicios financieros. Pero varios miembros de su familia están sin trabajo. Su hija perdió su trabajo con Amazon Prime. Su sobrino fue despedido de su trabajo de tercer turno en el área de carga de una empresa de camiones, cuando el negocio disminuyó durante el cierre.
“Así que estos son los efectos con los que estamos lidiando en mi familia inmediata”, dijo.
Multiplique esto varias veces y tendrá una imagen del precio económico de la pandemia para los residentes afroamericanos y latinos.
“Si se está preguntando si existen desigualdades raciales en nuestra comunidad, no busque más allá de ver a quién estamos alimentando”, dijo Tina Postel, directora ejecutiva de Loaves & Fishes, una organización que opera 41 bancos de comida en el condado de Mecklenburg. Debido a COVID-19, la organización cerró sus bancos de alimentos con establecimientos físicos, y cambió a sitios que son accesibles por auto, donde la gente puede recoger comida y otros productos, como hicieron la semana pasada en Tuckaseegee Road.

Postel dijo que el 85% de los clientes de Loaves & Fishes en este momento son personas no blancas, comparado con 80% el año pasado. Los afroamericanos representan 46%, los latinos representan 39%. Ellos son “personas que viven en comunidades marginadas, no ganan un salario digno, y luchan por poner comida en la mesa”, dijo.
La Coalición Latinoamericana de Charlotte también está experimentando un aumento en la demanda de servicios.
En respuesta a la pandemia, la organización inició una línea de ayuda en español en marzo para asistir a los clientes a encontrar ayuda con beneficios, vivienda y otras necesidades. Las dificultades para pagar la renta son las llamadas más comunes, dijo el director de la coalición, José Hernández-Paris.

“Las llamadas aumentan al fin y al principio de mes, con personas buscando apoyo financiero para la renta específicamente, y otras cosas”, dijo.
La línea de ayuda recibió alrededor de 3,000 llamadas en los primeros meses y continúa recibiendo de 200 a 250 llamadas por semana, específicamente relacionadas con la asistencia de COVID-19, dijo Hernandez-Paris. Debido a que los residentes latinos tienen más probabilidades de alquilar sus casas que de ser dueños, se preocupan mucho por los desalojos, dijo.
“A pesar de que hay suspensiones (de desalojo) y cosas así, la gente sigue siendo desalojada. La gente llama a nuestra línea de ayuda desde sus autos diciendo: ‘Estoy en mi auto con dos niños y no tengo adónde ir. Nos echaron’.”, dice Hernandez-Paris.
Desempleo en aumento
Como la familia de Alisa Lockhart, muchas personas no blancas están lidiando con trabajos o salarios perdidos a medida que se eliminan sus trabajos, se recortan horas o sus pequeñas empresas quiebran. Y eso también se refleja en las estadísticas.
Los residentes afroamericanos representaron el mayor porcentaje de solicitudes de seguro de desempleo en Carolina del Norte en septiembre: 43%, según la página web estatal de datos sobre solicitudes de seguro de desempleo. Pero las personas afroamericanas son solo el 22% de la población general del estado.
Los residentes blancos hicieron el 42.6% de las solicitudes, a pesar de que representan el 70% de la población. Los residentes latinos hicieron el 6.6% de las solicitudes, pero representan el 9.8% de la población. Más de la mitad de las solicitudes están relacionadas con COVID-19, según funcionarios estatales.
Una encuesta de la Universidad de Harvard realizada en la primavera encontró que el 58% de los hogares latinos y el 53% de los hogares afroamericanos experimentaron una disminución de sus ingresos en los primeros meses de la pandemia. Por el contrario, solo el 39% de los hogares blancos y el 44% de los hogares asiáticos informaron una disminución de ingresos.
Aunque la economía haya mejorado levemente este otoño, las tasas de desempleo entre los trabajadores afroamericanos y latinos son mucho más altas que el promedio nacional. La tasa de desempleo nacional fue el 6.9% en octubre. La tasa de desempleo entre los trabajadores afroamericanos fue el 10.8%, entre los latinos fue el 8.8%, y fue el 6% para los blancos.
Factores a largo plazo
Los factores económicos subyacentes han amplificado el impacto de la pandemia para los trabajadores afroamericanos y latinos. Antes de la pandemia, históricamente ambas comunidades reportaron tasas de desempleo más altas, brechas salariales significativas e ingresos familiares más bajos que los blancos. A nivel nacional, en 2018, el ingreso familiar promedio de las familias afroamericanas fue $41,692, comparado con $70,642 para las familias blancas, según el Instituto de Política Económica.
En 2018, los residentes afroamericanos eran el 34% de los pobres del condado de Mecklenburg, y los residentes latinos el 20%, según datos del Censo de Estados Unidos.
Las familias afroamericanas y latinas a menudo tienen solo una fuente de ingresos por hogar y tienden a tener reservas de efectivo más bajas para enfrentar los despidos o la pérdida de ingresos durante la pandemia, según el Instituto de Política Económica.
Muchos trabajadores latinos tienen trabajos de servicios o en la construcción con salarios más bajos, los cuales no se pueden hacer desde casa. Y son más susceptibles a permisos sin sueldo o despidos. Incluso si pueden seguir trabajando, cuando COVID-19 golpea una tienda o un sitio de construcción, eso significa una pérdida de ingresos. “No tienen tiempo personal ni vacaciones ni nada que cubra o que les pague mientras no estén trabajando”, dijo Hernandez-Paris.
Él cita otra preocupación que la Coalición Latinoamericana ha estado escuchando: los inmigrantes latinos frecuentemente mantienen a sus familias en sus países de origen.
“No solo se están cuidando aquí y tratando de sobrevivir, sino que están enviando dinero a las comunidades en sus países nativos, donde son aún más estrictos...En algunos países, por ejemplo, están usando el ejército en las calles para asegurar de que la gente se quede en casa. Así que la única forma en que reciben algo de apoyo es de sus familiares aquí. Por eso, es un doble desafío para muchas de nuestras familias”, explicó Hernandez-Paris.
Las pequeñas empresas igualmente tienen dificultades
Al igual que los hogares, las empresas propiedad de afroamericanos y latinos también han sufrido en medio de la pandemia de COVID-19.
Una investigación de la Universidad de Stanford encontró que el 32% de las empresas propiedad de latinos y el 41% de las empresas propiedad de afroamericanos de todo el país desaparecieron entre febrero y abril del 2020, comparado con el 17% de las empresas propiedad de blancos. Las pérdidas fueron más altas que el promedio nacional porque muchos de esos negocios se concentraron en las industrias de restaurantes, hoteles y transporte, que fueron devastadas por los cierres que se extendieron por todo el país.
En el condado de Mecklenburg, es difícil encontrar datos. Pero Rocío González, de La Cámara de Comercio Latinoamericana de Charlotte, estimó que entre el 10% y el 15% de los 400 miembros de la organización han cerrado sus operaciones desde marzo.

“Hay muchos miembros, hay muchos negocios que están cerrando”, dijo González.
Muchos otros han dicho que no pueden seguir pagando las cuotas anuales de la cámara, que van desde $150 para una microempresa hasta $1,000 para una corporación.
Para algunas empresas, COVID-19 ha forzado nuevos modelos comerciales. “Hemos visto a muchos de ellos cambiar y pasar a fabricar productos que se necesitan en este momento”, dijo Gonzalez. Mencionó una empresa de impresión que antes imprimía panfletos y folletos para eventos, que ahora hace volantes acerca de la seguridad relacionada con el COVID-19.
La propia Cámara Latinoamericana ha pasado de dedicarse a la educación y el apoyo a las empresas, a la operación de programas de distribución de alimentos en la comunidad latina, gracias a subvenciones municipales y privadas.
Buscando ayuda federal
Obtener asistencia federal también ha sido difícil, pero es complicado cuantificar el problema.
Cuando los funcionarios federales publicaron datos en julio que mostraban cuales negocios locales obtuvieron préstamos del Programa de protección de pago (Paycheck Protection Program, o PPP, por sus siglas en inglés), la mayoría de los dueños de negocios no especificaron su raza o etnia. Entre el 8% que lo hizo en Charlotte, 187 se identificaron como blancos, 19 asiáticos, seis afroamericanos, y cuatro latinos. Menos del 3% eran empresas propiedad de afroamericanos, y menos del 2% eran empresas latinas.
A nivel nacional, solo el 14% de los propietarios de negocios proporcionaron su raza u origen étnico, según el Centro de Honradez Pública (Center for Public Integrity). De esos, menos del 2% de los préstamos se destinaron a empresas propiedad de afroamericanos y el 6.6% a empresas propiedad latinos en todo el país.
Incluso con datos limitados, parece que las empresas propiedad de afroamericanos y latinos no obtuvieron préstamos de PPP en la misma proporción que otros grupos. Nuevamente, eso probablemente tiene que ver con los desafíos que enfrentaron estos dueños de negocios antes de la pandemia. El grupo de investigación con sede en Durham, El Centro de Préstamos Responsables (Center for Responsible Lending), descubrió que los bancos otorgan préstamos a empresas más grandes y negocios con los que ya tenían una relación.
La directora de la Cámara de Comercio Afroamericana de Charlotte Mecklenburg, Shante Williams, dijo que esas relaciones son fundamentales.

“Si es una empresa más grande, probablemente ya tenía una relación bancaria”, dijo Williams. “Probablemente ya tenía listos sus documentos financieros. Es posible que el banquero incluso le haya llamado y le haya dicho: ‘Oye, esto llegó, te vamos a poner primero en la fila’”.
Cuando la cámara vio que las empresas afroamericanas no obtenían préstamos de PPP, intervino para ayudar creando su propio programa local de subvenciones. Pero la cámara solo pudo ayudar a 15 ó 20 empresas en el área de Charlotte, que según Williams, era solo una gota de agua en el océano.
Además, dijo Williams, muchas empresas afroamericanas entraron en la pandemia con una gran falta de capital.
“Lo llamamos modo de supervivencia, realmente permanecer en el, ‘hacer lo suficiente para asegurarme de que puedo mantener a flote el negocio y tal vez pagarme algo, pero no prosperar’”, dijo Williams.
Para mantener a flote sus negocios, Williams dijo que muchos propietarios vendieron equipos, encontraron “side hustles” (actividades económicas que se hacen al margen de su trabajo), o usaron dinero que habían estado ahorrando durante años.
Empresas manteniéndose a flote
Eso es lo que le sucedió a Lamont Love, el dueño de Blaq Lyte Tattoos en el noreste de Charlotte. Cuando el cierre lo obligó a cerrar sus puertas en marzo, dependió de sus ahorros para mantenerse a flote.
“Soy bastante competente con el dinero. Así que realmente no estábamos sufriendo”, dijo Love. “Quiero decir, ya sabes, estaba preparado”.
Después de que le negaran una vez un préstamo de PPP, Love decidió no volver a solicitarlo. Reabrió en mayo y dice que su negocio se ha recuperado lo suficiente como para reponer los ahorros que utilizó mientras estuvo cerrado.
Hace veinte años, Mario Ramírez estuvo entre una ola de inmigrantes latinos que se mudaron a Carolina del Norte en busca de una vida mejor. Ramírez abrió un negocio de fotografía y videografía en Charlotte enfocado en eventos como bodas y fiestas de cumpleaños.
“Para mí, Carolina del Norte ha sido un mercado que tiene mucho potencial económicamente”, dijo Ramírez.
Luego vino el coronavirus.
El primer caso de COVID-19 fue identificado en Carolina del Norte el 3 de marzo. Nueve días después, el 12 de marzo, Gobernador Roy Cooper instó a las comunidades, empresas, y residentes a cancelar los eventos. Luego, Cooper emitió una orden ejecutiva que prohibió las grandes reuniones de 100 personas o más. El negocio de fotografía de Ramírez se agotó, debido a la cancelación de bodas y otras fiestas.
“Cuando me di cuenta de que esto no iba a pasar tan rápido, me sentí como si estuviera cayendo en un abismo, tanto emocionalmente como económicamente. Y me dije a mí mismo: ‘Tienes que intentar salvar esto de la mejor manera posible’”, dijo Ramírez. “Pero fue muy difícil tanto emocionalmente como económicamente. Me puso contra la pared”.
Ramírez ha superado la pandemia hasta ahora. Guardó algunos ahorros, a los que recurrió durante el cierre.
“Y eso es lo que me ayudó a sobrevivir durante esos meses difíciles”, dijo. “Sin eso, no sé dónde estaría hoy”.
Reflexionando sobre una recuperación lenta
Dado que el virus continúa propagándose este otoño, algunos empresarios y trabajadores afroamericanos y latinos están preocupados por el futuro.
El propietario de Blaq Lyte Tattoos, Lamont Love, dijo que se está concentrando en su negocio y su familia, y se está preparando para un segundo cierre.
“Si sucede por segunda vez, pues, todo lo que se puede hacer es básicamente correr con la ola”, dijo Love. “Haz lo que tengas que hacer, cuida a tu familia y de ahí vamos”.
El negocio de fotografía de Mario Ramirez había decaído, pero dice que el trabajo está mejorando. Está firmando contratos para eventos en el 2021 y eso le da esperanza. Pero Ramírez dijo que aún no ha regresado a donde quiere estar.
“Todavía tenemos esa sensación de dudar si se llevarán a cabo o no, pero al menos en este momento estamos creciendo, lentamente, pero creo que estamos creciendo”, dijo.
La directora de la Cámara de Comercio Afroamericana de Charlotte Mecklenburg, Shante Williams, les dice a los dueños de negocios que van a necesitar “dinero y paciencia”.
“Se necesita dinero para operar un negocio,” dijo. “Pasamos por esa estrategia de reapertura gradual. Se requiere dinero para volver a encender la luz”.
Los bancos, ella agregó, van a necesitar ser pacientes.
“Creo que es necesario tener paciencia, el proveedor de capital realmente tiene que darle a la gente la oportunidad de volver al trabajo y comenzar a generar ingresos, antes de que comience...a sacar su dinero de ese negocio”.
Regresando al trabajo
Sederic Banks de Charlotte fue una de las muchas personas no blancas que perdieron sus trabajos al comienzo de la pandemia. Trabajaba para un contratista que suministra comida y bebidas a los estadios de los Panthers, Knights y Charlotte Hornets. Fue despedido cuando esos deportes profesionales cancelaron sus temporadas.
Sobrevivió con cheques de desempleo hasta hace dos semanas. Cuando se le acabó la comida la semana pasada, buscó ayuda en el banco de alimentos móvil de Loaves & Fishes en la zona oeste de Charlotte.
Pero también hay una luz al final del túnel para él. Le llamaron para trabajar de nuevo en el estadio Bank of America. “Digo, ha sido bastante difícil. Pero estoy contento de estar de regreso”, dijo Banks.
Para este artículo colaboraron Maria Ramírez Uribe y Gracyn Doctor.
Esta nota también está disponible en inglés en WFAE
Este artículo es parte de una serie colaborativa que examina el impacto económico del COVID-19 en las comunidades afroamericanas y latinas. La serie se produce a través de una colaboración entre WFAE, Charlotte Ledger, QCity Metro, y La Noticia. Cuenta con el apoyo de fondos de Facebook, el Fondo del Laboratorio de Noticias Locales de Carolina del Norte (NC Local News Lab Fund), Google, y los miembros de WFAE.