Ya es un hecho. Lo que se anunció hace días comenzó con la deportación de un lote de migrantes venezolanos desde Estados Unidos hasta su país de origen. Subieron al avión atados de manos y pies, literalmente, y se devolvieron con el sueño americano roto.
Esta medida no es una sorpresa, pero muchos mantenían la esperanza de ingresar a suelo estadounidense como lo han hecho seguramente sus propios familiares y conocidos. Con ello, Estados Unidos cumplió con la reanudación de los vuelos de deportación a Venezuela, regresando a cerca de 130 migrantes hasta el Aeropuerto Internacional de Maiquetía.
En marcha el intento por frenar la migración de suramericanos
El primer avión, un Boeing 737, partió de Harlingen, Texas, y realizó una escala en Miami antes de aterrizar en Caracas, la capital de Venezuela. A bordo se encontraban hombres y mujeres venezolanos que habían sido trasladados al avión en autobuses, y muchos de ellos llevaban esposas y tobilleras. Fueron sometidos a un proceso de revisión por parte de funcionarios de migración estadounidenses antes de abordar la aeronave.
El gobierno estadounidense anunció previamente que este sería un importante intento por enfrentar el creciente número de solicitantes de asilo, aunque plantea una serie de desafíos y preocupaciones.
Se espera que este sea el primero de los "múltiples" vuelos semanales que se harán como parte de una exención a las restricciones de viaje emitida por el Departamento de Transporte de Estados Unidos. Esto coloca a Venezuela entre los principales destinos para las autoridades de inmigración estadounidenses.
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¿Mejoran las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela?
La primera deportación se produce un día después de que el gobierno venezolano y la oposición acordaran trabajar en la creación de condiciones electorales, lo que resultó en el levantamiento de algunas sanciones por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sobre los sectores de petróleo, gas y minas de oro de Venezuela.
Nicolás Maduro, mandatario de la nación suramericana, expresó en días recientes su acuerdo de recibir a los nacionales de vuelta. La negociación dejó abierta la pregunta de si se están flexibilizando las relaciones entre ambos países.
Desafíos y esperanzas: las dos caras de la moneda
Los migrantes deportados son personas que huyen de una compleja crisis social, política y económica. Desde la caída del precio mundial del petróleo y la mala gestión gubernamental hace una década, Venezuela ha experimentado una espiral descendente en su calidad de vida.
La población lucha contra la inflación de los alimentos, el cierre de empresas y la imposibilidad de satisfacer sus necesidades básicas con un salario mínimo mensual de tan solo 3,70 dólares. En este contexto, el gobierno de Maduro ha prometido poner recursos a disposición de los migrantes deportados.
Está por verse si las deportaciones en respuesta al aumento de la migración venezolana logra disuadir a los suramericanos de arriesgar sus vidas emprendiendo peligrosos viajes que incluyen el paso por la Selva del Darién, entre Colombia y Panamá.
Con información de The Associated Press.