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El sueño más recurrente en la infancia de Tom Brady no era para nada distinto al de cualquier otro niño de su edad en California.

Aquel pequeño originario de San Mateo vestía el jersey número 16 de Joe Montana y se desprendía del balón hasta entregarlo a Jerry Rice en las diagonales en esa película que tantas veces repitió en su creativa mente.

Ahora, con 44 años y pese a tener siete anillos de Super Bowl, alguna que otra pesadilla irrumpe su tranquilidad.

El solo imaginarse lejos de los emparrillados le aterroriza.

Y recordar la derrota más dolorosa de su vida lo lleva a aferrarse a una rutina que le ha servido para conservarse tan fresco que aún domina una liga plagada de jóvenes talentos que ni siquiera habían nacido cuando él debutó.

Cada mañana su despertador suena a las 6 am para recordarle que el tiempo es solo un suspiro y jamás le habrá sido suficiente para saciar su sed de triunfos

Es por eso que se levanta de la cama sin pensarlo dos veces, se bebe 20 onzas —poco más de medio litro— de agua con electrolitos y comienza a ejercitarse.

“La pasión por el juego le da solidez a muchos aspectos de mi vida”, dijo el quarterback de los Buccaneers durante el evento México Siglo XXI de la Fundación Telmex

"Tengo temor de cuando esto termine, porque lo amo. Pero al mismo tiempo tengo la oportunidad de seguir teniendo mucho éxito y no dejaré de buscarlo”.

Actual campeón de NFL y va por más

TB12 recién se convirtió en el e convirtió en el cuarto jugador de la NFL con más edad en iniciar una temporada como titular.

Lo hizo tras ganar un histórico séptimo campeonato, que lo tiene como el más ganador de todos los tiempos, incluso, más que cualquier franquicia de la liga.

Y aún así, quiere más.

“Todavía siento ganas de ganar otro campeonato, la motivación es el compromiso que tengo con mis compañeros”, afirmó.

Será por su mentalidad de acero o por esa genuina obsesión por alcanzar la perfección, pero Brady hizo de sus errores la motivación perfecta para no cesar en su intento por demostrar cuan equivocados estaban quienes no creyeron en él.

“Siempre quiero ser el mejor en todo, en el campo, en mi casa como padre. En todo”, señaló.

El día que Brady fue despreciado 198 veces

Pero aunque en su mente siempre germinó la idea de ser el mejor, el 16 de abril del 2000 en el Hulu Theater del Madison Square Garden, marcó un hito en su carrera.

Cuando su ilusión se desmoronó conforme escuchó 198 nombres antes que el suyo en el NFL Draft.

“Tuve mucha suerte en llegar a New England, porque entré con un coach increíble (Bill Belichick), a un equipo motivado y con sed de éxito”, dijo. 

“Era un lugar perfecto para mí. Le demostré a todos los equipos que no me seleccionaron que se equivocaron, eso me motivó mucho”.

“Mi primer día en el equipo vi al dueño bajar por las escaleras y le dije ‘señor Kraft, soy Tom Brady y quiero que sepa que nunca se lamentará de haberme seleccionado’”.

Y así fue.

De formación ganadora

Con los Patriots ganó seis de sus siete anillos de Super Bowl —en gran medida—gracias al impulso de sus padres.

“Sabía que no sería seleccionado en la primera ronda, pero luego pasó la segunda, tercera cuarta, y perdí toda la confianza en mí”, admitió.

Pensé que nadie me seleccionaría y no jugaría de forma profesional”.

"Cuando llegaron a las últimas rondas sentí ansiedad, pero ahí estaban mis padres que me dijeron ‘hijo va a ser muy afortunado el equipo que te seleccione. Nosotros sabemos lo que realmente vales’”. 

Siempre me apoyaron”.

'El momento que más tengo en mente'

Sin embargo, así como aquel trago amargo que saboreó en el Draft, la derrota más dolorosa de su vida marcó para siempre su carrera.

“Sin duda el momento que más tengo en mente de mi carrera fue la derrota en el Super Bowl (ante Giants) del 2007”, reconoció. 

"Ya había logrado muchos éxitos, pero sobresale ese momento. Ganamos todo, estábamos perfectos, desearía volver a jugar esa final”. 

“Sería algo que cambiaría en mi carrera. Después de eso me di cuenta lo difícil que era ganar un Super Bowl”.

Brady soñaba con ser Montana

De aquel pequeño Tom Brady, que quedó maravillado al presenciar The Catch a tan solo unos metros, se escriben a diario un sinfín de anécdotas después de transformarse de un completo desconocido a leyenda.

Pero en su cabeza, siempre estará el recuerdo de su tranquila infancia en California.

“De niño jugaba a ser Joe Montana y lanzarle el balón a Jerry Rice. Me veía siendo como él, ahí creció mi amor por el juego”, recordó. 

“Crecí en la Bahía de San Francisco como fan de los 49ers, así que ahí me motivé por el juego”. 

“En la escuela solamente queríamos jugar y ser Joe Montana. Fue un gran lugar para crecer”.

Y con el tiempo, aquellas figuras que lo inspiraron, ahora le permiten comer en la misma mesa, tal y como le enseñaron en casa que podría hacer siempre y cuando creyera en sí mismo.

“Como atleta mi ídolo era Michael Jordan en el básquetbol, Barry Bonds en el béisbol y en la NFL Joe Montana y Steve Young. Pero mi padre fue mi ídolo, tuve a uno muy trabajador”, comentó.

“Sencillamente le tengo amor a este deporte, la única manera de describirlo que hay muchos niños y niñas en México que les encanta jugar fútbol, lo aman, lo juegan en todos lados”. 

“Eso me pasaba. Ya son 22 años entrenando y me sigo sintiendo como un adolescente”.

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