Existen muchas razones para no gritar a tus hijos y vale la pena que las conozcas. Aun cuando es normal que en ocasiones hayas perdido la paciencia, lo importante es que no te excedas.
No eres una mala madre o mal padre si en alguna que otra ocasión has estallado en gritos. Sin embargo, hacer una rutina para llamar la atención de los niños no los ayuda en su desarrollo afectivo y psicológico positivo.
Dentro de todas las razones que hay para no gritar a tus hijos podemos revisar algunas de gran relevancia:
La autoestima se reduce
Los padres que gritan con frecuencia hacen sentir miedo. Esto se nota en niños retraídos, poco sociables y con muy baja autoestima. El manejo de las emociones se ve interrumpido. Un niño maltratado por gritos siente que no puede complacer a sus padres, pierde el amor propio y la confianza.
No contribuye a disciplinar
Los padres que gritan tratan de hacer notar la autoridad. Pero, lejos de ser un arma para disciplinar se está volcando a formar niños rebeldes. Como mecanismo de defensa los gritos bloquean las voces, es como si realmente no escucharan. He ahí la respuesta de algunos padres que sienten que sus hijos no los escuchan.
Comunicación rota
Es indiscutible que si tu hijo espera que le levantarás la voz, lo que menos tratará es de estar cerca de ti. Esto rompe los canales de comunicación que son prioritarios para una relación familiar sana. De hecho, no en vano las primeras acciones de los adolescentes que han crecido en ambientes insoportables es salir del núcleo familiar.
Se fomenta la violencia
Levantar la voz a tus hijos abre una vía hacia conductas de violencia que se manifiestan a medida que crecen. Desde la edad escolar se comienzan a ver los resultados, pero de ahí se forma una cadena difícil de romper hasta llegar a adultos que gritan, pelean y golpean.
Educar sin gritar es posible
Las huellas que se dejan en los hijos los constantes gritos pueden ser irreversibles. En general hay sentimientos y conductas que se forman y deshacerlos no es fácil. Es por ello que debemos intentar:
- Establecer qué tipo de padre o madre quieres ser. ¿Eres de los que piensan que más vale ser temido que odiado? Todo tiene un límite.
- Practicar el autocontrol antes de perder la paciencia.
- Analizar si la conducta que tienes es la adecuada, muchas veces gritamos sin darnos cuenta.
- Hablar con amor, afecto, de manera asertiva y empática.
- Respetar a tus hijos.
- Pedir disculpas y expresar tus emociones frente a tus hijos cuando hayas actuado de forma inapropiada.