A pesar de que las autoridades mundiales están haciendo los mayores esfuerzos por distribuir la vacuna del COVID-19, las acciones parecen pocas ante un virus que continúa mutando y cada día las variantes son más letales.
Aunque en varias ocasiones parece apreciarse una luz al final del túnel, el mundo continúa inmerso en una pandemia que solo podría controlarse si un alto porcentaje de la población es vacunado.
Sin embargo, los esfuerzos de los gobiernos y las autoridades mundiales se ven disminuidos debido a los rumores que existen alrededor de las vacunas.
Entre la supuesta causa de esterilidad y microchips, uno de los rumores más recientes sobre la vacuna contra el COVID-19 que se hizo viral en redes sociales es el de que magnetizan el cuerpo.
Tras ser vacunadas, las personas suben fotos a redes sociales haciendo la “prueba del tenedor”, que consiste en colocar un tenedor o cualquier tipo de cubierto en el brazo para demostrar que queda adherido a la piel supuestamente a causa del magnetismo que provoca la vacuna.
Pero, ¿ las vacunas contra el COVID-19 magnetizan nuestro cuerpo?, ¿por qué se pegan metales al brazo?
Las vacunas no contienen ni chips ni imanes o cantidades suficientes de materia que pueda generar magnetismo en nuestro cuerpo.
Si bien, algunas vacunas como la de AstraZeneca contienen componentes como el hidróxido de aluminio en forma de gel, es imposible que esas cantidades mínimas causen que un imán se pueda pegar a la piel. Además, dicha sustancia se utiliza desde hace décadas en las vacunas y no causa ningún tipo de daño.
“Esos adyuvantes -N. de la R.: sustancias que se añaden a una vacuna para potenciar o dirigir la respuesta inmunológica- contienen a esos metales en formas químicas completamente inocuas y en una cantidad insignificante comparado con lo que tiene el atún de lata, por ejemplo. Está completamente probado que no tiene ninguna consecuencia y se usan desde hace décadas en las vacunas que les damos a los bebés”, explicó al sitio Chequeando Eloísa Arana, doctora en Bioquímica y Biología Molecular del Conicet.
Entonces, ¿por qué los metales u otros materiales se adhieren a nuestro brazo después de la vacuna?
Los objetos se quedan pegados al brazo a causa de la tensión superficial y la fricción entre el elemento y el brazo, explicó en su cuenta de Instagram Fabricio Ballarini, doctor en Ciencias Biológicas por la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Se conoce como tensión superficial a “la superficie del agua que se comporta como si estuviera cubierta por una membrana muy delgada”.
En otras palabras, la tensión superficial que genera el agua es equivalente a una delgada membrana que tiene la fuerza para aguantar objetos como un clip o una aguja. Otro ejemplo más común son algunos insectos que podemos ver posados en el agua de una alberca sin hundirse.
“Los objetos -no solo los objetos imantados- pueden pegarse a nosotros porque existe una propiedad que se llama ‘tensión superficial’. El agua que hay entre los objetos y nuestro dedo genera una especie de ‘pegatina’”, explicó Ballarini.
La cadena inglesa BBC también explicó el fenómeno y aseguró que lo que causa que un imán u objeto metálico se peguen a nuestro cuerpo son la combinación de los aceites de la piel y la tensión superficial.