Permanece la constante amenaza del COVID-19, en donde varias figuras importantes, incluyendo el ex presidente Donald Trump, continúan minimizando una de las peores pandemias de Estados Unidos; es oportuno revisar la historia y descubrir las consecuencias de un presidente que murió por no escuchar las recomendaciones de los médicos, sino seguir su instinto de mostrarse como “hombre duro”.
William Henry Harrison, noveno presidente de Estados Unidos, murió después de estar en el poder solo un mes. Falleció luego de dar un largo discurso al aire libre, tras creerse más fuerte que el clima y “una simple gripe”.
Una carrera prometedora
Harrison fue un militar activo, héroe de guerra (sirvió como general en la Guerra de 1812), político infatigable quien fue elegido miembro de la Cámara de Representantes, Senador, y diplomático con fuertes nexos con Latinoamérica.
En 1828 se reunió con Simón Bolívar para urgirle que adopte un modelo democrático parecido al estadounidense en la Gran Colombia. En 1840 Harrison fue elegido presidente de Estados Unidos.
Este incansable político había escalado hasta la cumbre de su carrera y quería hacérselo saber al mundo, sin embargo el clima cambiaría el curso de su destino.
Un hombre duro
El día de la ceremonia de posesión de la presidencia, el 4 de marzo de 1841, fue particularmente frío y húmedo. Harrison cabalgó a lomo de caballo hasta el podio, sin usar sombrero ni abrigo, pues quería que el pueblo que lo eligió lo pudiera ver mejor.
En medio del frío el nuevo presidente pronunció el discurso inaugural más largo de la historia de una inauguración presidencial (cerca de dos horas). Sus asesores le pidieron que lo acortase, pero Harrison había trabajado arduamente en su texto de 8,445 palabras y prefirió omitir cortes significativos.
Por si esto fuera poco, luego participó del desfile en su honor (a la intemperie) y otros tres eventos sociales.
Una vez en el poder estableció su equipo de trabajo y comenzó a impulsar reformas que pensaba serían su legado, sin embargo el mandatario había contraído un resfriado que prefirió ignorar.
La vida le pasó factura
Su enfermedad empeoró tres semanas después de haber asumido el poder y pese a las recomendaciones del doctor de la Casa Blanca, quien le pidió que descansara, su apretada agenda de trabajo y su deseo por transformar la nación, no le permitieron tener un momento de tranquilidad.
Luego de varios días de tratamientos infructíferos (los cuales incluyeron desde la aplicación de aceite de castor, hasta opio), William Henry Harrison murió, y ninguna de sus reformas se implementaron.
Su nombre paradójicamente se destaca en la historia no por sus logros militares o políticos, ni por sus intenciones de reformar la nación. Harrison tiene el récord de ser el presidente que pronunció el discurso inaugural más largo de la historia, así como ser el primer presidente en morir en sus funciones; y el que menos duró en el cargo (30 días, 12 horas, y 30 minutos).
Y usted ¿escuchará las recomendaciones de los expertos?
Al leer esta historia muchos pensarán con reproche que Harrison fue un descuidado por no preocuparse por su salud, sin embargo esa misma problemática la vemos hoy desde la Casa Blanca en donde se minimiza al COVID-19, hasta los hogares de muchas personas que corren riesgos innecesarios.
Muchos le dan valor a la idea de mostrarse como hombres duros, que nada los puede afectar, pero en realidad se revelan como “cabezas duras”. ¿Cuál es el legado que le está dejando a su familia?, ¿cómo los va a mantener si se enferma?
Evidentemente no le deseamos mal a nadie, pese a todo aún tenemos la lánguida esperanza de que quienes no son simpatizantes de asumir las medidas de seguridad, tomen en serio las recomendaciones de protección de los médicos.