El 20 de enero, Donald Trump asume nuevamente la presidencia con una promesa clave: deportar a millones de indocumentados. Hay grandes expectativas por quienes apoyan y rechazan esta idea. Mientras tanto, hemos percibido una especie de campaña de desinformación que circula desde funcionarios de la nueva administración, hasta por las redes sociales, que básicamente están fomentando un clima de innecesario temor en los inmigrantes. Pero, más allá de las promesas vacías y las especulaciones, ¿qué tan realistas son las deportaciones masivas?
Aterrizando en la realidad de las deportaciones masivas
Actualmente, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) cuenta con cerca de 48,000 personas en custodia y solo 14 aviones disponibles para deportaciones. Cada aeronave puede transportar hasta 135 personas, lo que permitiría un máximo de 1,890 deportaciones diarias, operando a plena capacidad.
Además de la falta de aviones, ICE enfrenta múltiples retos logísticos y legales. Cada deportación requiere un proceso de revisión legal, coordinación internacional y autorizaciones, lo que desacelera las operaciones. Los procedimientos para garantizar la seguridad de los vuelos y el cumplimiento de normativas internacionales imponen restricciones adicionales.
Alguien puede argumentar que se pueden contratar más vuelos, pero esto no es tan sencillo. Este es un trámite gubernamental complejo, que necesita ser autorizado por el Congreso para ser financiado, aunque se traten de aviones de la Fuerza Aérea.
Según estimaciones del abogado de inmigración, Héctor Quiroga, además del tiempo necesario para expandir la flota aérea y el personal, el costo de las deportaciones masivas en los primeros 100 días del nuevo gobierno podría superar los $100,000 millones.
Ante estos desafíos, el gobierno de Trump podría considerar estrategias alternativas, como la colaboración con otros países para facilitar las repatriaciones, o utilizar medios de transporte alternativos como autobuses, toda una tarea titánica que no será expedita, ni económica.
En busca de generar miedo
Considerando todas estas limitaciones logísticas, ¿por qué los funcionarios de la nueva administración insisten en hacer promesas rimbombantes sobre las deportaciones masivas? La respuesta quizás se encuentre en una práctica usada anteriormente: el miedo como herramienta disuasiva.
Si hacemos memoria, durante la primera administración Trump se implementó uno de los planes migratorios más crueles y vergonzosos de nuestra historia reciente. La política conocida como “cero tolerancia” separó a miles de niños inmigrantes de sus padres en la frontera. Perdurarán en la historia de la infamia las imágenes de los menores trasladados a la fuerza a refugios en todo el país y colocados incluso en jaulas.
La intención de este despiadado plan fue disuadir a las personas de venir a Estados Unidos, bajo el mensaje de que si lo intentaban, podrían perder a sus hijos.
Hoy, parece que las mismas tácticas disuasivas intentan generar un clima de miedo en la comunidad inmigrante. Lo triste de esto, es que detrás de las amenazas, las noticias falsas y las hipérboles, hay personas que están sufriendo. Hay padres que están dejando de lado servicios que les corresponden a sus hijos, y hay ansiedad por un futuro incierto.
Es verdad que la nueva administración Trump será dura contra los indocumentados y que seguramente separará a miles de familias. Los inmigrantes deben estar preparados, deben ser ciudadanos ejemplares, deben hacer planes, pero también es verdad que no debemos claudicar ante el temor. La mejor manera de combatir el miedo es informándonos con fuentes confiables, recordando que la razón por la cual muchos inmigrantes llegamos a este país, comprometiéndonos con nuestra familia, nuestro trabajo, la comunidad y teniendo fe.
Encuentre este artículo en inglés aquí.