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Me descubrí el brazo izquierdo y respiré profundamente tan pronto vi que la jeringa se aproximaba para propinarme un nuevo pinchazo.

La aguja irrumpió en mi piel y con ello, una tercera dosis de la vacuna COVID fluía por mi cuerpo en menos de 4 meses.

Las palpitaciones estaban al límite, y no era para menos.

Me encontraba a más de 3,000 kilómetros de casa, en México, y envuelto en un torbellino de incertidumbre.

Estaba siendo mi propio conejillo de Indias en un intento tan desesperado como arriesgado con tal de poder regresar a Estados Unidos.

El gobierno de Joe Biden anunció una nueva política de viajes, misma que prohibirá a vacunados con biológicos distintos a los aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), ingresar a su territorio a partir del 8 de noviembre. 

Únicamente Pfizer, Johnson & Johnson y Moderna, así como AstraZeneca-Oxford, incluida en el listado de uso de emergencia de la OMS, serán aceptadas.

Sin embargo, aunque ni la FDA ni la OMS han aprobado vacunas como CanSino (de origen chino) o Sputnik V (ruso), en América Latina millones de personas hemos sido vacunadas con estas.

Por lo que nadie con esas sustancias suministradas será admitido en Estados Unidos, al menos hasta que la OMS dé el visto bueno.

¿Por qué Sputnik V y CanSino no son aceptadas?

Fue entonces que tan pronto supe de esta normativa divulgada el pasado 15 de octubre, comencé a estudiar mis posibilidades.

Toda vez que por mi profesión es necesario viajar a Estados Unidos.

Pero, ¿por qué la OMS no ha aprobado la Sputnik V que ya se encontraba en mi organismo?

Una de las causas del retraso del reconocimiento de Sputnik V son las diferencias entre la legislación rusa y europea. 

Según el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú, Rusia —el laboratorio que desarrolló la Sputnik V— los reguladores rusos evalúan el medicamento según 18 criterios.

Mientras que en occidente se usan 16 parámetros, de los cuales dos no coinciden con los rusos.

De acuerdo con la cuenta oficial de Twitter del fármaco ruso, un grupo de inspectores de la OMS viajará a su país en breve para reunir todas las pruebas y el papeleo necesarios para que Sputnik V sea por fin avalada.

El problema es que aún no se conoce una fecha exacta, ni existe una garantía para que obtenga luz verde.

Un nuevo estudio del Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya sobre la eficacia de la Sputnik Light frente a la variante delta fue publicado en la revista científica The Lancet y arrojó resultados alentadores.

Empero, lo cierto es que la nueva edición de la Guerra Fría en su versión farmacéutica no parece dar tregua para que el biológico soviético sea aceptado en breve en Estados Unidos.

MexTour y la oportunidad de una segunda vacuna

En ese contexto arribé a Charlotte, Carolina del Norte el pasado 24 de octubre, días antes de la entrada en vigor de la nueva política.

A pesar de que la NBA adoptó la misma postura del gobierno federal, pude acudir al partido entre los Hornets y Celtics en Spectrum Center al día siguiente.

Un golpe de suerte, o bien, un último llamado antes de mi inminente destino lejos de esa parafernalia.

Y entonces, el calendario marcó el día 27. 

Las calles de la hasta entonces calmada Charlotte se convirtieron en una marea verde por el partido del MexTour México y Ecuador.

Y la nostalgia colectiva de una comunidad en frenesí al tener contacto sus raíces a través del fútbol me contagió.

Un oxímoron perfecto, una melancolía adictiva.

Fue entonces que decidí acercarme al centro de vacunación instalado por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Carolina del Norte en el Romare Bearden Park.

Quizás algún experto podía despejar mis dudas.

Tal vez, esa sensación de unión entre una comunidad minoritaria de Charlotte podía repetirse más adelante tan pronto me aplicara una dosis de alguna vacuna aceptada por Estados Unidos.

Y así fue.

Mezclar vacunas o la resignación en la guerra farmacéutica

Yo había leído antes de viajar a Charlotte que la FDA aprobó el 20 de octubre la combinación de vacunas de Pfizer, Moderna o Johnson & Johnson, como un refuerzo a la inmunización inicial.

Pero hasta ahora, ningún estudio avala la combinación de CanSino o Sputnik V con Pfizer, Moderna o Johnson & Johnson, como yo pretendía.

Únicamente Debat tenía una explicación que me daba esperanzas.

De acuerdo con su análisis, Sputnik V tiene dos componentes distintos: Ad-5 y Adenovirus 26, combinado con la proteína Spike, que es análogo a lo que es el desarrollo de la vacuna estadounidense Johnson & Johnson.

Por lo que al ser ambos análogos y compartir una misma estructura, no tendrían por qué hacerle daño a mi cuerpo.

Expertos dieron visto bueno

Cuando llegué al centro de vacunación, dos miembros del personal se pusieron en contacto con las oficinas centrales del servicio médico de Carolina del Norte.

Tras varias horas, llegaron a la misma conclusión.

No había ningún problema en que me vacunara, siempre y cuando hubieran pasado 28 días de mi última dosis recibida.

En mi caso, habían transcurrido 36 días, tiempo perfecto para tomar la importante decisión.

Caminé un par de vueltas, cerré los ojos y regresé decidido.

El registro fue rápido.

No pasaron ni 10 minutos y mis datos estaban recabados en la base y el email de confirmación ya estaba en mi bandeja de entradas.

Los estragos de la vacuna

Tomé asiento en el área de aplicación, me mostraron que la jeringa y el bote con la dosis de J&J estaban sellados y me descubrí el brazo izquierdo.

No tuve ningún efecto inmediato salvo un leve dolor en mi extremidad.

Asistí al juego de México y Ecuador en el Bank of America Stadium y después me fui a la cama sin inconvenientes.

No puedo negar que al cabo de unas horas dormido cayó de golpe un tormento de efectos secundarios.

Intensos escalofríos, fiebre y un profundo dolor de cuerpo.

Pero eso sí, ninguna sensación diferente en comparación con las dos aplicaciones anteriores de la vacuna rusa.

Me pesó toneladas poder levantarme de la cama por el cuerpo cortado, pero la noticia de la cancelación del vuelo de vuelta por el mal tiempo en Dallas —donde haría escala—me dio la fuerza necesaria para apurarme.

En el camino compré unas pastillas de Tylenol y poco a poco mejoré.

American Airlines me compensó con un vuelo directo a la Ciudad de México al día siguiente y llegué sin un solo síntoma a mi país.

Eso sí, regresé con un certificado de vacunación que me permitirá volver a una nación donde la comunidad latina hace sentir como en casa.

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