La correlación entre la puertorriqueñidad y el español ha causado que el inglés no sea el primer idioma de Puerto Rico, pese a sus 122 años como territorio de Estados Unidos.
No obstante, la invasión al igual la internacionalización del inglés a través de la tecnología, de las ciencias y de la mercadotecnia ha colocado al idioma como el segundo más hablado en la isla y ha sumado anglicismos a su uso cotidiano.
La autora del libro Language Matters: A Sociolinguistic Analysis of Language and Nationalism in Guam, the Philippines, and Puerto Rico y catedrática del Departamento de Estudios a Distancia de la Universidad Interamericana en Ponce, Sharon Clampitt-Dunlap, explicó que previo a la invasión estadounidense habían eruditos e instituciones que utilizaban el español.
En un principio, los eruditos observaron el desembarco de los estadounidenses de manera positiva porque representaba una oportunidad de mejorar la isla juntos, explicó. Sin embargo, cuando los estadounidenses los excluyeron de la gobernanza local notaron que las posibilidades de trabajo en conjunto eran remotas. En respuesta a la exclusión, los eruditos buscaron adeptos en la lucha contra los estadounidenses a través del español. La estrategia vinculó al español con lo puertorriqueño y al inglés con lo estadounidense.
Fue ahí cuando el inglés se convirtió en una amenaza contra la puertorriqueñidad, acotó.
No hay muchos puertorriqueños que digan soy estadounidense, soy americano”, ejemplificó la lingüista. “No, siempre es: soy puertorriqueño y soy ciudadano americano”.
El impacto del inglés en el español
Sin embargo, la internacionalización de la tecnología ha roto la barrera del idioma en los jóvenes, coincidieron Clampitt Dunlap y Alicia Pousada, autora del libro Rethinking English in Puerto Rico y ex docente del Departamento de Inglés del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
Debido al uso del inglés en la tecnología, la ciencia y el entretenimiento, los anglicismos se han adherido también al mandarín, al japonés y al francés.
“Los anglicismos no necesariamente implican una debilidad lingüística de parte de los hablantes: todo lo contrario”, aclaró. “Los anglicismos, igual que los préstamos léxicos de otros idiomas, expanden el vocabulario. Nombran nuevos inventos o conceptos o conllevan connotaciones distintas a las de los equivalentes nativos”.
En cuanto a la posibilidad de que la mezcla del español y del inglés origine un nuevo idioma, es remota. La autora explicó que sería complicado porque el inglés y el español son idiomas populares con una rica tradición literaria.
Lo que podría ocurrir es que el léxico y la gramática de ambos idiomas se fusionen por su larga convivencia juntos, indicó. Por ejemplo, durante el dominio musulmán en España ciertos vocablos y estructuras gramaticales árabes se incorporaron al español.
Lo que podría desplazar al español por el inglés en Puerto Rico, opinó la autora, no serían los anglicismos, sino cambios demográficos repentinos, del estatus nacional o del idioma de enseñanza en las escuelas.
“El uso de anglicismos no necesariamente lleva a un pueblo al cambio o a la pérdida de su idioma ancestral”, sentenció Pousada.
La despolitización del idioma
Para el fundador de la Asociación de Escritores en Inglés de Puerto Rico y autor del libro Del fracaso al éxito: el bilingüismo en la educación pública de Puerto Rico, Aníbal Muñoz Claudio, los boricuas son bilingües. Solo que no son bilingües competentes, por lo que no hablan, escriben y piensan en los dos idiomas.
Para mejorar el inglés de los puertorriqueños, su enseñanza se tiene que despolitizar, opinó.
La politización del inglés la causó su enseñanza obligatoria durante la invasión estadounidense. Igualmente, la antagonización del idioma luego del nacimiento del Estado Libre Asociado, fórmula de estatus bajo la que se encuentra Puerto Rico, indicó.
Por lo tanto, es crucial que la academia coordine su enseñanza de manera separada al partido político en poder, acotó.
Igualmente, el autor recomendó producir literatura puertorriqueña en inglés como ocurrió con el español que impuso España tras la extinción indígena en la isla. Este ejercicio acabaría con la amenaza del inglés a la puertorriqueñidad para ciertos sectores al enriquecerla en lugar de minarla.
Y es que tanto el inglés como el español tienen que ir a la par, agregó, al ser herramientas de comunicación que no tienen nacionalidad.
“Nuestro inglés es una variación caribeña y tropical como lo es el jamaiquino”, ejemplificó. “Cuando se llega a esa concepción de que conquistamos el inglés, nos apropiamos de él y tenemos un sentido de propiedad para hablarlo libremente de la manera en la que queramos”.
El inglés en la educación pública
El ensayo Trasfondo histórico de la educación del inglés en Puerto Rico de María M. López Laguerre consigna que tras la invasión estadounidense en 1898 tras la Guerra Hispanoamericana los estadounidenses notaron que los boricuas tenían un fuerte arraigo al español, así como de nacionalidad. Por lo tanto, utilizaron el inglés para americanizarlos.
El excomisionado de Educación de Estados Unidos, General John Eaton, estableció en 1899 una serie de reglamentos en los que obligó a los maestros a aprender el idioma. Ordenó que, para obtener cualquier diploma, se completara un examen de dominio del inglés y que se contrataran a los educadores que lo hablaran. El reglamento se mantuvo en pie hasta 1900 cuando al establecerse el Departamento de Instrucción Pública a través de la Ley Foraker, Martin Brumbaugh, ocupó la comisaría.
El comisionado reemplazó los reglamentos de Eaton por legislación. Se estableció como política pública la preservación del español y la adquisición del inglés.
Para no tan solo americanizar a los puertorriqueños a través del idioma, también se obligó a celebrar festividades estadounidenses, que se cantara el himno norteamericano y que se saludara la bandera federal. A las escuelas se les bautizó con nombres de ilustres estadounidenses.
Los métodos de enseñanza del inglés variaron en el sistema de educación pública hasta 1949 cuando el primer gobernador electo de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, nombró a Mariano Villaronga como Comisionado de Instrucción Pública. Al comenzar estableció que las clases se impartirían en español tanto en las escuelas primarias como secundarias. La política pública que pautó es la que se ha mantenido en la que los estudiantes reciben solo una clase de inglés durante escuela elemental, intermedia y superior.