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Existen armas de juguetes de todas formas, tamaños y colores, para niños y también para niñas, que son llamativas para los pequeños.

Pistolas de agua, otras que usan dardos de espuma, metralletas, escopetas, espadas, flechas, cuchillos, son algunas armas que están en las jugueterías y a los niños les encantan.

En contraste, algunos familiares sientan una postura acerca de si deben jugar con ellas o no.

3 razones por las que algunos padres no quieren armas de juguetes cerca de sus hijos

  1. ¿Cómo el explico que está mal no matar?
    La primera razón es meramente ética. Algunos padres pueden pensar que es contradictorio acercar a su hijos a cualquier tipo de armas —que en la vida real sirven para herir a alguien o matar— y fomentar valores positivos al mismo tiempo.
  2. ¿Estoy fomentando la violencia?
    Es normal que cuando un niño toma un arma juegue de forma violenta incluso usando un lenguaje corporal y hasta verbal que cause preocupación.
  3. ¿Se convertirá mi hijo en un delincuente?
    Por todo lo anterior se relaciona que del espacio de jugo se pase a la realidad, por el hecho de fomentar la agresividad y el placer por "disparar un arma".

¿Por qué los niños tienen interés por las armas?

Desde pequeños los niños se sumergen por curiosidad en un laberinto de juegos y roles que se conoce como juego simbólico. Esto es cuando los niños juegan a ser otras personas, como médicos, amas de casa, superhéroes, cantantes, astronautas, y también policías y ladrones, por ejemplo.

Es común que dentro de esos roles se usen armas de juguetes y que se experimenten situaciones que simulan la vida real. El juego simbólico es necesario para desarrollar en los niños:

  • La imaginación, creatividad y curiosidad.
  • Entendimiento del mundo que los rodea.
  • Conductas sociales.
  • Expresión corporal y emocional.
  • Juego de roles.

¿Los juguetes pueden determinar inclinación a la violencia en el futuro?

Según Michael Thompson, psicólogo infantil y autor del libro "It's a Boy! El desarrollo de su hijo desde el nacimiento hasta los 18 años", 

"no hay evidencia científica que sugiera que jugar juegos de guerra en la infancia conduce a la agresión en la vida real".

Michael Thompson

Agrega que no necesariamente una persona que jugó con armas de niño llegará a cometer delitos y ni siquiera tiene por consiguiente que ser violenta.

Por otro lado, las psicólogas Sandra Russ y Karla Fehr, relacionaron los comportamientos violentos en el juego como una herramienta que ayuda a reducir la agresividad, ya que les permite controlar sus impulsos y regular sus emociones.

La explicación es que el comportamiento violento viene más de otros aspectos como:

  • falta de amor,
  • baja educación,
  • no inculcar ni practicar valores éticos,
  • tener mal ejemplo en casa.

Los niños necesitan estar rodeados de un ambiente de amor, comprensión y comunicación. También deben conocer valores como el respeto, la empatía, la responsabilidad y la generosidad. Ayuda que conozcan sobre los mandamientos de Dios y lo que se considera el respeto por la vida de los demás. Y en casa requieren que sus padres y demás familiares propicien un buen trato, cuiden sus palabras y eviten la violencia.

En síntesis, la imaginación de los niños da para tanto que aunque no tengan juguetes bélicos a su alrededor, se las ingeniarán para convertir cualquier objeto en ellos. Evitar las armas de mentira puede crearles incluso más curiosidad, por lo que deben vivir su momento de jugar.

Lo que al final podrá hacer la diferencia es una crianza con la mejor educación en el hogar y la debida atención a los hijos en sus diferentes etapas, a fin de hacerlos crecer con valores, y que entiendan sobre límites.

Lo que no se discute, en todo caso, es que las armas reales no deben estar al alcance de los niños, ya que cuando son pequeños no tienen noción de lo que realmente pueden ocasionar, pues como armas de juegos solo las conocen en su mundo imaginario y ficticio.

Lic. en Comunicación Social. MBA en Mercadeo. CEO de Link BTL. Disfruto de leer y escribir. Soy madre y esposa agradecida con la vida. jgimenez@lanoticia.com