Arnold Zpadaz tenía ocho años cuando comenzó a acompañar a su padre al taller de carpintería donde trabajaba. Ahí barría el aserrín, barnizaba y lijaba madera, mientras que sus ratos libres los dedicaba a explotar su creatividad moldeando figuras de plastilina.
En la carpintería aprendió a transformar un pedazo de tronco en un lujoso mueble gracias a la mentoría de su progenitor, pero su intuición fue la que lo llevó a convertir un trozo de madera en una auténtica pieza de arte valuada hasta en 3,000 dólares.
“Yo desde morrito (niño) tenía ganas de elaborar piezas en distintos materiales; siempre tuve esa necesidad de crear cosas”, cuenta el artista de 29 años en charla con La Noticia.
Entre el olor a pino y una mente ávida de plasmar su creatividad, Arnold creció en un barrio del centro de la Ciudad de México, muy cerca del mercado de Tepito, epicentro de la reventa de productos robados y clones.
Euforia por Jordan desató su creatividad
Era el ocaso de la década de los 90 y debido a la cercanía de México con Estados Unidos, la euforia transformada en contracultura provocada por Michael Jordan y los Bulls traspasó con facilidad los límites fronterizos y llegó hasta Arnold gracias a su hermano, cautivado por la más grande figura en la historia de la NBA.
“Él era fan de Michael Jordan, entonces crecí muy ligado a esa cultura de los sneakers. Michael Jordan y toda esa cultura de los tenis”, comparte.
En la adolescencia, Zpadaz —como decidió autonombrarse como artista— comenzó a frecuentar la tienda de sneakers Barrio Warrior ubicada en Tepito para visitar a Edy, un amigo que un buen día lo reclutó para hacerlo parte del equipo.
“Con el tiempo las dos cosas (carpintería y gusto por los tenis) se fueron amalgamando. Venía al taller a chambear y me empezaron a gustar los tenis, teniendo Tepito cerca, esa cotidianidad unió una cosa con la otra, por lo que se fue dando (ser escultor en madera), no lo planee”, explica.

Así creó su primera pieza
De estar a diario en contacto con el calzado, se le ocurrió la idea de tallar sobre una pequeña madera la figura del modelo Jordan I. Edy miró la pieza con asombro y le sugirió esculpir una copia fidedigna del tenis para exponerla en el Sneaker Fever, un evento exclusivo para coleccionistas de tenis.
“Me dijo ‘está muy chida tu tablita que hiciste, ¿por qué no haces uno de tamaño real?’. Lo coticé en un aproximado y empecé a hacerlo sin tener conocimiento de escultura, todo fue prueba y error y al final el resultado le agradó mucho”, cuenta Zpadaz, quien entonces tenía solo 18 años y jamás tomó una sola clase de escultura.
“Se presentó la pieza y la gente preguntaba si era real o de qué era y desde ahí supe que éste era el camino que quería tomar”, apunta.

El infortunio con Spike Lee
Hasta ahora, su obra favorita es un Jordan IV que está en manos del cineasta Spike Lee, con quien 'Su Majestad' colaboró en diversas ocasiones en comerciales y con la creación de unos tenis. Pero no lo tiene precisamente porque se lo hubiera comprado.
“Anunciaban en la televisión que vendría Spike Lee a dar una conferencia sobre cinematografía. Escribí a la página y me dieron un meet and greet. Fui con un valedor (amigo) porque él sabía hablar inglés y yo no, pero llegando me dicen 'sabes qué, solo puede pasar uno’”, recuerda entre risas.
“Ya que pasé me pregunta ‘It’s for me?’, y yo como paisanito le dije ‘sí’ y ya no pude decir que no porque estaban todos los medios ahí , la gente y así se llevó el tenis el buen Spike Lee”, añade.
Fama internacional
Pero a pesar de haber regalado su ejemplar favorito, la fama de Arnold Zpadaz subió como la espuma proporcionalmente a la efervescencia con la que creció el furor por los sneakers. Unos Jordan III que esculpió fueron publicados en un medio llamado Sneaker News de Estados Unidos, lo que provocó que lo buscara gente desde China hasta Rusia.
“Pero en sus idiomas, me escribían por Instagram y yo no sabía nada. En la actualidad he vendido a gente de París, hay muchos interesados”, afirma.
“Particularmente no he logrado llegar al mercado americano y espero que este año que viene se dé porque ahí está el nicho de eso, pese a que 2020 pintó mal a mucha gente en la pandemia, ha sido muy bueno para mí, me ha ido muy bien”, confiesa.

Compradores con mucho dinero
Y es que al tratarse de un nicho reducido a gente con alto poder adquisitivo capaz de pagar miles de dólares por unos zapatos, los efectos colaterales del coronavirus no redujeron las ventas de Arnold.
“Mi clientela es muy —podría decirse—exclusiva, entonces este pedo de la pandemia solo los guardó un ratito pero siguen buscando en qué gastar su dinero. Las piezas que hago muchas veces son, además de limitadas, muy chingonas, entonces la gente en cuanto las ve dentro de esta cultura me dice que la quiere”, comenta.
Es por ello que aunque al principio vendía su trabajo a precios muy bajos, elevó el costo a unos 2,500 y 3,000 dólares por pieza, paralelamente a su mejoría cualitativa, pues superarse a sí mismo en cada obra es algo que aprendió de la mentalidad de Michael Jordan, a quien debe el haber encontrado su pasión.
“La ideología que tenía como persona. Si algo admiro de Jordan es su tenacidad, si él tenía un objetivo lo lograba, otro objetivo y lo lograba, eso es lo que más me gusta”, dice Zpadaz.
“Hemos tenido acercamientos, una vez tuve un acercamiento con su hijo Marcus para la tienda Trophy Room, pero se diluyó eso. Localizar a Jordan está muy cabrón y espero que mi trabajo hable y en algún momento logre la meta de conocerlo, tampoco me voy a morir si no lo conozco pero sería un buen momento”, puntualiza.