La alegría es una emoción positiva en la mayoría de los casos. Pero también hay tipos de alegría que son incluso patológicas, ya que no se originan de emociones gratificantes como suele ocurrir.
Los psicólogos Paul Ekman y Wallace Friesen describieron 3 tipos de alegría.
Alegría auténtica.
Esta es la alegría que se produce de forma natural y espontánea como respuesta a una experiencia placentera. Se trata pues de la forma original y pura que en su mayoría conocemos. La expresión se evidencia de forma fluida con la risa.
Cuando el origen de la alegría auténtica viene dado por situaciones tan graciosas que producen carcajadas, se le conoce como hilarante.
La alegría verdadera tiene causas bien definidas y activa deseos positivos, ganas de experimentar, placer, gozo y bienestar.
Falsa alegría.
Su origen no es genuino, la persona es consciente de que quiere aparentar alegría pero sus sentimientos no corresponden con la expresión. Se dice que es fácil de reconocer cuando los gestos de la boca no se corresponden con los de los ojos al sonreír.
Alegría cínica.
Muy ligada a la falsa alegría se encuentra la cínica. Ocurre cuando se quiere evitar una situación de malestar. Es decir, se usa como pretexto para callar algo respecto a lo que no se quiere hablar.
Es una forma de manipulación de la expresión de alegría que detrás puede esconder tristeza, miedo y hasta ira.
Otros autores exponen otros tipos de alegría adicionales que entran en nuevas connotaciones. Pueden ser dañinas para quien las posee como para los que estén a su alrededor.
Una de ellas es la alegría maligna o paratimia, que se da cuando encuentra origen en la desgracia ajena. Una persona que se equivoca, que se cae, que es herida, que sufre un accidente y en lugar de mostrar compasión nos ocasiona alegría. Eso definitivamente no es una emoción positiva.
Más grave aún es la alegría patológica, que se da cuando una persona se ríe con mucha frecuencia pretendiendo alegría, y llega a perder el control de sus emociones y acciones. Ocasiona un estado de euforia con consecuencias maníacas. Es frecuente en personas con trastorno bipolar, esquizofrenia o como resultado al uso de sustancias tóxicas. Se expresa con acciones que pueden llegar a dañar a otras personas, debido a la sensación de grandeza y superioridad que se presenta.