Hace un tiempo vi unos de los milagros más raros que he precenciado, el cual me dejó con mucha más fe en el corazón y la esperanza de seguir confiando en Dios pese a cualquier circunstancia.
Adalberto es un señor de 63 años muy trabajador, aunque su actividad es bastante dura porque está involucrado en el sector de la jardinería usando máquinas pesadas todo el día. Él no puede dejar de trabajar porque tiene que mantener a su esposa y pagar los gastos del hogar.
Un día Adalberto vino a la casa con un dolor muy fuerte en su espalda, el cual lo paralizó pues no podía dar ni un paso. Su esposa Luisa no sabía qué hacer. Se sentía muy triste pues ella también ya está mayor, y como ella dice ¿A dónde voy a trabajar con esta edad?
.
Luisa llegó a pensar que lo mejor era regresar a México y pedir ayuda a sus familiares allá, pero ella y Alberto ya han vivido por más de veinte años aquí y regresar es como volver a conocer su país
, ella decía.
Cuando Adalberto fue al hospital le hicieron un sinnúmero de exámenes y finalmente el doctor determinó que se había encontrado siete piedras en sus riñones, eso era lo que causaba ese dolor tan insoportable.
Adalberto fue sometido a un tratamiento que lo preparaba para una operación, le pusieron sondas para que al momento de la operación él pudiera tener un drenaje especial. Solo restaba programar una fecha cercana para la operación, pues el dolor era cada vez más intenso.
A la mañana siguiente Luisa decidió ir a una reunión de oración que condujimos en un apartamento y ahí pidió que se orara por la condición de su esposo. Cuando Luisa llegó a la casa, Adalberto muy asustado le contó acerca de una cosa muy rara que le había pasado. ¿Qué crees Luisa?
-preguntó- estaba yo sentado y sentí muchas ganas de llorar y luego de que lloré desaparecido el dolor
. ¿A qué hora fue eso?
-preguntó Luisa- ahí como a las 12:30 p.m.
. dijo Adalberto. Muy asustada Luisa le comentó que esa era la misma hora en la que estaban orando por él.
Adalberto no sintió más dolor desde aquel día y decidió ir a donde el médico, ahí le hicieron otras radiografías y el doctor muy asombrado le dijo que él no sabía lo que había pasado pero las piedras ya no aparecían por ningún lado, y les dio otra cita pues todavía esto era muy raro para el doctor.
Para la siguiente cita el doctor le dijo a Adalberto que definitivamente él no tenía una explicación para lo que habá sucedido y decidió remover la sonda que le había puesto para la operación. Adalberto regresó a su trabajo y nunca más se quejó de dolor. Hoy se siente mejor que nunca.
Los milagros siguen ocurriendo en nuestro medio, en pleno siglo XXI. Historias como esta, de personas que yo conzco y con quienes he estado en medio de estas circustancias, aumentan mi fe. Dios es tan grande y poderoso que para Él no hay nada imposible. Así como Adalberto y su familia usted también puede obtener un milagro, el secreto está en la fe. Siga creyendo aún cuando todo parece perdido, nunca se dé por vencido, piense que Dios tiene un propósito para su vida.