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La Casa Blanca se ahoga en un mar de escándalos y los índices de aceptación de Donald Trump han caído a niveles históricamente bajos (en diciembre se ubicó en el 33 %), frente a esto y como todo buen populista, Trump se lanza a buscar enemigos para desviar la atención del público, por ello desde hace algunas semanas se embarcó en una campaña para propagar el miedo a lo que él llama “inmigración en cadena”.

Trump y su jauría de voceros comenzaron a aparecer en los medios de comunicación y en las redes sociales, ladrando la idea de que cada inmigrante que se legaliza automáticamente y sin ningún control, trae consigo a una multitud de parientes. El pasado 1ro de noviembre Trump escribió en Twitter: “Hay que acabar con la inmigración en cadena, porque algunas personas vienen con toda su familia, que pueden ser muy malévolos. Esto no es aceptable”!

La ignorancia del presidente sobre cómo funciona el sistema migratorio no es nueva, pero no deja de ser indignante, pues existen estrictos controles y largos períodos de espera para solicitar la visa de un familiar.

Lo que la Casa Blanca llama “inmigración en cadena” no es otra cosa que el proceso de “reunificación familiar”, introducido oficialmente en 1965, cuando se aprobó la Ley de Inmigración y Nacionalidad.

Antes de esta ley el sistema migratorio estadounidense estaba basado en cuotas por países, lo cual favorecía primordialmente a los inmigrantes europeos. La Ley de Inmigración y Nacionalidad cambió esto, dando prioridad a la llegada de inmigrantes que tuvieran lazos familiares con ciudadanos estadounidenses o con residencia legales permanentes.

Trump quiere regresar en el tiempo y sueña con que Estados Unidos vuelva a tener solamente inmigrantes de país anglosajones como Noruega, según palabras del mismo presidente a un grupo bipartidista de legisladores. A la evidente xenofobia del presidente hay que agregarle otro elemento: su desprecio intrínseco por la unidad familiar.

Pese a que por décadas el Partido Republicano ha predicado la importancia de los valores familiares y pese a que muchos líderes conservadores miran a Trump como un presidente que practica los principios cristianos, no es un secreto que el excéntrico millonario ha tenido problemas para honrar sus votos matrimoniales. Dos divorcios y varios escándalos sexuales (incluyendo un recientemente revelado amorío con la actriz de la industria pornográfica, Stormy Daniels) dan cuenta de su desprecio a la unión matrimonial.

Con estos antecedentes no sorprende que uno de sus blancos de ataque sea la reunificación familiar de los inmigrantes. En su lugar Trump dice que prefiere una inmigración basada en “méritos”, es decir básicamente inmigrantes altamente calificados o con mucho dinero.

Sin embargo hay una paradoja que la Casa Blanca no quiere ver: La inmigración basada en lazos familiares y la basada en “méritos” no son mutuamente excluyentes.

Según datos del American Immigration Council, quienes llegan a Estados Unidos con una visa familiar (principalmente en casos de padres y hermanos) tienen una elevada tasa de autoempleo y perciben ingresos más alto que otros grupos.

Por otro lado, si Trump se sale con la suya y reduce la inmigración legal poniendo barreras a la unidad familiar, haría que Estados Unidos se convierta en un país menos atractivo para los inmigrantes altamente calificados, quienes también tienen familias.

La familia es el núcleo de toda sociedad. No podemos permitir que se criminalice la reunificación de nuestras familias.

Periodista, editor, asesor, y presentador. De 2016 a 2019 el periodista más galardonado en Estados Unidos por los Premios José Martí. Autor del best seller: ¿Cómo leer a las personas? dbarahona@lanoticia.com

2 respuestas a “La "inmigración en cadena" de Trump y el intento de poner trabas a la unificación familiar”