Las campanas de la iglesia de Dolores comenzaron a sonar a la primera hora del 16 de septiembre de 1810.
De pronto, apareció el cura Miguel Hidalgo con un estandarte en la mano con la imagen de la Virgen de Guadalupe para incitar a la rebelión contra el yugo español.
Así comenzó la Guerra de Independencia derivaría en el nacimiento de una nueva nación llamada México.
Ocurrió —en gran medida— gracias al poder de convocatoria de los líderes religiosos de esa época como el cura Hidalgo, un criollo cansado de la injerencia española.
Pero la devoción por ese símbolo de una virgen morena que sacudió las ideas de la población de la Nueva España y la encaminó a la subversión ocurrió mucho antes.
Incluso antes de que apareciera —según cuenta la leyenda— el 12 de diciembre de 1531 en el manto del indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el Tepeyac.
Tonantzin, el origen de la devoción
En la cultura mexica —o azteca, como se rebautizó— la Tonantzin era una de las deidades más importantes de Mesoamérica.
Se le consideraba la madre de la tierra y de todos los dioses, creadora de la vida y diosa de la fertilidad.
Era tal la devoción de los mexicas por Tonantzin que a los invasores españoles no les quedó remedio que —según diversas versiones—sintetizar el culto católico a la virgen con el de la deidad azteca.
De ahí a que la aparición de la Guadalupana ocurriera en el mismo monte de la Tonantzin.
Fue así que la aceptación a la Virgen morena fluyó con una naturalidad tal, que las generaciones poco a poco olvidaron a la deidad prehispánica para rendir culto a Guadalupe.
Y así como estuvo presente en el estandarte de Miguel Hidalgo, acompañó a los mexicanos en cada una de sus transiciones.
“Es muy querida por toda la gente”, dice a La Noticia el padre Greg Gay, párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte.
“Cuando hago visitas a las casas para ver enfermos o a dar bendiciones de casas, siempre veo la imagen de la Virgen de Guadalupe”, cuenta.
“En todas las apariciones de la Virgen —según la iglesia católica— la Virgen siempre apareció en situaciones donde había necesidad de gente humilde, viviendo en pobreza y bajo la opresión”, remembra.
Virgen de Guadalupe, una esperanza
“Este año es un año especial que cabe bien dentro de esos estándares porque estamos viviendo un año como nunca”, sugiere.
“Gente viviendo en situaciones de dificultad, tristeza por pérdida de seres queridos por el COVID, personas que están enfermos y es una situación de necesidad de abrir sus corazones a dios, y una de esas maneras es a través de la introducción de la Virgen de Guadalupe”, señala.
Así como su imagen llamó a la insurrección hace más de 200 años, la Virgen de Guadalupe acompaña en escapularios, estampillas o camisetas a los inmigrantes en su camino.
Y aunque a pesar de que el número de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos disminuyó en 7 % en la última década, los mexicanos siguen siendo el mayor grupo de población foránea.
De acuerdo con el Instituto de Política Migratoria (MPI), los mexicanos comprenden casi el 25 % de los 45 millones de inmigrantes.
Pero gracias a los estrechos vínculos de la comunidad latina compuesta por gente de diversas países de Latinoamérica, las tradiciones de los inmigrantes se homogeneizan.
Como ocurre con la devoción a la Virgen de Guadalupe entre inmigrantes latinos en Estados Unidos.
“Ella es la patrona de las Américas, entonces los mexicanos quieran o no tienen que compartirla con todas las Américas”, afirma el padre de 67 años de edad.
Se estima que entre 2010 y 2018, la población latina de Carolina del Norte creció en 197,000 nuevos residentes, un aumento del 24.6 % más rápido que el crecimiento de esta población a nivel nacional que fue de 18.6 %.
Carolina del Norte y su devoción por la Guadalupana
Es por eso que cada vez es mayor la devoción por la Guadalupana en el estado.
“No tengo idea”, responde el sacerdote sobre cuántos católicos hay en Carolina del Norte.
“Pero sé que nosotros somos la iglesia más grande para hispanos en la diócesis de Charlotte”, asegura.
“En la diócesis hay 98 parroquias y hay una misa en español en todas las parroquias salvo en 11; entonces es una población fuerte de latinos que mayormente serán mexicanos pero aquí la comunidad tiene muchos hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y menos pero otra gente del Sur, de Colombia, Costa Rica y más”, explica.
Greg Gay trabajó 15 años en Panamá, luego fue supervisor en la América Central, por lo que vivió en Guatemala por 4 años.
Más tarde, estuvo 12 años en Roma como responsable de la congregación de San Vicente de Paul.
“Somos conocidos como vicentinos, tuve esa responsabilidad y ahora vine a Estados Unidos después de salir en el 85 sirviendo alegremente en la Parroquia de la Virgen de Guadalupe”, comparte el sacerdote.
“Esto (celebración guadalupana) es algo nuevo para mí”, se sincera el padre que llegó a la parroquia en diciembre de 2016.
Una fiesta en grande
La Parroquia de la Virgen de Guadalupe suele ofrecer una fiesta de grandes magnitudes cada 12 de diciembre.
Comúnmente la realizan en un centro de convenciones, pero las cosas serán diferentes este año debido a la pandemia.
“Nosotros siempre hemos tenido una gran fiesta, pero obviamente este año ha sido un poco más complicado”, lamenta Gay.
“Pero este año hemos decidido hacer la celebración aquí en la parroquia, pusimos una carpa en frente de la iglesia y al lado tenemos otras dos carpas que pueden acomodar personas”, describe.
A pesar de la pandemia y de las restricciones implementadas por el gobernador Roy Cooper, quien decretó un toque de queda, la celebración se realizará con las medidas respectivas.
Y es que el toque de queda se estipuló entre las 10 de la noche y las 5 de la mañana, pero con algunas excepciones.
Una de de ellas es la inmunidad para los lugares religiosos.
Por lo que los templos pueden permanecer abiertos durante el toque de queda, y por ende, podrá celebrarse a la Guadalupana.
“Será una fiesta que va a ir del viernes a las 9 de la noche hasta el sábado 10 de la noche, 25 horas exactamente durará”, asegura el párroco.
Mariachis, danza azteca y más
“Tenemos actividades como rosarios, vamos a tener una misa a las 11 de la noche del viernes y tres misas el día 12”, comparte Gregory Gay.
“Habrá danzas típicas y un grupo de aquí mismo de la parroquia de danza azteca, van muy bien, ellos están muy orgullosos del trabajo que están realizando”, presume.
“Vamos a tener música típica con distintos grupos folclóricos para dar este homenaje a la Virgen de Guadalupe”, agrega.
De acuerdo con el párroco, la iglesia contará con estrictos protocolos, con mascarillas obligatorias, toma de temperatura en una máquina especialmente adquirida para el evento.
Se respetará la distancia social y después de cada acto desinfectarán cada una de las sillas.
“Tenemos mariachis por todos lados, como tres diferentes grupos, porque es una fiesta de 25 horas, so vamos a tener algo de actividad a lo largo de las 25 horas”, señala.
Según sus cálculos tenían unas 5,000 personas entre las misas de sábado y domingo antes de la pandemia.
Mientras que las cifras se disparaban cada 12 de diciembre.
“Es difícil saber (cuánta gente llegará al festejo), nosotros durante esta pandemia estuvimos restringidos a celebrar la misa, antes de la pandemia todas las misas estaban llenas”, asegura.
Antorcha Guadalupana
Y es que es tal la devoción en Carolina del Norte por la Virgen de Guadalupe, que desde 2002 se unió al recorrido de la Antorcha Guadalupana.
Se trata de una tradición que comenzó a finales del Siglo XX gracias a la Asociación Tepeyac de Nueva York.
El encendido del fuego se realiza en el Tepeyac y es trasladado unas 2,570 millas por un grupo de corredores a lo largo de 9 estados en México y 14 de Estados Unidos, incluido Carolina del Norte.
“Tuvimos hace poco la Antorcha de la Guadalupana que estuvo aquí como todos los años, danzaron e hicieron un trabajo fantástico”, dice Greg Gay.
“La gente se reúne y hace una apreciación desde nuestra propiedad hasta la iglesia y traemos mariachis, es una precelebración Guadalupana, un recorrido que mucha gente participaba”, puntualiza.
El recorrido de la Antorcha es una parábola de los esfuerzos de los inmigrantes que cruzan la frontera, un mensaje de paz en su camino enviado por Arquidiócesis.