Algunos políticos han propagado el mito de que muchos inmigrantes han votado ilegalmente al punto de cambiar los resultados en las elecciones, sin embargo, no existe evidencia de esto. El fraude electoral cometido por personas sin el estatus de la ciudadanía estadounidense, representa una porción minúscula de los votos, y según analistas, esta narrativa se ha enfocado en demonizar a millones de inmigrantes, con fines políticos. Pero, ¿qué pasa si un inmigrante vota por error?
Las consecuencias para los inmigrantes que por alguna razón sufragaron son muy severas. Un reporte de las Elecciones del año 2016 demuestra que de 4.8 millones de votos, solo 0.01 % fue calificado como fraude electoral, y sólo 41 de 508 casos registrados ese año fueron de no son ciudadanos.
Inmigrante votó por error
Henry Alberto Araya y su esposa María Seas Mora tienen 37 años de casados. Hace 10 años, María recibió la oportunidad de trabajar como profesora de Inglés como Segunda Lengua (ESL) en Winston-Salem y decidió, junto a Henry, mudarse desde Costa Rica a Estados Unidos por el bienestar económico y educativo de sus hijos.
Henry dice siempre haber estado interesado en la política, así que cuando un voluntario se le acercó en el 2016 para registrarlo como votante, él quería más información. Y aunque Araya no podía hablar mucho inglés, dijo que se aseguró de decirle al voluntario que él no era ciudadano americano.
“Insistieron y me preguntaron si yo tenía un Seguro Social y una licencia, a lo que les dije que sí, y ahí me dijeron que podían registrarme, que ellos me podían llenar la papeleta. Y yo les dije ‘bueno, está bien’”, cuenta Araya a La Noticia.
Henry asegura que depositó su confianza en el conocimiento del voluntario, firmó y puso la fecha en el documento. No hay registro del nombre del voluntario quién le llenó la papeleta.
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Unos meses después, mientras bebía un café en un supermercado local, otro voluntario electoral se le acercó para motivarlo a votar.
“Unas personas que andaban por ahí en español me preguntaron si ya había votado. Yo les dije que no. Y me dice ‘pues vamos, ¿a usted lo registraron?’ y le dije ‘si, a mí me registraron’ y cuando llegué al padrón electoral que ellos tienen ahí, pues estaba mi nombre y número de licencia y todo, pues yo dije ‘todo está normal’. Y accedí, voté”, recuerda.
Un año después, Araya recibió una llamada del Departamento de Policía para notificarle que estaba acusado de fraude electoral.
Consecuencias muy graves
La Ley de Inmigración vigente específica que inscribirse como votante y/o votar se considera como una declaración falsa de ciudadanía. El inmigrante acusado de este cargo es permanentemente inadmisible en Estados Unidos.
Araya está consciente que en parte fue su responsabilidad, por no investigar de antemano, simplemente asumió que el voluntariado electoral tenía la información y entrenamiento necesario.
“Ese fue un error de parte mía, pero también es un error del sistema”, explica Araya. “¿Cómo van a registrar a alguien que no es apto para votar?”
La abogada de inmigración de EMP Law, Helen Parsonage, ha trabajado directamente con múltiples casos de fraude electoral y califica a la ley como “draconiana”, ya que no hay forma de desestimar el cargo.
“No importa cuánto tiempo has estado aquí, no importa si estás casado con un ciudadano americano, no importa cuantos hijos que son ciudadanos americanos tienes. No hay exoneración”, asegura Parsonage.
Pero la ley no siempre fue tan drástica. En el año 2020 el Departamento de Seguridad Interna (DHS) actualizó la ley de afirmación falsa de ciudadanía, para agregar que incluso si un inmigrante vota sin la intención de cometer fraude electoral, en la mayoría de los casos, no se le perdona del cargo.
“El cambio se hizo en la administración presidencial pasada”, detalla Parsonage. “Cuando digo que es una ley draconiana, digo que es extremadamente severa. Las consecuencias son astronómicas y arruinan la vida de muchas familias”.
Parsonage también explica que de cientos de personas con las que ha trabajado que enfrentan cargos de fraude electoral, la mayoría no votaron. Los que sí votaron, fueron inscritos porque un trabajador electoral les dijo que podían hacerlo.
“En términos de fraude electoral, personas que no son ciudadanas no deberían ser el enfoque principal”, agrega.
Incertidumbre sobre el futuro
María Seas Mora, la esposa de Henry Araya, dice que las cosas se han vuelto extremadamente difíciles para la pareja.
El mudarse a Estados Unidos fue una decisión que tomaron para poder dar mejor educación a sus hijos y crecimiento económico, y ahora mismo dependen mayormente de su salario. Sus documentos migratorios fueron patrocinados por la escuela donde trabaja, además sus hijos y esposo también aplican automáticamente.
Sin embargo, ya que Araya fue acusado y se declaró culpable a los cargos de fraude electoral, ya no califica para la residencia estadounidense.
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“Las personas que andan enrolando a la gente para votar deberían ser bien entrenadas, que le expliquen bien a las personas cuando no se puede o si se puede votar”, dice Araya. “Que los alerten. Que se cercioren de si son ciudadanos o no ciudadanos”, agrega.
Araya no puede renovar sus documentos de identidad, ni puede trabajar ahora mismo por el cargo de fraude electoral. La familia mantiene la esperanza de que oficiales de inmigración los contacten para poder reabrir su caso. Siguen trabajando con varios abogados tratando de explorar sus opciones.