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Con la obligación de trabajar para cumplir el “sueño americano”, dentro de la comunidad latina es muy común que los padres de familia se apoyen en los abuelos para el cuidado de los niños.

Luego de que el COVID-19 afectó en gran medida a los adultos mayores, muchos menores que radican en Carolina del Norte se han quedado sin su principal cuidador.

Una investigación hecha por Journal of Pediatrics reveló que la pandemia del COVID-19 ha provocado una gran cantidad de muertes entre los cuidadores de niños en todo el país.

Basado en datos de fertilidad, composición del hogar y las tasas de mortalidad del virus, los investigadores denominaron la situación como “orfandad asociada al COVID-19”.

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Se estima que entre el 1 de abril de 2020 y el 30 de junio de 2021, al menos 1,855 niños del estado de Carolina del Norte perdieron a su cuidador.  

Cabe destacar que el número de muertes en Carolina del Norte provocadas por el virus ya superó las 20,000 defunciones.

De esta forma se elevaría a cerca de 5,000 los niños que experimentan la orfandad asociada con COVID-19, lo que significaría uno de cada 462 niños en el estado.

Los datos reflejan que los niños de origen latino que han perdido a sus cuidadores representan el 21.1 % del total en el estado.

Los niños afroamericanos representan el total más alto con el 38 %.

¿Cómo afectará a los niños en su desarrollo escolar?

En el estudio se calcula que los cuidadores son padres o abuelos quienes cubren algunas de las necesidades básicas de los menores.

Esta situación puede mermar de forma significativa el aprendizaje escolar por parte de los niños.

Diversos reportes indican que este tipo de pérdidas se asocia con menor interés en la escuela, además de que los niños pueden sufrir de problemas de salud mental y baja autoestima.

La cifra aproximada puede no ser exacta debido a los trámites del Departamento de Salud y Servicios Humanos del estado, donde especifican que puede “haber un retraso de 3 a 5 meses para el registro de defunción”.

De igual forma se tiene contemplado que por cada cuatro muertes relacionadas al COVID-19, un niño queda huérfano.