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Recordemos los años 70. No, no es la invitación para una fiesta retro, ni tampoco para un desfile de moda vintage. Sencillamente, es una invitación a rememorar los hechos económicos de esas épocas, porque al parecer la economía americana podría ponerse retro, podría vestirse “vintage” en este 2024 en el tema de la recesión.

En recientes días se ha comentado muy fuertemente que, en Estados Unidos, en adición al pequeño repunte de la inflación, existen altas probabilidades de enfrentar una recesión. Esta combinación de elementos se la conoce como estanflación, y la última vez en que la economía experimentara este tipo de escenarios ocurrió allá en la década del 70.

Los años de la recesión y la estanflación

Para comprender que llevó a la economía americana, y del primer mundo, a una estanflación, es necesario comprender el contexto económico-productivo de aquel entonces. En aquella época, casi la totalidad de la generación energética en el mundo entero era a base de petróleo. Hoy hay cierta diversificación, pero en la década del 70 era casi total.

En ese contexto, en el caso de que el petróleo escasease, más allá de haber menos cantidad disponible, era muy lógico presumir que los precios iban a incrementarse. Pues en efecto así sucedió. A consecuencia de dos eventos bélicos y sociales en el Medio Oriente, la oferta de petróleo cayó y generó un salto explosivo en sus precios.

Así, con menos petróleo disponible, menos energía podría ser generada y consecuentemente, menos iba a ser producido en el mundo. Esto revelaba que la caída de la oferta global de petróleo desembocaría en una contracción de las primeras economías del mundo, entre ellas la americana.

De la misma forma, al haberse incrementado los precios del barril del petróleo, los costos de producción iban también a aumentar, generando una subida en el nivel general de precios. En otras palabras, el encarecimiento de materias primas sustanciales en el sistema productivo mundial, vino acompañado de inflación.

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¿Cómo estamos ahora?

La historia actual no es tan distinta. Cuando inició la guerra ruso-ucraniana era evidente que los vientos “setenteros” soplaban cerca. Las materias primas relacionadas con la generación de energía empezaron a escasear y sus precios a subir. Lo primero ha generado presiones importantes en la producción nacional de muchos países, de ahí que el fantasma de la recesión ha dado vueltas desde el inicio de este conflicto. Sin embargo, lo que sí se manifestó de forma clara fue la contribución de esta crisis energética en el nivel general de precios de muchas economías, entre ellas la estadounidense.

Precisamente por la nefasta experiencia de las primeras economías del mundo en la década del 70, los Bancos Centrales de Estados Unidos y Europa, principalmente, reorganizaron la toma de decisiones de política económica, fijando sus objetivos en torno a la inflación. De esta forma, permitiéndose una inflación por el orden del 2 %, todo lo demás debe ajustarse para que así suceda.

Este antecedente es lo que equivocadamente movió tanto la Unión Europea como Estados Unidos, o al menos así lo hicieron creer, a intervenir en el mercado de dinero. En su lógica, la escalada inflacionaria de meses anteriores estaba ligada a la impresión desmedida de dinero en épocas de pandemia y, por ende, como los precios son una resultante del mercado de dinero en el corto plazo, la vieja prescripción indicaba que había que subir tasas de interés.

¿Existe riesgo de recesión?

A la fecha de hoy, mayor ha sido el incremento porcentual en la tasa de interés que lo que se ha logrado reducir en inflación. Sin embargo, con las actuales tasas de interés en Estados Unidos, su economía está al borde de una recesión. La historia aún está en desarrollo, hay que ver que sucede, de pronto, y la evita, pero aquí lo relevante es recoger las piezas de aquellos años setenta.

La crisis del petróleo de esa década, además de la estanflación, tuvo cambios estructurales en el mundo económico. Uno de los más relevantes fue la mayor libertad con la que los capitales se movían en el mundo.

Esto sin duda era un poco contradictorio. El mundo entero sufría para producir, para ganar utilidades y salarios, para hacer que el dinero alcance a pesar de la inflación, mientras que, por otra parte, el mundo nadaba en liquidez. Los petrodólares iban y venían entre Estados Unidos y Europa, y de seguro haciendo más ricos a los propietarios de esa liquidez.

Pues pareciera que se vive una clonación de esa década al cierre del primer cuarto de este siglo. Y la pregunta que cae por gravedad en este punto es: ¿Quiénes tendrán ese dinero?

Juan Carlos Jácome es asesor empresarial en finanzas, economía y analítica de datos, estudió economía y análisis estadístico aplicado a políticas públicas y tiene 24 años de experiencia profesional....