Recientemente gané el Premio Excelente como la estudiante del Año, pero lo que no saben es cuánto esfuerzo y sacrificio me ha costado llegar a cumplir mi sueño.
Soy Karole Pelcastre y mi camino no ha sido sencillo. Si para mis compañeros fue difícil para mí fue cuatro veces más duro. Así ocurrió en mi último año de secundaria, al no poder conseguir mi certificado de enfermería, pero a pesar de todo, siempre estuve dispuesta a trabajar el doble para alcanzar mi meta de ser enfermera neonatal.
Desde pequeña enfrenté varios obstáculos pero cuando aprendí a realmente poner mi fe en Dios, mi puerta dorada se abrió. Ahora, estoy un paso más cerca de materializar esos sueños que parecían inalcanzables.
Persiguiendo el sueño americano
“Lo único que nos falta hacer es que te vayas a Estados Unidos, ya venimos que por tu alto nivel de estudios aquí en Tlaxcala no te van a dar trabajo”, le dijo alguna vez mi madre a mi padre. Así fue como mi padre llegó a Estados Unidos, con tal de darnos un mejor futuro y nuevas oportunidades que en México no iban a ser posibles. Estuve dos años alejada de él y entre lágrimas aprendí a valorar su esfuerzo.
En ese entonces, no sabía cuan difíciles eran los obstáculos que la sociedad había puesto en mi camino. Y así fue al menos hasta mi último año de secundaria en la Middle College de la Universidad de Carolina del Norte (UNC) en Greensboro.
Para realizar mis estudios la matrícula es de $22,562 al año por ser considerada “estudiante de fuera del estado”, pese a haber vivido en Carolina del Norte por más de 14 años. Mientras que para el resto de mis compañeros la matrícula es de $7,406 al año.
No tener las mismas oportunidades
No tuve las mismas oportunidades que mis compañeros, no pude obtener ayuda federal para seguir pagando mis estudios, pero lo que más me dolió fue no poder recibir mi certificado de asistente de enfermería. Tomé la clase y fui una de las más involucradas, pero al no tener las mismas oportunidades por mi condición, no pude tomar el examen para mi certificación.
“Vinimos a Estados Unidos para darte un mejor futuro, pero en momentos así se nos partía el corazón al no saber qué más hacer”, lamentaron mis padres.
Según un reporte de New American Economy, en los últimos tres años hay más de 450,000 estudiantes indocumentados y con DACA inscritos en estudios post secundarios, con el deseo de seguir estudiando.
“Me dolía y me llenaba de impotencia no saber qué hacer para ayudarte hija, pero sabía que te tenía que seguir empujando para que siguieras peleando por tu sueños”, me dijo mi madre.
Hubo muchos días donde quise dejarlo todo pero me acordaba de los sacrificios que hicieron mis padres. Y eso me impulsó a seguir persiguiendo mis sueños.
Los obstáculos
Cuando llegué a Estados Unidos, mi primer gran obstáculo fue no hablar inglés.
“Karito los vecinos quieren jugar contigo, dicen que patees la pelota. Era muy difícil hija, porque yo tampoco hablaba bien el inglés para poder entender todo lo que decían los niños”, recordó mi mamá.
Empecé la escuela y rápidamente aprendí a hablar inglés, con el apoyo de mis padres y mis maestros que hicieron el aprendizaje más fácil. Pero sobre todo, mis papás me enseñaron a tener respeto, ser educada, ayudar a los demás y nunca apartarme de los caminos del Señor.
“Recuerda hija, hay gente que la tiene más difícil que nosotros pero trata de ayudarlos de cualquier forma posible”, me decía mi papá.
Empezando a abrir mis alas
En mi último año en la secundaria me llevé varios honores y calificaciones bastantes altas pero aún así no podía ser elegible para becas federales o Free Application for Federal Student Aid (FASFA), que ayuda a los estudiantes a pagar sus estudios dependiendo de los ingresos de sus padres.
Entonces comencé a buscar becas que estuvieran disponibles para mi situación y me encontré con la beca de la Fundación La Noticia. Así gané el título de “Estudiante del año 2021” y una beca para seguir mis estudios.
Con esta beca comencé mis estudios en la Universidad de Carolina del Norte en Pembroke en línea para ahorrar dinero y tomar los prerrequisitos que me faltaban para la escuela de enfermería.
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Sueño de ser enfermera
Fui la única hija, hasta que llegó mi hermana en 2012. Ese fue el día que surgió la inspiración para convertirme en enfermera. Mi familia pensaba que este sueño se me iba a pasar porque solo tenía nueve años pero no fue así. Sino al contrario, la pasión por convertirme en enfermera neonatal solamente crecía más.
Pero no quiero ser solamente una enfermera más. Quiero ser una enfermera que haga una diferencia en la vida de mis pacientes y sus familias.
He visto cómo la barrera del lenguaje es muy difícil en los hospitales y por eso quiero aprovechar que soy bilingüe para beneficiar a los demás. No solamente ayudarles con el tratamiento de sus bebés sino también para darles el apoyo emocional que los padres necesitan.
Mi “puerta dorada”
Continué mis estudios en Pembroke pero desafortunadamente me enteré que no iba a poder obtener mi título en enfermería. Por ende, empecé a buscar otras oportunidades y becas para seguir estudiando.
En 2020 solicité la beca “Golden Door Scholarship'' ofrecida por cuatro años y no pasé a la ronda de entrevistas. Así que este año volví a solicitarla, aunque no tenía muchas esperanzas de ganarla.
Pero una semana antes de mi cumpleaños recibí un mensaje en el que se me informaba que iba pasado a la ronda de entrevistas. Así, justo el día que cumplí años coincidió con la entrevista y me sentí en familia, no me sentía diferente por mi situación migratoria.
El siguiente jueves me enteré que me habían otorgado la beca que me ayudaría a pagar mis estudios en una de las universidades asociadas.
“¿Karole sabes qué significa esto? Estoy un paso más cerca de verte vestida de enfermera y que cumplas todos tus sueños, mi amor”, dijo mi mama, con sus ojos llenos de lágrimas.
La alegría que sentí ese día fue tan tremenda que lo único que pude hacer fue llorar y darle gracias a Dios por abrirme esta puerta tan grande.
Levantando mis alas
Pero antes de convertirme en enfermera me gustaría usar mi historia para inspirar a los demás. Hay muchos estudiantes que están en la misma situación y piensan que ya no hay esperanzas para seguir. Pero no es así, si realmente te lo propones y luchas con determinación puedes lograr cualquiera sueño. Siempre unidos podemos ayudarnos como comunidad latina a alcanzar cualquier meta.
Mi vida es la metáfora de la metamorfosis de una mariposa, pues he aprendido a sobresalir a pesar de los obstáculos que trae la vida. Muchas orugas no logran ser mariposas, únicamente las más fuertes y determinadas lo consiguen. Así que quiero inspirar a los demás a creer que los sueños sí son posibles.
Me encantaría convertirme en enfermera neonatal y recompensar todo los sacrificios que han hecho mis padres para impulsarme. Mi meta más grande es poder comprarles la casa de sus sueños y que me puedan ver realizada profesionalmente.
Cuando me vean volar, recuerden que ustedes me pintaron mis alas. Gracias mamá y papá por todos sus sacrificios, los amo.