Educar a los hijos para que sean obedientes es trabajo de familia, ya que se trata de crear hábitos y la voluntad de hacer las cosas que permitan la convivencia sana.
La inmadurez provoca problemas de conducta en los niños que pueden desaparecer a medida que crecen. Sin embargo, desde pequeños deben conocer el valor de la obediencia.
¿Qué significa tener hijos obedientes?
No debemos esperar a tener hijos que hagan todo a nuestra voluntad, sino que puedan reconocer sus propios deberes y responsabilidades y entender los beneficios que les aporta cumplirlos.
"La obediencia es una actitud responsable de colaboración y participación, importante para las buenas relaciones, la convivencia y las tareas productivas. La acción de obedecer es aquella en la que se acatan normas, órdenes, reglas y comportamientos".
Entonces, que sean obedientes quiere decir que aprendan a seguir órdenes y a comportarse sin caer en la sumisión y la falta de autonomía. Es válido que se opongan a una orden, pero que puedan acatarla y comprender las consecuencias de hacerla o no.
5 consejos para enseñar a los hijos a ser obedientes
- Tener autoridad al momento de pedir algo. No debe haber vacilaciones al momento de dar una indicación a los hijos, pues no es lo mismo que hagan algo a la primera que luego de 5 repeticiones. Tampoco debe aceptarse las negociaciones que se vuelven una costumbre, porque al final será la forma habitual de evadir. Eso sí, la clave de esto también es que no se debe minimizar la expresión de los niños si presentan objeciones a las peticiones de sus padres, después de todo la idea no es tener hijos obedientes pero con sus propias ideas aniquiladas.
- Dar órdenes concretas. Por ejemplo, en lugar de decirle al niño que ordene su cuarto es preferible decirle que guarde sus juguetes en el cajón. En ese sentido, tampoco es buena idea pedirle más de 3 cosas al mismo tiempo mientras está aprendiendo a ser obediente.
- Explicar el por qué de las cosas. Los niños no necesitan recibir órdenes porque sí, sino por alguna razón en particular. No quiere decir que debemos apelar al clásico "porque yo lo digo", sino darles un motivo sensato. Si le pedimos a un niño comer con la boca cerrada, también sería conveniente decirle que nadie quiere ver sus alimentos moviéndose entre sus dientes porque es de mala educación.
- Tener claro el nivel de exigencia vs la edad del niño. Pedir algo que un niño no puede entender es un error, por eso es necesario estar consciente de qué cosas puede hacer un niño de acuerdo con su edad.
- No ofrecer recompensas. La obediencia no es tal cuando tiene como base un premio. En ese caso, sí se debe celebrar la acción con un "gracias", lo que además ayudará a elevar la autoestima y la satisfacción, pero nunca con "te ganaste un helado por hacer lo que te pedí".