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Ubicada en 1009 Fifth Avenue en East 82nd Street, la mansión Duke-Semans se erige como uno de los edificios más emblemáticos de Manhattan, Nueva York.

El empresario Benjamin Newton Duke, originario de Durham, Carolina del Norte, fue quien mandó construir esta famosa casa entre 1899 y 1901.

Duke se desempeñó como vicepresidente de American Tobacco Company y también fue fundador de Duke Energy. Gracias a ello, forjó una prominente fortuna que le permitió edificar esa mansión.

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Hace unos 15 años, el magnate mexicano Carlos Slim adquirió la también llamada Casa Benjamin N. Duke por uno $44 millones para luego venderla en mayo de 2015 por $80 millones, casi el doble de lo que pagó por ella.

Así fue como el hombre más rico de México se ayudó indirectamente de Carolina del Norte para incrementar su fortuna.

Pero no solo fue eso.

En marzo de 2015, Slim dejó de ser consejero y socio de la cigarrera Philip Morris (PMI). En 2007 el empresario vendió 30 % de su participación en Cigatam —la antes llamada Cigarros La Tabacalera Mexicana— a PMI por más de $1,100 millones.

Con ello, la multinacional quedó dueña en 80 % de una de las empresas con las que Slim hizo parte de su fortuna inicial. El 20 % restante lo vendió Grupo Carso a la propia PMI en 2013, por $700. 

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Fueron tres décadas las que Slim —a través de Carso— participó en la industria cigarrera, primero como fabricante y operador de diversas marcas, y al final como consejero de una de las principales empresas del ramo.

Es así que buena parte de su imperio, Slim se lo debe a Cigatam. A pesar de su vieja alianza con Philip Morris, y de traer marcas como Marlboro, Benson and Hedges, Pall Mall, la empresa manejó marcas que hicieron historia en la memoria colectiva de los mexicanos, tales como Faros, Delicados y Tigres, o los más modernos Baronet y Broadway. 

Cigarros Tabacalera Mexicana competía en el mercado contra La Moderna, basada en Monterrey, que manejaba marcas como Raleigh —que debe su nombre a la capital de Carolina del Norte y la más vendida en la historia en México, junto con Marlboro—, Viceroy, Camel, Del Prado, Boots, Fiesta y Montana. 

Fue entonces como Carlos Slim tuvo así un estrecho vínculo con la basta industria tabacalera que alguna proliferó en Carolina del Norte.

Y pudo sacarle provecho para enriquecerse más.