Un hábito es una conducta que se se repite frecuentemente y que se realiza de forma inconsciente. En este sentido, existen hábitos buenos y hábitos malos. Los niños pueden desarrollar malos hábitos sin darse cuenta. Comerse las uñas es uno de ellos. Normalmente, esta conducta se limita a morder solamente las uñas de las manos. Sin embargo, en algunas ocasiones, los niños también pueden morder las de sus pies.
Comerse las uñas es una forma de liberar el estrés. Otras veces, puede ocurrir en momentos de inactividad o aburrimiento. Esta conducta puede aparecer en compañía de otros malos hábitos como hurgarse la nariz, halarse el pelo y pellizcarse la piel. La persona que se come las uñas probablemente lo haga sin darse cuenta mientras desempeña otras actividades como: leer, escuchar música o ver televisión. En algunos casos, se vincula este mal hábito al trastorno obsesivo-compulsivo.
Una de las principales consecuencias de esta práctica es el daño a la piel que rodea las uñas y en el tejido que las hace crecer. En consecuencia, la presencia de llagas y dolor en los dedos es bastante común. Así mismo, las infecciones también pueden ser recurrentes al pasar constantemente bacterias y virus de los dedos y manos, a la cara y la boca. Si este hábito no es atacado a tiempo, puede mantenerse a lo largo de la vida adulta.
La Academia Americana de Dermatólogos sugiere algunos consejos que pueden ayudar a sus hijos a romper con esta práctica:
1. Corte sus uñas:
Tenerlas cortas resulta favorecedor puesto no tendrá qué morder.
2. Aplique esmalte con sabor amargo:
Este producto se encuentra en farmacias sin necesidad de un récipe. El mal sabor del producto desanimará al niño a continuar el mordido de sus uñas.
3. Sustituya el mal hábito por uno bueno:
Intente buscar un método alterno para liberar el estrés. Apretar una pelota, escribir, pintar o hacer una actividad que sea placentera puede ayudar al niño a liberar tensión y a mantener las manos ocupadas.
4. Identifique las causas del estrés:
Ayude a su hijo a identificar las situaciones que le producen estrés o aquellas en las que normalmente se muerde las uñas. Llevar un record de éstas y la frecuencia con la que lo hace puede ser beneficioso para romper el mal hábito.
5. Cubra sus uñas:
Puede utilizar guantes, cinta adhesiva o calcomanías. Si el niño no puede alcanzar sus uñas con su boca, no podrá morderlas.
6. Manténgale motivado:
Felicitar a su hijo cada vez que logre dejar el mal hábito, así sea momentáneamente, porque esto le motiva a continuar. Evite humillarlo y criticarlo. Motívelo a comenzar por cambios pequeños. Por ejemplo, puede empezar por dejar de morder las uñas de sus pulgares. Cada pequeño logro cuenta en el proceso de romper con esta conducta.
En algunos casos, puede ser necesario el tratamiento con terapia para dejar el mal hábito.
Para más consejos acerca de cómo mantener la salud de las uñas consulte: Academia Americana de Dermatólogos