Este año se realizarán las elecciones presidenciales. De momento, parece repetirse el mismo panorama electoral del año 2020. Por un lado, Joe Biden encabeza la lista de los demócratas, mientras que Donald Trump la de los republicanos. ¿Se volverá a repetir la historia? ¿Cuál será el futuro de la reforma migratoria?
Promesas sin cumplir
Pese a que en el 2020 fue una de sus promesas centrales de campaña, Biden no logró impulsar una reforma migratoria integral bipartidista cuando asumió la presidencia, con la agravante de que en el primer año de su administración contó con mayoría demócrata en la Casa de Representantes y el Senado.
En este 2024 las cosas no pintan muy bien. Se dejó de mencionar el tema de la reforma migratoria en los discursos presidenciales, y ni siquiera figura este tópico en la página oficial de campaña de Biden.
Debido al evidente influjo de inmigrantes en la frontera, la mayoría de los esfuerzos de la administración Biden en materia migratoria han sido de control fronterizo.
Sin una reforma migratoria, sin mayores innovaciones tecnológicas en la realización de trámites y con un presupuesto limitado, los oficiales de inmigración están abrumados de trabajo. En la actualidad tenemos la cifra récord de tres millones de casos migratorios pendientes.
Amenazas muy graves
En el otro lado del espectro político, el panorama es aterrador. El expresidente Donald Trump intensificó sus diatribas antiinmigrantes, repitiendo sin estupor credos abrazados por grupos supremacistas blancos. El año pasado aseguró que los inmigrantes que llegan a Estados Unidos están “envenenando la sangre de nuestro país”, un comentario que hace eco con el discurso de otras figuras totalitarias a lo largo de la historia.
Trump aseguró que no tendrá compasión de los inmigrantes, anunció deportaciones masivas, endurecimiento de políticas y obstáculos para la legalización de los indocumentados.
Por fortuna, no todos comparten las ideas de supremacía blanca del expresidente. Alrededor de dos tercios de los estadounidenses (66 %) creen que los inmigrantes fortalecen al país “debido a su arduo trabajo y talentos”, según una encuesta del Pew Research Center.
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¿Es posible una reforma migratoria integral bipartidista?
Reformar el sistema migratorio no será tarea fácil, pero es necesario y urgente. Estudio tras estudio ha demostrado que una reforma migratoria integral generará grandes beneficios económicos al país. Además, regresaremos al espíritu de la ley de inmigración, que consiste en la unificación familiar.
La última gran ley de inmigración se aprobó en 1986, cuando Ronald Reagan era presidente y ambas cámaras del Congreso estaban en manos de los demócratas. En 1990 se aprobó un proyecto de ley más pequeño cuando George H.W. Bush era presidente y ambas cámaras del Congreso todavía estaban controladas por demócratas.
La tradición de acuerdos bipartidistas cambió durante la presidencia de George W. Bush, cuando el impulso de una reforma migratoria bipartidista fue descartado por una revuelta conservadora contra la llamada “amnistía” para los indocumentados.
Décadas de inacción han vuelto obsoleto, restrictivo e ineficiente a nuestro sistema migratorio. La tasa de inmigración neta de Estados Unidos, legal e ilegal, se ubica en el tercio inferior de los 50 países con el PIB per cápita más alto del mundo, y la proporción de habitantes nacidos en el extranjero también está en el tercio inferior. Esto ocurre en un momento en que el crecimiento de la población se encuentra en sus niveles más bajos desde la Gran Depresión.
Al final del día, son los votantes quienes tienen la última palabra. Es nuestro voto el que puede persuadir a los políticos a impulsar una reforma migratoria integral bipartidista, o a dejarla en el olvido.
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