Volver a Afganistán... La idea latía dentro de Sara Kazimi mientras vivía como refugiada en Estados Unidos, país al que llegó con 7 años de edad. Cuando regresó a Afganistán, años después, se encontró con "un montón de huérfanos" y tuvo la idea de fundar World Orphanage Foundation (WOF) para ayudar.
"Mi organización ha estado muy activa en Afganistán desde 2011 proveyendo comida, refugio, educando mujeres, niñas, caballeros (...). Con el nuevo régimen que está en Afganistán: ¿Seré capaz? ¿Seré bienvenida?",
dijo Kazimi a La Noticia.
Kazimi y otras mujeres se preguntan si los talibanes impondrán un duro régimen que las privará de los derechos fundamentales. Ella, como activista y empresaria, duda si le permitirán que su organización siga funcionando.
"¿Tendrán la voluntad de darme la seguridad, la aprobación: "sí, como mujer puedes trabajar en Afganistán y como mujer de negocios puedes hacer tratos comerciales, asegurarte de que la sostenibilidad en Afganistán funcione?",
comenta la activista a La Noticia.
Asimismo, los códigos de vestimenta para las mujeres aún no están claros. Los precios de la tradicional burka se disparan en medio de un difícil panorama económico.
Algunos alimentos básicos están escasos, igual que el dinero en efectivo.
Fuera de los bancos, hay largas colas de clientes que quieren sacar el dinero de sus cuentas para hacer compras básicas y pagar deudas. Pero muchos lo hacen porque temen una quiebra bancaria.
Igualmente, The Associated Press reporta que algunas personas intentan vender muebles, ropa usada y otros enceres a precios baratos para recoger algo de dinero que les permita subsistir en este contexto.
El flujo de dinero en la economía afgana se alteró tras la negativa del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional de reembolsar fondos al nuevo gobierno afgano conformado por los talibanes.
Además, Estados Unidos congeló millones de dólares del Banco Central Afgano en cuentas estadounidenses.
De hecho, muchos empleados y empleadas del sector público no cobran sus salarios desde hace meses.
Los problemas en el sector bancario afectan también a trabajadores de organizaciones sin fines de lucro como la de Sara Kazimi.
"Solo para mi equipo 13 a 15 personas, tengo que pagar un salario. Si no puedo pagarles, ¿Qué pasa? No van a trabajar. Si no trabajan porque no tengo acceso a fondos, eso automáticamente destroza mi organización como organización internacional (...). Eso me pondrá en una situación de cerrar mis puertas",
expresa Kazimi.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) pronostica que en el peor de los casos, el índice de pobreza en Afganistán podría alcanzar el 97 % a mediados de 2022.
Mientras que brindar apoyo dentro de Afganistán sea incierto, Kazimi tiene el proyecto de crear una escuela virtual para ofrecer oportunidades educativas a distancia. Por eso, pide donaciones que le permitan dar este paso.
Actualmente, la activista se encuentra reuniendo un equipo de personas dentro y fuera de Afganistán para llevar a cabo el proyecto, donde podrán estudiar personas de cualquier parte del mundo.
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Para más información, suscríbete a nuestro Newsletter. La Noticia produjo esta nota con información de The Associated Press (AP).