Para la educadora Nhora Gómez Saxon, la crisis educativa provocada por la pandemia es un caleidoscopio con distintos matices y no hay una verdad absoluta.
Ella es originaria de Tame, Arauca, una región de Colombia donde el 27 % de las personas vive en pobreza y 7 % en condiciones de pobreza extrema.
Ahí pudo vivir de cerca una realidad que contrasta con la que se tiene en Charlotte, Carolina del Norte, donde radica desde hace un par de décadas.
La brecha socioeconómica es tan extensa como las más de 2,400 millas que separan una ciudad de otra.
Es por eso que no entiende el pronunciado ausentismo que prolifera en las clases a distancia que se imparten en el Sistema Charlotte-Mecklenburg Schools (CMS).
Mucho menos cuando al ser maestra ha podido constatar cómo los padres hacen todo por poder darles a sus hijos las herramientas para tener acceso a la educación aun sin tener clases presenciales por el brote de coronavirus.
“Sí, es crónico (el ausentismo de alumnos)”, dice en entrevista con La Noticia.
“Pero cuando llamo a los padres porque el niño no está (conectado) me dicen ‘pero si tiene el internet, la computadora; yo lo dejé conectado esta mañana’”, describe. “Pero aún así no está conectado”.
“Entonces pienso que es por la fatiga virtual y la pandemia”, analiza.
Datos alarmantes de ausentismo de latinos en CMS
Según una base de datos con el registro de asistencia de los alumnos durante la pandemia, el 25.3 % de los estudiantes latinos y el 24.4 % de los estudiantes afroamericanos de CMS han estado ausentes. Es decir, pierden al menos el 10 % de los días inscritos.
Números que causan estado de alerta, toda vez que los datos del año pasado contrastan drásticamente con un 16.8 % de ausentismo de latinos. Y un 16.9 % para estudiantes afroamericanos.
Para Gómez Saxon, quien da clases exclusivamente en español a latinos, las cifras en sus aulas son similares aunque un poco menos preocupantes que el promedio.
“No diría que el 25 % pues en mi caso, en una clase de 20 estuvieron ausentes 3, y en la otra clase 4 de 21”, comparte.
“Claro, tengo la ventaja de que sí puedo llamar a los papás en español, entonces yo llamo a los papás y algo pasa, algunos se sienten descubiertos”, explica.
“La otra cara es los niños que saben que los profesores no pueden llamar a los padres de familia y se aprovechan”, dice refiriéndose a los jóvenes latinos que toman clases en inglés.
Concesiones para fomentar clases a distancia
Las políticas de asistencia cambiaron en las CMS durante la pandemia.
Ahora no se requiere que la cámara de un estudiante esté encendida para ser contado, especialmente si participa de otras formas.
Los estudiantes pueden ser contados como presentes si no asisten a clase, si es que entregan las tareas diarias, pero aún así, brillan por su ausencia.
Este año, el ausentismo crónico es peor entre los estudiantes más jóvenes.
Cifras del distrito arrojan que los estudiantes de secundaria tuvieron las tasas más altas, seguidos por los de primaria y luego los de secundaria.
Exactamente lo opuesto al año escolar 2019-20, cuando los estudiantes mayores tuvieron las tasas más altas de ausentismo.
“¿Y por qué echarle la culpa al sistema y no cuestionar a los niños?”, se cuestiona Gómez Saxon.
“Yo trato de hacer clases interactivas, yo les pregunto y ellos ni quieren prender la cámara. “Yo enseño a cuadritos negros”, lamenta.
La maestra cree que el problema está en el desinterés de las nuevas generaciones, pero sabe también que cada caso es específico y no se pueden medir por igual, por más que las cifras homogeneicen.
“Los papás están haciendo lo que tienen que hacer, tienen al 'chamaquito' con techo, comida y no digo que 100 % pero sí al 95 % y hay que darles crédito a los padres”, asegura.
“Yo veo que están ahí, pero no están participando; se creó esta clase para atender las necesidades de los niños latinos, entonces yo los veo conectados”, explica.
“Les encargo tareas interactivas, los pongo en cuartitos a hablar; hoy comencé bailando porque es viernes y tu cuerpo lo sabe”, dice.
Apatía, un factor
Es así que la maestra considera que contribuye especialmente la apatía a esta baja considerable de asistencia.
Pero aunque escuelas como Collinswood adoptaron un modelo donde trabajan lunes y martes; descansan el miércoles y vuelven a trabajar jueves y viernes, los estudiantes de South Meck, donde imparte cátedra, deberían adaptarse a las condiciones con tal de no rezagarse aún más en esta contingencia.
“La escuela hace lo que tiene que hacer, los padres hacen lo que tienen que hacer, ¿por qué los niños no participan?”, se pregunta.
“Quisiera decir que porque no se les da la gana, pero sí vale decir que es cansancio, falta de motivación”, lamenta.
“Que cada uno se encargue de su responsabilidad, a los niños tal vez disminuirles la carga frente a la computadora pero sí concientizarlos”, pide.
Según Charlotte Agenda, se estima que 18,000 estudiantes de CMS no tenían acceso a recibir educación a distancia al comienzo del año escolar. Por lo que no pudieron asistir a sus clases durante las primeras semanas.
“Por ejemplo, ayer un niño me dijo que no podía estar en la clase porque su papá estaba muy enfermo”, cuenta la profesora.
“La mamá estaba trabajado y él estaba cuidando de su padre, dando almuerzo, dando la medicina y tal”, comenta. “Es la pandemia, la pandemia es la que ha afectado todo”.
No victimizar a los alumnos, pide maestra
Los estudiantes latinos y afroamericanos tienen cinco veces más probabilidades de estar ausentes crónicamente que sus contrapartes blancos, según los registros.
No obstante, la profesora con más de 20 años de experiencia en CMS pide que no se culpe del todo a la desigualdad social cuando las familias latinas hacen grandes esfuerzos porque sus hijos tengan educación.
“Peor estuvieran allá en Tame, Arauca, mi pueblo, donde no tienen internet”, dice.
“Hay niños aquí los que les está yendo muy bien, es como todo en la educación”, reflexiona.
“Hay dos filosofías: ‘ay, pobrecito, está cansado; es que el sistema es muy malo, claro, está solito todo el día’”, postula.
“Y el otro punto de ver la vida es: ‘gracias a Dios tiene computadora, tiene el internet, está bajo techo, no se está congelando, hay sopita y frijoles con arroz todos los días, qué dicha que el muchacho tenga acceso’”, puntualiza.