Sinclair Larson llegó a casa el 8 de noviembre para sacar a pasear a su fiel compañero, un perro pastor australiano; mucho menos que en el cruce peatonal en Franklin por Carolina Avenue sería atropellada por un conductor que no le cedió su derecho de paso.
Ella caminaba de regreso a la casa en Chapel Hill que comparte con otros tres estudiantes de la Universidad de Carolina del Norte.
Ese domingo, de acuerdo con la versión oficial de policía de Chapel Hill, Larson y su perro Jasper fueron atropellados y miraron de cerca la muerte.
Les salvaron la vida
Hasta que tres extraños bondadosos llevaron a Jasper al hospital de animales, algo que no pudo hacer ella, inconsciente y con el cabello empapado de sangre por el impacto.
“Le salvaron la vida”, dijo su padre, Jim al Charlotte Observer.
"Ella no estaría haciendo esto si eso no hubiera sucedido", dice su padre.
“Sigo pensando en mi cabeza, ‘¿cómo sería esto ahora mismo si él no lo hubiera logrado?'”, analizó Sinclair, quien en la primavera de 2019 se estableció como una estrella en ascenso en la natación de la Universidad de Tennessee.
En el otoño de 2019 abandonó el deporte después de una batalla contra la depresión y en marzo pasado adoptó a Jasper en su camino hacia la recuperación de la paz interior.
“No sé cómo hubiera podido pasar ese tiempo en el hospital. Habría sido una verdadera lucha para mí. Estoy muy agradecida de no tener que saber lo que se sentiría si no lo hubiera logrado”, compartió.
Sinclair, quien también nadó para el equipo del club SwimMAC Carolina, cosechó todo tipo de éxitos en la natación.
Jasper le ayudó a superar la depresión
Pero el otoño pasado, después de que sufriera un desgarro en la cadera, una lesión que, según dice, sucedió en la sala de pesas y la dejó al margen durante casi toda la caída.
"Eso desencadenó un ciclo de depresión para mí", dijo Larson.
“Cuando no pude competir en natación, simplemente me metí en un espacio mental realmente insalubre. Soy alguien que siempre quiere ser la mejor. Soy perfeccionista. Y creo que esas cualidades me llevaron a una espiral descendente”, lamentó.
Por el bien de su salud mental tras varios problemas, decidió que la natación competitiva sería cosa del pasado.
Fue entonces que Sinclair conoció a Jasper a través de una vieja amiga de su madre, que estaba criando al cachorro de 10 meses para una organización de rescate de pastores australianos.
“Tuvimos un vínculo de inmediato”, recuerda Sinclair sobre su perro.
Y se volvieron inseparables, tanto mientras ella estaba en casa con su familia en Charlotte durante cinco meses como luego de que se mudó a Chapel Hill en agosto para comenzar de nuevo en la UNC.
“(Durante) la cuarentena, estábamos solos él y yo todo el tiempo”, contó Sinclair.
El perro estuvo cerca de morir
La noche del 8 de noviembre, Jasper por poco y no lo logra tras el accidente.
Jill y Scott Reid estaban cenando en su patio trasero con su hija Erin, el nuevo esposo de Erin, y los nuevos suegros de Erin cuando fueron sorprendidos por el aullido de un perro.
Salieron y vieron a Sinclair cubierta de sangre al frente y al perro del otro lado de la calle.
"Si este perro iba a sobrevivir, teníamos que llevarlo a una sala de emergencias”, dijo Scott.
Fue así que lo llevaron al Triangle Veterinary, hubo problemas pues no eran los dueños del perro y no sabían quién era el verdadero dueño.
Asumieron el gasto
Scott y Jill aceptaron asumir la responsabilidad financiera del perro y pudieron salvar su vida gracias a una intervención de miles de dólares.
"No podía respirar por completo", contó Scott.
Para poder pagar la deuda, abrieron una cuenta en GoFundMe para Sinclair y Jasper.
Hasta el miércoles por la mañana, el monto recaudado para su atención médica ascendía los 33,804 dólares de acuerdo con el Observer.
Cando Jasper fue dado de alta, Sinclair lloró al reunirse con él por primera vez desde el accidente.
Triangle Veterinary reembolsó el depósito de 1,124 dólares que Jim Larson depositó cuando llamó la noche del accidente.
El saldo restante de 4,677 dólares fue condonado por el hospital, porque milagrosas historias como esa no se escuchan todos los días.