Sentada en casa y desde la pantalla de su celular, Ana Chagoyán, una madre mexicana que vive en el pueblo de Midland, condado de Cabarrus, dio el último adiós a su hermano mayor Juan, de sólo 40 años, en un funeral a distancia celebrado el viernes 24 de julio. La acompañaba su madre, su otro hermano, su esposo, tres de sus hijos, su yerno y su nieto. Todos viven juntos bajo el mismo techo.
Los Chagoyán llegaron al país desde León, Guanajuato, México hace más de 20 años. Debido a su estatus migratorio, no tienen seguro médico. Dicen que no pueden trabajar desde casa y no pueden permitirse vivir por separado. Esto hizo que la propagación del virus fuera inevitable en su hogar. Según la doctora Viviana Martinez-Bianchi, una experta en salud comunitaria de Duke Health, muchas familias latinas en Carolina del Norte eligen vivir juntas para poder subsistir, especialmente si están sin seguro de salud y sin ayuda.
“Muchas de las cosas más lindas de la comunidad latina, de apoyarnos el uno al otro, de vivir en grupos con el resto de la familia, en este momento de una pandemia, en donde la distancia es necesaria, termina siendo algo que nos juega en contra'', dijo la doctora. Igualmente las circunstancias se agravan cuando los afectados están indocumentados, están sin seguro de salud y sin ayuda.
¿Qué le pasó a Juan Chagoyan?
Todo comenzó cuando Juan, quien trabajaba como mampostero con sus dos hermanos, empezó a sentir malestar entre el 5 y 6 de julio. Los tres regresaron temprano del trabajo. Su jefe les dijo que se hicieran la prueba de COVID-19. Aun así, Juan ignoró los síntomas y continuó yendo al trabajo al día siguiente diciendo que necesitaba proveer para su familia, en especial su madre, de 57 años.
Según Joseline González, la hija mayor de Ana Chagoyán, su abuela fue la siguiente y mostró síntomas graves tres días más tarde. Su estado de salud rápidamente se fue deteriorando y se encontraba tan mal, que la familia tuvo que llamar a una ambulancia.
“Los de la ambulancia pues la agarraron y se la llevaron porque mi mamá tenía mucha fiebre”, dijo Chagoyán. “Nos dijeron, ‘Tu mamá tiene muchos síntomas del COVID.’”
Les informaron que efectivamente tenía COVID-19. Pese a su delicado estado de salud y en contra de la voluntad de la familia, Suárez fue dada de alta del Centro Médico Presbiteriano de Novant Health en Charlotte esa misma noche.
Chagoyán dice que ella fue la siguiente en mostrar síntomas junto a su nieto de 21 meses, el hijo de González. Mientras esto ocurría, la situación de Suárez empeoraba.
“Ya el sábado (11 de julio) a mi mamá se la llevaron al hospital (otra vez) porque mi mamá se nos estaba muriendo aquí en la casa”, dijo Chagoyán. “Le faltaba oxígeno. No estaba respirando bien.”
Su hermano Juan permaneció en su auto fuera del hospital, haciendo una especie de “guardia” hasta el martes siguiente, para estar cerca de su madre enferma en caso de que algo le pasara. Ese día él regresó a la casa.
La abogada Melissa Hordichuk de la organización sin fines de lucro Access to Justice Project, quien representa a Joseline González y al patrimonio de Juan José Chagoyán, dice que la familia fue contactada por el Departamento de Salud del Condado de Cabarrus. Les ordenó permanecer en cuarentena hasta el 3 de agosto, cuando el hijo de González dio positivo en una prueba dada en la clínica del departamento.
“[Dijeron] que teníamos que hacernos la prueba del COVID y que no podíamos salir de la casa. Que nos podían arrestar”, dijo Chagoyán.
Al día siguiente, el esposo y la hija de Chagoyán junto con Juan fueron a hacerse la prueba temprano por la mañana.
Alrededor del mediodía, cuando los familiares regresaron, Chagoyán escuchó a su hija llamarle preocupada. Juan había colapsado y yacía en el piso.
“Mi hijo y mi hermano, el más pequeño, tuvieron que cargar a mi hermano (que estaba en el piso)” dijo Chagoyán. “Mi hermano empezó a retorcerse muy feo y comenzó a vomitar.”
Chagoyán llamó al 911 y dos paramédicas llegaron en una ambulancia. Les dijeron que sospechaban que Juan estaba teniendo un derrame o un infarto. Fue llevado de inmediato a la sala de emergencias del Atrium Health Cabarrus en Concord.
La familia dice que los médicos confirmaron que Juan había sufrido un derrame y que encontraron coágulos de sangre en su cerebro. Su registro médico indica que debido a los resultados positivos de COVID-19 de la familia, lo presumieron positivo. Fue trasladado al hospital Atrium Health en Charlotte al día siguiente.
González, a petición de la familia, firmó una autorización para realizarle una cirugía de emergencia que los médicos dijeron podría salvarle la vida. Sin embargo, su registro muestra que nunca se la hicieron ya que luego de varias tomografías, los doctores decidieron que no era necesaria. El registro también muestra que el derrame deshabilitó el 85 % de las funciones de Juan y que nunca se recuperaría. La familia dice que antes de recibir los registros una vez que involucraron a Hordichuk, nunca supieron ese dato. La familia dice que siempre recibían mensajes contradictorios del hospital.
Los días pasaban y Juan seguía en el hospital. Por la orden de cuarentena y las restricciones del hospital, la familia no podía visitarlo. Tampoco pudieron conectarse por videollamada para animarlo o ver cómo seguía.
“Todo el tiempo se lo pasaron diciéndonos que mi hermano estaba bien, que no necesitaba el CT scan ni la cirugía”, dijo Chagoyán.
El 19 de julio les dijeron que le habían quitado el oxígeno porque estaba mejorando. Su registro hospitalario lo confirma.
El 20 de julio, no supieron nada del hospital. Chagoyán le pidió a su hija que los llamara para saber cómo seguía Juan. González realizó la llamada como en otras ocasiones, sin sospechar que en esta ocasión la respuesta sería desgarradora.
“Lo único que [hizo] mi hija fue gritar y gritar. Y pues yo me espanté”, dijo Chagoyán. “Mi niño más chico me dijo: “Mamá, mi tío acaba de fallecer”.
¿Problemas de comunicación?
La familia nunca recibió ni el resumen del alta ni el acta de defunción de Juan. Según su abogada, que los consiguió más tarde, la causa de su muerte aparece como paro cardíaco y neumonía por COVID-19. Pero la primera y única mención de neumonía en el registro de Juan está en sus notas de alta, firmadas por un médico el 22 de julio, dos días después de su muerte. De hecho, a lo largo de sus notas de progreso, sus pulmones se describen como "despejados" y "normales".
Según González, la prueba de COVID-19 que se hizo Juan antes de ser llevado al hospital llegó negativa. El hospital les dijo que era positivo pero no le mostraron documentos para comprobarlo.
Atrium Health no pudo comentar sobre el caso de Juan debido a la intervención legal que existe de parte de la familia.
La realidad de muchos indocumentados, sin seguro y sin ayuda
Hasta finales de julio, según datos del NCDHHS, los latinos representan el 41% de los casos de COVID-19 en Carolina del Norte, de los que se conoce la etnia. La entidad señala que en Cabarrus la cifra de casos de latinos con coronavirus es también 41%.
A mediados de agosto, la cantidad de adultos en cuidados intensivos por COVID-19 en el área metropolitana de Charlotte (Metrolina Healthcare Preparedness Coalition) sumaban entre 84 y 78 personas. El Departamento de Salud no provee los datos por etnia ni raza, o si están sin seguro o si reciben ayuda.
De los diez que vivían en casa, González dice que solo su abuela, su madre, su padrastro y su hijo dieron positivo. A pesar de los síntomas graves que mostró Juan, su otro tío en casa no mostró síntomas y no dio positivo. El hermano menor de González, de 17 años, quien sufrió síntomas leves, también dio negativo. La única que no tomó la prueba fue la hermana menor de González, ya que los examinadores dijeron que era muy pequeña para recibirla.
Ahora la familia Chagoyán se debate entre la incertidumbre y el dolor, mientras lloran de lejos la muerte de uno de sus miembros y monitorean sus propios síntomas de COVID-19. Este trágico evento, comentan, les deja con más preguntas que respuestas del hospital, al tiempo que se encuentran confinados en medio de una pandemia que, según múltiples análisis, está afectando de forma desproporcionada a personas como ellos en Carolina del Norte quienes están sin seguro médico.
“Por favor cuiden a su familia”, dijo Chagoyán. “Si saben que tienen la enfermedad no salgan a la calle para que no haya más muertes. Usen su tapabocas, son necesarios, sus guantes y su sanitizer. Traten de salir lo menos posible, que se cuiden lo que más puedan porque duele... duele en el alma perder a un familiar, no poder estar con él y despedirlo como Dios quiere.”
Puede leer esta historia sobre esta familia sin seguro médico, en inglés en la página de WFAE