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Charlotte - Aunque los “soñadores” tienen un respiro tras el anuncio del gobierno del presidente Donald Trump de no revocar la Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA), hay quien creen que es necesario mantenerse vigilantes.

La desconfianza surge debido a que luego del anuncio del gobierno realizado el jueves 15 de junio, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) dijo un día después que el futuro del programa seguía bajo “revisión” de la administración.

Creo que el gobierno ha sido claro, el DHS dijo que ningún inmigrante indocumentado se puede sentir seguro, porque todos somos deportables, y eso ya lo hemos visto con algunos DACA”, señaló el soñador Oliver Merino.

Merino de 28 años, llegó al país a la edad de 10 años, procedente del estado mexicano de Guerrero, junto a sus padres y dos hermanos, también soñadores. El inmigrante y activista comunitario, estudió Historia Afroamericana en la Universidad Johnson C. Smith, y trabaja como coordinador de programas del Museo Levine de Charlotte.

El DACA me ha abierto puertas, pero tengo claro que es algo que no es permanente y que se puede terminar en cualquier momento. Por eso trato de hacer lo que más se pueda y luchar por los que no tienen este alivio”, apuntó el activista.

El gobierno además eliminó la posibilidad de extender DACA y beneficiar a los padres con DAPA, medidas que permanecían bloqueadas en la Corte.

Mantener el ánimo

Para la activista mexicana Laura Garduño, quien reside en Greensboro, la decisión le da un poco de ánimo, no solo para estar un tiempo tranquila sino también para seguir luchando por los derechos de los inmigrantes.

Quiero luchar por mis padres, por mi familia, la determinación sobre DAPA los mantiene fuera, y no hay una solución para nuestras familias mixtas. Lo que nos queda es seguir en la lucha por la dignidad de nosotros y nuestras familias”, señaló la mexicana.

La soñadora mexicana, Laura Garduño, de 32 años, es esposa y madre de dos niños, y se graduó de Comercio Internacional de UNCG.

Garduño, de 32 años, vive con su esposo y sus hijos de 8 y 5 años. La madre es graduada en Comercio Internacional de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro (UNCG), y gracias al DACA tiene un trabajo en una empresa local. Su esposo, quien también es mexicano hubiese calificado para DAPA.

La activista también es voluntaria del Comité de Servicio de Amigos Americanos, organización de Greensboro que aboga por los indocumentados.

Mi nueva aventura como activista surgió luego de la elección de Trump. Pensé que no podía quedarme en silencio y decidí salir a luchar”, anotó.