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Hacer la transición de una vida “normal” y sin restricciones a enfrentarnos a la pandemia del COVID-19 y la cuarentena, fue un proceso muy difícil, incierto y de muchas maneras, de mucho miedo para la mayoría de las personas. A un año de esta experiencia y gracias a las vacunas desarrolladas, estamos en un proceso de transición hacia una nueva normalidad.

Aunque quizás muchos en la comunidad latina continuaron laborando porque realizan trabajos esenciales, para muchos otros ha sido una mezcla de tener a los hijos en las casas, jornadas de trabajo reducidas o trabajar desde la casa.

Lo que estaremos experimentando próximamente es una transición a una nueva realidad que puede ser igual de estresante, incierta y temerosa que la transición que experimentamos un año atrás.  

¿Cómo podemos manejar el estrés asociado con el regreso a la nueva normalidad?

Hacer cambios progresivos

Luego de un año de limitarnos a estar mayormente en nuestro espacio privado, es muy natural que tengamos ansiedad y miedo de regresar a estar más tiempo en espacios comunes.

Muchas veces, hacer pequeños cambios y de forma progresiva puede ayudar a un mejor ajuste a los cambios. Contrario a lo que vivimos hace un año, cuando de repente se estableció la cuarentena, no tenemos que hacer lo mismo en nuestro proceso de regreso.

Examinar los miedos

Es importante identificar la naturaleza de los miedos que puedan surgir de regresar a una cierta normalidad. Es miedo a contraer el COVID-19 o volver a interactuar con personas que, aunque queremos, pueden ser un punto de contagio, o simplemente miedo a lo incierto de esta nueva normalidad.

Conocer la naturaleza de nuestros miedos puede ayudar a combatirlos con datos e información. Por ejemplo, si ya recibí la vacuna del COVID-19 y sigo las recomendaciones de seguir practicando las medidas de seguridad, puede hacer que el regreso a la nueva normalidad sea más seguro. 

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Examinar otras circunstancias

Luego de un año, nos hemos ajustados y acomodados a ciertas rutinas que van a tener que cambiar en la nueva normalidad.

Es importante identificar el efecto domino que tendrá nuestro regreso a la nueva normalidad en otros miembros de la familia, incluyendo nuestras mascotas, que se han acostumbrado a que estemos más tiempo acompañándolas.

Podemos comenzar a practicar rutinas más similares a nuestro regreso, aun cuando todavía estemos guardando la cuarentena. Por ejemplo, levantarnos a la hora que usualmente nos levantaríamos si tuviéramos que salir a trabajar, estudiar, etc. Cuando retomamos una rutina similar a la nueva normalidad, nos ayuda a ir procesando el cambio de una manera más sutil.

Si luego de hacer un plan de regreso que sea compasivo y atienda sus preocupaciones y sus circunstancias particulares, se encuentra batallando con ansiedad o depresión, es importante recordar que siempre puede buscar ayuda profesional para ayudarlo/a en esta etapa de transición. Estas recomendaciones no sustituyen una consulta con un profesional de la salud emocional que pueda atender sus circunstancias particulares. Para mayor información pueden llamar al 984-974-3795.

Mae Lynn Reyes-Rodríguez, Ph.D. Psicóloga Clínica e Investigadora Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill Departamento de Psiquiatría