Las alarmas en torno a la economía estadounidense se encendieron a nivel mundial el 5 de agosto. Una caída del 20 % en el índice S&P 500 ese día desató una serie de especulaciones sobre si Estados Unidos podría entrar en recesión en 2024.
¿Una caída anunciada?
Los principales analistas atribuyeron esta caída a una desinversión significativa en acciones por parte de los inversionistas, quienes supuestamente interpretaron que la desaceleración en las tasas de empleo indicaba tiempos difíciles para la economía estadounidense y sus empresas. Sin embargo, yo tengo mis serias dudas sobre esta explicación.
Esta teoría se basa en suposiciones fuertes sobre los inversionistas que, en mi opinión, no reflejan necesariamente la realidad. Primero, se asume que todos los participantes en el mercado de valores están perfectamente informados. En este caso, se presume que la desaceleración en las tasas de empleo era de conocimiento común. No estoy tan seguro de que esto sea cierto.
Segundo, no solo se asume que los inversionistas están bien informados, sino que también tienen la capacidad de prever eficientemente eventos futuros, como si fueran oráculos. Si estas suposiciones son tan dudosas, ¿por qué deberíamos aceptar la explicación de los analistas?
¿Qué saben los inversionistas que nosotros no?
Es importante recordar que el acceso al mercado de valores no es tan simple como ir al supermercado y elegir un producto. En la práctica, existen intermediarios acreditados que toman decisiones en nombre de los inversionistas. En la mayoría de los casos, estos intermediarios son quienes recomiendan las decisiones, y no al revés. Siendo esto así, el grupo de tomadores de decisiones se reduce considerablemente. Si estos intermediarios fueran más sofisticados y tuvieran acceso a mejor información, la explicación dada podría tener más sentido.
¿Qué dicen los datos?
Para evaluar la validez de estas suposiciones, es necesario contrastarlas con datos. En particular, la relación entre las fluctuaciones en Wall Street y la economía estadounidense solo tendría sentido si existiera una clara relación causa-efecto entre ambas variables. Para ello, recurrimos al análisis estadístico.
Usando datos del GDP real de Estados Unidos y del S&P 500, desde el tercer trimestre de 2014 hasta el segundo trimestre de este año, se analizaron las variaciones porcentuales trimestrales. Este análisis no encontró evidencia significativa de que las fluctuaciones en Wall Street causen cambios similares en el crecimiento de la economía estadounidense. Tampoco hay sustento estadístico para pensar lo contrario, es decir, que el desempeño económico determine el comportamiento de Wall Street.
El problema con predecir el futuro
Dado lo anterior, los comentarios de los analistas de semanas atrás podrían ser interpretados más como opiniones que como hechos comprobados. Si quienes influyen en Wall Street no están perfectamente informados ni son eficientes en prever el futuro, las fluctuaciones en este mercado podrían deberse a otras causas y no a las explicaciones que suelen ofrecerse en momentos de volatilidad.
La pregunta sobre qué provoca estas perturbaciones en Wall Street sigue abierta. Los economistas continúan trabajando en modelos de fijación de precios de activos y en ramas como la economía y las finanzas conductuales para encontrar respuestas.
Hasta ahora, los indicios apuntan a que las percepciones, y no tanto la perfecta previsión, juegan un rol crucial. Pero si este es el caso, debemos preguntarnos: ¿Surgen estas percepciones de manera espontánea o son creadas para obtener algún otro beneficio?